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Diversidad funcional
El acoso silencioso a los niños con Asperger:
"Parece que no lo sienten, pero luego cuentan experiencias
terroríficas"
"Son personas que tienen un comportamiento
extraño. En un entorno que desconozca las características de
estos chicos, son objeto de burla", lamenta Paloma Martínez,
presidenta de la Confederación Asperger
Más del 90% de los niños este trastorno sufren
acoso escolar, según estimaciones de diferentes
organizaciones, a falta de registros oficiales
"En el colegio me decían que eran cosas de
niños y en el instituto, de las hormonas", cuenta Olga, cuyo
hijo no fue diagnosticado hasta los 15 años
David Noriega 08.02.2019
 Covadonga Saiz y su hijo, diagnosticado como
Asperger "Mi hijo es un
superviviente", recalca Covadonga Saiz. Su hijo está
diagnosticado con síndrome de Asperger y durante años sufrió
acoso escolar, como ocurre con más del 90% de los menores que
viven con este trastorno, según datos de diferentes
asociaciones, a falta de registros oficiales. En España
tampoco hay datos oficiales sobre este Trastorno del Espectro
del Autismo, pero se calcula que entre 1 y 5 de cada 1.000
niños nacen con él. "En cada persona se manifiesta de manera
diferente", explica el psicólogo y responsable técnico de la
Confederación Asperger España, José Antonio Peralta. Pero
suele haber unas características comunes, como "dificultades
de comunicación" y "en las relaciones con otras personas",
"intereses restringidos", "rigidez en el comportamiento", y
una gran literalidad, es decir, no entienden las bromas o los
dobles sentidos. También, y a diferencia de otros tipos de
autismo, un coeficiente intelectual dentro de la media y
capacidad de hablar con normalidad "Son personas que
llaman la atención y tienen un comportamiento extraño. En un
entorno que desconozca las características de estos chicos,
son objeto de burla", lamenta la presidenta de la
Confederación, Paloma Martínez.
"Se reían de él,
tenía motes, nunca era invitado a los cumpleaños", relata
Covadonga, para quien el de su hijo fue "un acoso silencioso".
Una situación que también vivió el hijo de Olga Cardeñoso:
"Darle un paliza fuerte… no, pero le quitaban las cosas, se
las rompían, le ponían zancadillas. En gimnasia lo elegían el
último, le daban collejas, le insultaban. Una vez vinieron a
tocar al timbre a casa". La ausencia de violencia física no
minimiza el impacto del bullying. "También es acoso escolar no
dejar participar a una persona en un juego, mantenerla aislada
de actividades sociales que le permitan aprender, sentirse
integrada o identificada con un grupo. El aislamiento
consciente y voluntario de otra persona es una forma de
violencia", explica Peralta.
"En acoso
escolar existen tres pasos: prevención, detección e
intervención", indica la secretaria de la Asociación No al
Ascoso Escolar (NACE), la profesora Carmen Cabestany. "Si
prevenimos, no tenemos que detectar y nos ahorramos la
intervención, donde el daño ya está hecho". ¿Cuál es el
problema? Que los profesores, en muchos casos, "no estamos
formados ni en acoso escolar, ni tampoco en estas
características que presentan algunos de nuestros alumnos" y
"no tenemos las herramientas para tratarlos adecuadamente",
explica. "El colegio es un lugar donde hay que exigir mucho,
pero también hay que apoyar al profesor", reconoce Peralta.
Dificultades para identificar el acoso
Las características
de las propias víctimas pueden complicar la tarea de
identificar el acoso. "A otros niños los puedes notar más
decaídos, nerviosos, deprimidos, pero los chicos con Asperger
no saben identificar si se trata de una burla o un acoso. Los
propios profesionales y los padres lo tienen muy difícil",
indica la coordinadora del equipo terapéutico de la Asociación
Onubense de Síndrome de Asperger (AOSA), Estefanía Domínguez.
"Mi hijo reaccionaba con indiferencia. Me decía: ¿es una
putada lo que me han hecho? No lo entendía como tal", explica
Covadonga. "Supongo que tendría sus miedos, porque los
tendría, pero su forma de enfrentarse a eso era no darle
importancia", recalca. "Aunque parezca que no se dan cuenta o
no lo sienten, con el tiempo empiezan a contar todo lo que les
pasa y a sacar experiencias terroríficas", añade Martínez. "A
toro pasado me dijo que había tenido la idea de suicidarse",
denuncia Olga.
Un diagnóstico
temprano de los casos de Asperger es fundamental para informar
a los centros educativos y trabajar las diferencias que
presentan estos chicos. "Cuanto antes se produzca, más fácil
va a ser compensar las limitaciones en el campo de lo social",
apunta Peralta, quien indica que "hay una categoría
subclínica, con muchas personas que no están diagnosticadas".
En el caso de Olga, a pesar de que el niño comenzó a ir al
psicólogo en primero de primaria, el trastorno no fue
diagnosticado hasta los 15 años, cuando ya se había cambiado
de centro. "En el colegio me decían que eran cosas de niños y
en el instituto, de las hormonas. Como curricularmente no le
afectaba, no piensas en esto. Iba al psicólogo del colegio una
hora a la semana y tampoco me aclaraba nada. Empecé a llevarle
por mi cuenta y como soy madre soltera me decían que era
porque no tenía padre, si le había contado el porqué… ¡un
tostón!", explica.
Covadonga, que es
presidenta de la Asociación Aspertxu de Vizcaya, y su hijo si
contaban con un diagnóstico. "Yo pedía que se informase al
resto de alumnos sobre quién es la persona con la que
comparten clase. Ahí el colegio hizo aguas", lamenta. "Me
planteé cambiarlo de centro, pero para un chico con Asperger
es muy complicado, porque se acostumbran al espacio, al
escenario y siempre había tenido buena relación con los
profesores", explica. "La gestión depende del carácter de cada
familia y, viendo cómo era mi hijo, opté por tener paciencia y
que al final fuera aceptado, aunque era un proceso lento",
reconoce. En ese proceso escribió un libro (Yo creo en ti), en
el que narra las vivencias de su hijo. "Lo leyeron muchos
compañeros, en una época en la que ya tenían cierta madurez"
e, incluso, el director del centro, concertado religioso, "que
al final sí apoyó", le envió una carta "pidiéndole perdón y
diciendo que no habían estado a la altura".
Centros de referencia
Existen centros de
referencia en atención a la diversidad que plantea el alumnado
Asperger. Es el caso del colegio Profesor Tierno Galván de
Corrales, en Huelva, con niños de 3 a 12 años. Allí, en cuanto
llega un pequeño con un diagnóstico o los profesores lo
detectan, se inicia un trabajo conjunto entre la escuela, la
familia y la asociación de referencia para el menor, en este
caso AOSA. "No se trata de etiquetar, sino de tratar cuanto
antes las necesidades de ese niño, porque de eso depende que
el día de mañana se normalice lo máximo posible", indica la
profesora de pedagogía terapéutica, Inmaculada Carvajal.
"Establezco un programa específico, que me viene dado por la
psicóloga y la especialista en autismo" y "con los demás,
evidentemente, hay una labor por parte del tutor, que explica
las características y las diferencias del niño, indicándoles
que igual que a uno le cuesta la tabla de 4, a él le cuestan
otras cosas", señala.
En el IES Clara
Campoamor, también en Huelva, siguen una estrategia similar.
Actualmente tienen en sus clases a cinco alumnos con Asperger.
"Cuando llegan de otros coles o institutos, lo primero que
hacemos es recabar información sobre sus características, su
evolución, si ha tenido alguna dificultad con compañeros o
profesores, si van a alguna asociación… y nos ponemos en
contacto con ellos para trabajar de forma conjunta", señala la
orientadora Isabel María Romero. Con el resto de alumnos, "la
primera tarea que hacemos es contarles que somos un centro de
referencia en autismo y que tenemos otros alumnos con
Asperger. Les explicamos cuáles son las características de
estos niños, para que vean que son unos alumnos más y que
tienen que respetarlos, para evitar que el desconocimiento
provoque situaciones de rechazo".
Además, es
importante que los docentes sigan determinadas estrategias,
que varían en función de cada niño, porque "la experiencia de
cada día con cada uno de ellos es diferente", reconoce
Carvajal. Por ejemplo, "son chicos con la atención muy
dispersa o que se centran en un tema de interés. Por eso, en
los exámenes funciona muy bien el apoyo visual, estableciendo
horarios. Ponemos una tarjetita o escribimos en la pizarra que
hay que hacer el ejercicio 1 en 10 minutos. No puedes dejarle
como a los demás, avisándole cada media hora, porque no
funciona así", explica. "¿Que nos buscamos muchas estrategias?
Pues sí, todas las que podemos".
Las madres
coinciden en señalar en que los problemas de sus hijos se
minimizaron una vez que sus respectivos centros tomaron
conciencia de la problemática y pusieron medidas. "El problema
no son los niños, son los mayores que les tienen que
informar", defiende Covadonga. Olga afirma que el acoso
remitió tras identificar el síndrome y después de que la
tutora y los compañeros de su hijo recibieran una charla de la
asociación a la que pertenecían. "¿Amigos hizo? No, pero ya no
tenía acoso. Estaba tranquilo".
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