Las adolescentes han reconocido
los hechos y han sido sentenciadas por delito contra la
integridad moral a cuatro meses de tareas socioeducativas
Montserrat Magnien muestra una imagen de su hija Carla. /
paco paredes
Carla Díaz,
de 14 años, se suicidó tirándose de un acantilado en Gijón el 11
de abril de 2013.
Sufría acoso escolar. Dos de sus compañeras del colegio
Santo Ángel de la Guarda han sido ahora condenadas por un delito
contra la integridad moral por acosar a la menor. Las dos chicas
han reconocido los hechos y deben cumplir una pena de cuatro
meses de tareas socioeducativas "orientadas a mejorar la
empatía, mejora del control de impulsos y asunción de las
consecuencias de sus actos", según ha informado la Fiscalía de
Oviedo.
Tras la
muerte de Carla hubo una primera investigación y su madre,
Montserrat Magnien, descubrió entonces que los insultos eran
diarios y no se producían solo en el colegio, sino que se
sucedían en redes sociales como Facebook, Tuenti y Ask.fm.
También descubrió que "las de siempre" le habían tirado a
Carla agua de los servicios y que la habían agredido fuera del
colegio. A la cara, le decían cosas como “topacio, un ojo para
aquí y otro para el espacio". En las redes, compartían
imágenes de un POU (especie de Tamagochi) bizco al que llamaban
Carla.
Las dos niñas
expedientadas por la Fiscalía han reconocido ahora que vejaron a
Carla continuadamente durante 2012 y especialmente durante el
principio de 2013. Un acoso en el que participaban más niñas
pero que ellas encabezaban. “Han admitido todo”, explican los
abogados de la madre. "Los insultos y que estas vejaciones
ocurrían dentro del colegio”. También, aseguran los letrados,
Leticia de la Hoz y Luis Manuel Fernández, "ha quedado claro que
el centro no tomó medidas contra ellas ni le comunicó la
situación a sus padres". “El siguiente paso, por tanto, es
actuar por la vía civil contra el colegio”, concluyen.
“Esta sentencia calla la
boca a mucha gente que me ha dado por chiflada, por
incoherente", dice Montserrat Magnien con un nudo en la voz.
"Ahora ya todo esto son hechos probados. De todas formas, esto
es solo el principio de un camino”. La tenacidad de la madre ya
consiguió –con la ayuda de sus abogados– que el fiscal de
menores reabriese el caso que había sido archivado en enero. Lo
consiguió buscando nuevas pruebas de las vejaciones sufridas por
Carla en las redes sociales y eliminando la inducción de
suicidio de la denuncia.
A pesar de estar
satisfecha por la condena, Montserrat considera “ridícula” la
pena impuesta a las dos menores (cuatro meses de trabajos
socioeducativos). “Es irrisoria, pero es lo que hay”, suspira, y
explica que seguirá luchando para “que se reforme la Ley del
Menor” y “para ir contra el colegio por la vía civil”. “El
colegio es responsable”, dice la madre. Cuando Montserrat empezó
a sospechar que algo le pasaba a Carla en el colegio se dirigió
al centro. "Son cosas de crías", fue la respuesta entonces,
según la madre. “A mí, Carla no me la va a devolver nadie", dice
ahora Montserrat, "pero si paro ahora esto va a seguir pasando”.
El escrito
de conformidad suscrito por todas las partes refleja que Carla,
a finales del año 2012, "comenzó a tener problemas en sus
relaciones con los compañeros de clase, principalmente porque
algunas alumnas se burlaban de ella por un ligero defecto de
estrabismo que padecía o porque se había divulgado en el centro
que había tenido una relación con otra chica". "Los incidentes
fueron en aumento en el primer trimestre de 2013", indica el
comunicado de la Fiscalía de Oviedo, "siendo varias las alumnas
que, ante la indiferencia de la mayoría de los demás alumnos,
aprovechaban los momentos del recreo escolar para mofarse
reiteradamente de Carla Díaz".
Entre ellas,
las que lo hacían con mayor frecuencia y en ocasiones incitaban
a otras alumnas a secundarlas eran las condenadas. "Éstas,
cuando estaban ociosas o por simple diversión, se dirigían a
Carla Díaz para meterse con ella llamándola bollera o virola y
en al menos dos ocasiones en el mes de febrero de 2013 la
siguieron hasta el baño, obligándola una vez a encerrarse en el
retrete para esconderse de ellas y le arrojaron agua por encima
de la puerta". El comunicado del ministerio público acaba
hablando del miedo que sentía Carla cada vez que se encontraba
con sus acosadoras y que le llevó incluso a pedir a su hermana
Andrea, de 25 años, que la recogiera cada día a la salida del
colegio. La denuncia que presentó la madre de Carla incluía una
conversación de Facebook que mantuvieron sus hijas poco antes de
que Carla acabase con su vida.
— Carla: “Acompáñame.
Contigo no me va a decir nadie nada, no tienen cojones”.
— Andrea: “¿Pero qué pasa
nena? Cuéntame”.
— C. : “Na, que se meten
conmigo...”.
— A.: “¿Quién? ¿Por qué?
¿Del cole? ¿O de fuera?”.
— C.: “Del
cole (...), las de siempre”.
Las mismas
que hoy han sido condenadas.