FUE
APROBADO POR EL CONSEJO FEDERAL DE EDUCACION Y ESTARA EN TODAS LAS
ESCUELAS
En
dos meses, las escuelas públicas y privadas de todos los niveles
educativos del país empezarán a recibir una guía con
recomendaciones para intervenir en casos de acoso escolar, de
violencia de estudiantes hacia docentes, sospecha o presencia de
armas en las aulas y vulneración de los derechos de los chicos
como el maltrato infantil intrafamiliar, entre otras situaciones
complejas relacionadas con la vida escolar. El manual fue aprobado
por unanimidad dos semanas atrás en el marco de la última reunión
del Consejo Federal de Educación, en el que participan los
ministros del área de las 24 provincias y la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires. “Vamos a mandar dos guías por escuela. Incluye
además un mapa, donde cada escuela puede verse en contexto y
conocer los organismos públicos de su comunidad que pueden
intervenir ante situaciones complejas”, explicó a Página/12
Gabriel Brener, subsecretario de Equidad y Calidad Educativa, del
Ministerio de Educación de la Nación.
El
funcionario detalló que la guía fue elaborada a partir de
consultas a especialistas en la temática, aportes de sindicatos
docentes, y el análisis de otros protocolos similares ya aprobados
en algunas provincias. “Se hizo federalmente, fueron casi ocho
meses de trabajo”, precisó.
En
relación con los casos llamados de bullying, Brener opinó que
“como adultos, nuestro trabajo debe ser reponer la palabra donde
se pone el cuerpo para resolver conflictos”. Y agregó: “Hablamos
de un procedimiento antes, durante y después”, de la situación
conflictiva. “Tenemos que generar capacidades en las escuelas para
adelantarse y prevenir situaciones como ésta”, dijo, en relación
con la que ocurrió en la escuela de Hudson, con una niña de 8 años
que resultó golpeada por otros alumnos, según denunciaron sus
padres (ver aparte).
“Lamentablemente, en la sociedad existen
situaciones de violencia, como vemos que ocurren en las canchas de
fútbol. La escuela no la podemos ver como una isla”, observó.
Brener advirtió que “hay cierta mercantilización mediática de la
violencia escolar y cualquier problema que se etiqueta como
bullying se reduce a un culpable y una víctima. Por supuesto hay
un culpable y una víctima pero esa simplificación oculta las
situaciones de conflicto, que hay que trabajar en las escuelas. La
sanción no es la solución definitiva. Debe ser un punto de
partida. Los conflictos que surgen en el contexto de las escuelas
deben resolverse en las escuelas: ni en los medios ni
judicializándolos”, aclaró. Brener recordó que el año pasado el
Congreso aprobó una Ley sobre Convivencia Escolar y precisó que se
está reglamentando.
En la primera página de la “Guía Federal de
orientaciones para la Intervención Educativa en situaciones
complejas relacionadas con la vida escolar” –tal es su nombre– se
aclara que no se trata de “un listado que prescribe el trabajo
individual de cada docente en relación con la convivencia en la
escuela, sino que se propone como un texto para ser leído,
discutido y analizado en forma colectiva dentro de cada escuela”.
“La negación del conflicto es tan
perjudicial como su no resolución”, apunta. Y agrega que “es
importante no minimizar los pedidos de ayuda de alumnos y alumnas
para resolver conflictos; intervenir con rapidez puede prevenir
situaciones de agresiones físicas o verbales más graves”.
Otras sugerencias que realiza frente a un
hecho de acoso escolar u otra problemática entre alumnos y alumnas
son:
- Es necesario que cualquier persona adulta
de la escuela que presencie situaciones de conflicto entre alumnos
intervenga con el fin de bajar la carga emocional, intentando
apaciguar cualquier episodio de agresión física o verbal.
- Es importante que quien haya recibido una
agresión encuentre en un adulto la posibilidad de albergar y
contener ese momento, y que pueda percibir una actitud de empatía,
se sienta comprendido y tranquilizado, ya que hay personas adultas
que se harán cargo de la situación.
- Frente a una agresión física se debe
separar a los intervinientes, calmarlos, propiciar serenidad en
ese momento; y conversar por separado acerca de los hechos una vez
que sea posible dialogar con más tranquilidad. En todos los casos,
las y los estudiantes deben quedar en compañía de personas
adultas. Si están lastimados, es necesario comunicarse en forma
inmediata con el servicio de urgencias, el hospital o la sala de
emergencias y luego contactarse con la familia.
También aborda qué debe hacer la escuela
luego de una situación conflictiva y en ese sentido propone
“involucrar al grupo y no suponer que el problema es sólo ‘de
algunos’”; “convocar a las familias o adultos responsables de las
o los estudiantes”; “proponer espacios de diálogo entre las
partes” y “generar acuerdos y compromisos para la convivencia
posterior”. Además sugiere la “reparación del daño si lo hubiera”
para que no se dé lugar a la sensación de impunidad en la
institución.
La
Guía tiene un apartado especial dedicado a los conflictos
generados a partir de publicaciones de los chicos y chicas en las
redes sociales, en el que “la recomendación fundamental que se
debe dar a los estudiantes es lo que se dice por chat o se cuelga
en la web puede causar la misma o mayor incomodidad, daño u ofensa
que una conversación en presencia del otro”.
En el
caso de que una pelea haya ocurrido frente a un grupo, “es clave”
–advierte– evitar que se transforme en una escena mediática: “La
difusión de las imágenes de niñas, niños o adolescentes que
participan en escenas de violencia se convierte en una vulneración
de sus derechos, aunque ellos mismos hayan sido quienes las han
difundido”.
Otro
de los temas abordados es la discriminación y el hostigamiento por
orientación sexual o por identidad de género, episodios de
violencia de estudiantes hacia docentes, sospecha o presencia de
armas en el aula o de detección de maltrato infantil
intrafamiliar, entre otras situaciones complejas.