Un estudio
vincula el acoso escolar con el 30% de las depresiones
Las víctimas de
violencia escolar en la adolescencia tienen el doble de
probabilidad de sufrir tristeza patológica a los 18 años
03/06/2015
Una adolescente cabizbaja tras recibir una
amenaza a través de su móvil. / PACO
PUENTES (EL PAIS)
El
acoso escolar en la adolescencia tiene muchas
caras. Puede comenzar con motes despectivos, pasar de las burlas a las
amenazas, más tarde a la marginación del grupo y llegar al extremo de
las agresiones físicas. Se puede dar uno de estos comportamientos o
varios. O todos a la vez. Y repercutir seriamente a la salud mental de
las víctimas.
Un extenso estudio (de los
mayores en cuanto a población analizada) que publica
la
revista BMI (British Medical Journal) ha tratado
de arrojar luz a las secuelas de estos comportamientos en forma de
depresiones en la edad adulta más temprana -a los 18 años- cuando se
sufren en la adolescencia -a los 13 años-. Y plantea que en torno al
29% de los casos diagnosticados hunden sus raíces en la violencia que
las personas vejadas sufrieron a manos de sus compañeros.
“Hemos observado una fuerte
relación entre la victimización en la adolescencia con el diagnóstico
de cuadros depresivos a los 18 años, al margen de que estas personas
fueran agredidas en la infancia, o de los problemas emocionales o de
comportamiento que pudieran sufrir, o de otras variables”, relatan los
autores del trabajo, psicólogos, psiquiatras y especialistas en salud
comunitaria de las universidades de
Oxford,
Bristol,
Warwick y el
University College London. Además, añaden que entre este grupo de
personas, la probabilidad de mostrar tristeza patológica duplica a la
tasa media de la población.
Para poder establecer la
relación que describen en el artículo, los investigadores se
sumergieron en una conocida y extensa base de datos poblacional, la
Avon Longitudinal Study of Parents and Children in the UK (ALSPAC),
de donde extrajeron información de 3.898 participantes de esta cohorte
británica.
En una primera batería de
preguntas, se pidió a los chavales que relataran si habían sufrido
algún tipo de acoso escolar. Para acotar este comportamiento, se les
planteó si se habían sentido víctimas de nueve tipos de agresiones
diferentes en los últimos seis meses. Las acciones concretas eran:
sufrir robos, amenazas o chantajes, palizas o golpes, tener apodos
humillantes o estar marginado del resto. También haber sido forzado a
actuar en contra de su voluntad, ser sujeto de la difusión de mentiras
intencionadas o de hostigamiento en juegos.
A los 18 años se volvió a
contactar con los participantes para evaluar su salud mental, en
concreto, si padecían síntomas depresivos. De los adolescentes que
admitieron ser víctimas constantes de acoso (683), el 14% tenían un
diagnóstico clínico de depresión. La tasa era del 7,1% entre los que
habían sufrido agresiones ocasionales (entre una y tres veces en seis
meses). Por contra, solo el 5,5% entre quienes no sufrieron
humillaciones padecían pena patológica.
Además, los investigadores
observaron que el 10% de las personas que más intensamente sufrían el
acoso padecían procesos depresivos largos, de más de dos años de
duración, algo que solo sucedía a un 4% entre quienes no habían sido
agredidos.
Los investigadores destacan la amplia población
analizada y su seguimiento hasta el final de la adolescencia como uno
de los principales puntos fuertes del trabajo. Entre los puntos
débiles, asumen que su estudio es observacional (no está centrado en
determinar la relación casua-efecto), y algún otro aspecto, como la
falta en consideración del ciberacoso, ya que la recofgida de
información tuvo lugar entre los años 2003 y 2005, cuando aún no
estaba tan extendido.
Con todo, "es un
estudio digno de consideración", destaca Fuensanta Cerezo,
especialista en acoso escolar. La autora del libro
La violencia en las aulas explica que otros estudios
retrospectivos en adultos apuntan en la misma dirección que el trabajo
británico. Y plantea una cuestión relacionada con las conclusiones del
artículo que está despertando un interés creciente entre la comunidad
científica: ¿Por qué hay personas que sufren secuelas más o menos
permanentes, como depresiones repetidas, mientras otros son capaces de
sobreponerse a las humillaciones?
Esta profesora de
psicología y de violencia escolar en los estudios de criminología de
la Universidad de Murcia destaca la importancia de poder identificar
los resortes que permiten a algunas víctimas superar estos hechos sin
que les deje huella en sus relaciones sociales mientras otras no son
capaces de superarlo y "acaban anclándose en en la victimización, algo
que está muy relacionado con la soledad y la depresión". "Estamos
trabajando en determinar qué factores activan esta resiliencia",
añade.