ENTREVISTA AL MEJOR MAESTRO DE ESPAÑA
César
Bona:"Yo no haría mejor mi trabajo si me pagaran más"
Uno de los
50 mejores maestros del mundo, según el premio Nobel de los
profesores, se muestra crítico con el Libro Blanco del Docente
y advierte de que las causas del fracaso escolar son, entre
otras, que la escuela no valora el factor humano y que los
docentes no están haciendo del colegio un lugar donde los
niños quieran ir.
Publicado:
27.11.2015
César Bona, en una de sus clases. / P&J
MADRID.-
Dice
César Bona (Aizón, Zaragoza, 1972) que los niños no son sólo
los adultos del mañana, sino también los habitantes del
presente. Por eso cree que los maestros deben educar para la
vida, además de para el trabajo, y que no deben enseñarles a ser
mejores que sus compañeros, sino a ser mejores que lo que eran
antes. “Me dan igual los dieces que saquéis en los exámenes si
no sois buenas personas. Lo que me importa es que seáis buenas
personas y tratéis a los demás con respeto. Después os exigiré
todo lo demás”. Así se presentó el primer día de clase en una
escuela de Muel (Zaragoza) quien luego fue uno de los 50 mejores
maestros del mundo, según el Global Teacher Prize, el premio
Nobel de los profesores.
Su metodología se basa en la empatía, en su capacidad de
detectar qué necesitan los niños y qué los puede motivar.
Como explica en La nueva educación. Los retos y desafíos de un
maestro de hoy (Editorial Plaza y Janés), combatió el absentismo
escolar haciendo que los alumnos de una clase le enseñaran a
tocar el cajón flamenco y fomentó la cohesión en una aula
montando una película de cine mudo en la que los protagonistas
eran dos alumnos que no se hablaban.
En una cafetería de la estación de Atocha de Madrid, poco antes
de coger el AVE para volver a casa y seguir con la vorágine de
entrevistas, charlas y reuniones en la que vive desde que fue
elegido mejor profesor de España, Bona reclama pasión,
creatividad y sensibilidad a los docentes para que ellos mismos
puedan fomentar la pasión, la creatividad y la sensibilidad de
los alumnos. ¿Cómo? Con más diálogo y menos datos. “Nos
empeñamos tanto en enseñar a los niños que nos olvidamos de
invitarlos a aprender. Yo veo más importante abrir una puerta a
la curiosidad de los niños que darles toda la información,
porque si ellos ven cómo funciona, van a estar siempre entrando
y saliendo con esa puerta".
El libro
blanco del docente que prepara Juan Antonio Marina propone pagar
a los profesores en función de sus resultados. ¿Qué le parece?
Yo no haría
mejor mi trabajo si me pagaran más. E igual que yo, también
muchos maestros que sé que viven con pasión esta profesión.
Aunque a nadie le amarga un dulce, no es cuestión de dinero. Si
te pagan más, maravilloso, pero no me apetece que se asocie esta
profesión, que es tan bonita, con trabajar bien para ganar más.
Además, este tema tiene varios matices que es necesario
analizar. Por ejemplo, ¿según qué resultados iban a pagar más?
Porque, si los resultados son números, ¿cuánta gente iría a los
centros que llaman de difícil desempeño? Porque normalmente los
profesores que van allí sienten pasión por esta profesión y
acuden a estos centros para sacar lo mejor de esos niños. Los
resultados son humanos, no se pueden cuantificar en una nota.
Luego, sí que valoraría a los maestros por su implicación con
los niños, con los padres, con la escuela y con la sociedad, no
por un número. Hay muchísimos maestros que se implican para que
un niño saque un 5 y es una gran satisfacción ver que se va
superando. Tenemos que educar a los niños no para que sean
mejores que sus compañeros sino para que sean mejores que lo que
eran antes. Esas medidas que propone el libro blanco crearían
además competitividad entre los niños, entre los docentes, entre
los centros... Es algo peliagudo. Estoy a favor de evaluar a los
profesores que hacen cosas interesantes para los niños, pero hay
que ver cómo.
Marina
también propone un MIR para maestros. ¿Cómo lo ve?
Me parecería
bien hacer una selección entre quienes están estudiando para ser
maestros. Serviría para ver qué cualidades tienen, qué ofrecen.
¿Eres un ser curioso, creativo? Si lo eres, tienes más opciones
que los demás para ser maestro porque eso es lo que vas a
enseñar a los niños. ¿Eres un ser con compromiso social? Si lo
eres, tienes más opciones que los demás para ser maestro porque
eso es lo que vas a enseñar a los niños.
Portada de 'La
nueva educación', de César Bona.
¿Cómo se
podrían evaluar estas cualidades?
Hay maneras
para ver si alguien es creativo o comprometido. A través de sus
proyectos se podría medir. Lo que no puede ser es que alguien,
por sacar un 9 o un 10, empiece a trabajar de maestro cuando
quizás no sabe tratar a los niños, no sabe escucharlos, o no
sabe ponerse en su lugar.
Dice que
si los maestros quieren enseñar deberían estar siempre
aprendiendo. ¿La formación continuada al profesorado debe ser
obligatoria?
Si un
maestro es consciente de lo que implica su relación con los
niños siempre sabe que ha de estar formándose. No hace falta que
te obliguen si sabes que cada día tienes que dar tu mejor
versión para sacar la mejor versión de los alumnos. Hay que
ofrecer mucha más formación, pero vamos a distinguir entre la
formación al profesorado, que es fundamental, de la formación
para futuros maestros en las universidades. A ellos hay que
darles herramientas para que las usen luego con los niños,
herramientas de expresión oral, de compromiso social, para
estimular la curiosidad y la creatividad de los futuros
docentes. Cuando doy charlas en las universidades pregunto a
cuántos les han enseñado a hablar en público y, de 600, levantan
la mano cuatro. ¿Cómo vamos a enseñar a los niños a hablar en
público si nadie nos ha enseñado a nosotros? Nunca es tarde para
empezar.
Apunta
en el libro que los profesores deben estar motivados para poder
despertar la curiosidad de los alumnos por aprender. ¿Qué les
diría a los docentes hastiados que ya no tienen ganas de
aprender?
"Tenemos que educar a los niños no para que sean mejores que
sus compañeros sino para que sean mejores que lo que eran
antes"
La
educación tiene mucho que ver con la felicidad. Y la felicidad
tiene mucho que ver con la educación. Uno aprende cuando está
feliz y, en ese sentido, un maestro que no vaya feliz a trabajar
jamás va a encontrar a los alumnos felices. Por consecuencia,
esos alumnos nunca van a tener ganas de ir al colegio. Además,
según qué educación les das, ellos podrán encontrar su camino.
Existe gente que se acomoda y en esta profesión uno nunca puede
estar cómodo. Uno tiene que ser consciente de que es imperfecto
y humilde para aprender de los compañeros, de los padres y de
los niños. Es imposible saber de todo, siempre tenemos que
aprender de la gente que nos rodea y esa es una cualidad que
deberían tener todos los maestros. Y deben ser abrepuertas. No
sólo tienen que meter datos en las cabezas de los niños, sino
abrirles las puertas a la curiosidad porque tienen mucho que
ofrecer. La escuela, normalmente, no deja aflorar la creatividad
y la imaginación de los niños, no deja que la expresen y la
compartan.
¿A qué
cree que se debe?
A que los
currículums son exageradamente largos. Desde el primer minuto
hasta el último, muchos profesores piensan que lo más importante
es meter datos en las cabezas de los niños. Pero no, hay que
educar para la vida. Y si en algún momento hay que olvidarse de
estos datos y estar hablando días y días con los niños de cosas
más importantes que la Edad Media, debemos hacerlo. Debemos
hablar sobre la interacción entre ellos, sobre la cooperación,
sobre el respeto. Entonces habrá gente que dirá: "Así no
aprenden". Pero ¿qué quieres que aprendan? Hay tiempo para todo,
pero lo que no puedes hacer es dedicar todo el tiempo de la
clase a meter datos en las cabezas de los niños que a los 30
días habrán olvidado casi completamente.
" Es más importante abrir una puerta a la
curiosidad de los niños que darles toda la información
¿Qué ha
provocado que ahora los currículums sean tan extensos?
No lo sé.
No sé quién decide meter tanta materia en un año. Pero las
consecuencias son graves. Por ejemplo, que los niños estén
haciendo deberes hasta las tantas porque hay que terminar el
temario... para mí, eso es contraproducente. Hay que dar un poco
de oxígeno para que los chavales tengan ganas de volver a clase
el día siguiente, hay que dejarles con hambre.
Imagino
que en Secundaria eso es tarea imposible...
Es
paradójico. Cuanto más ganas tienen de sentir que son alguien,
es cuando más se les anula. ¿Por qué? Porque las clases son de
50 minutos, porque hay muchísima información que darles en poco
tiempo... Cuanto más necesario es escucharles es cuando menos
tiempo hay para ello. Cuanto más necesidad tienen de participar
en la sociedad es cuando menos tiempo tienen para participar en
la sociedad.
César
Bona con sus alumnos de 5º de primaria en el colegio Puerta
de Sancho, Zaragoza./ P&J
El
Gobierno dice que una de las causas del fracaso escolar es la
falta de incentivos al profesorado. La oposición culpa a los
recortes y usted afirma que no toda la culpa es de las
instituciones. ¿Cuál es la raíz del problema?
A nadie se
le puede convencer de que un recorte va a hacer que la educación
mejore. Un buen maestro con un mal sistema podrá hacer algo, y
con un buen sistema, hará algo definitivamente. Un mal maestro
en un buen sistema hará muy poco; y en un buen sistema, hará muy
poco también. Lo primero es dar lo máximo de nosotros mismos. Y
luego, el sistema tiene que ayudar. La primera causa del fracaso
escolar es que no hacemos de la escuela un lugar donde los niños
quieran ir. Otra causa es que no se tiene en cuenta el factor
humano. Si se recortaran los currículums y tuviéramos más tiempo
para hablar, si los niños tuvieran tiempo para expresar su
creatividad, querrían volver al colegio. Es extraño ver clases
en las que los niños expresen lo que tienen dentro, sus
talentos... Cuando eso sucede, quieren volver a clase porque ven
que tienen algo que todos los seres humanos tenemos: el deseo de
sentirse útiles, escuchados, queridos.
La primera causa del fracaso escolar es que no
hacemos de la escuela un lugar donde los niños quieran ir
Dice
que en sus clases hay empatía, respeto y sensibilidad. Sin
embargo, cuando se hacen leyes, sólo se habla de números,
competencias y resultados.
En 1996,
Jacques Delors preparó un informe sobre cómo tenía que ser la
educación y señaló cuatro pilares básicos: los niños tendrán que
aprender a hacer, aprender a aprender, aprender a convivir y
aprender a ser. ¿Dónde están los dos últimos pilares a estas
alturas?
César
Bona, con un grupo de alumnos de 5º A del colegio Puerta de
Sancho./ P&J
Con
proyectos como 'El Cuarto Hocico', una protectora de animales
virtual creada por los alumnos que ha ido creciendo y se ha
extendido a otros pueblos, aboga por despertar el sentido
crítico de los alumnos y hacerles sentir protagonistas del
cambio. ¿Por qué?
Eso es
mágico. Si a un niño le invitas a participar y a actuar, cambia
todo. Si se sienten ejemplos para otros, se esfuerzan incluso en
hacerlo mejor. Cuando les invitas a mirar a la sociedad y a
aportar algo, intentan cambiar su entorno para bien cambiando
ellos también interiormente.
¿Cómo
reaccionan los padres ante sus propuestas?
Los padres,
por norma, piensan que hemos de educar a sus hijos como ellos
fueron educados. Pero las herramientas cambian, el contexto en
el que viven los niños cambia... Y tenemos que convencerles de
ello. A los futuros maestros les digo que tenemos que ser
perseverantes en este sentido y que es imprescindible el diálogo
con los padres. A algunos les cuesta entender que los niños
tienen que aprender cosas que no están en los libros, pero poco
a poco van comprendiendo la situación. Lo que esta claro es que
cuando a un niño le invitas a superarse, o cuando confías en él,
los resultados son maravillosos. Pero para que tú confíes en un
niño y le escuches, necesitas tiempo.
"Cuando a un niño le invitas
a superarse, o cuando confías en él, los resultados son
maravillosos"
El
tiempo. ¿Qué le diría a un profesor que comparte su opinión pero
dice que no tiene tiempo de hacer esas cosas que propone?
Todos mis
proyectos los he hecho en la escuela pública y he cumplido con
el currículum. ¿Cómo? Recortando cosas que yo consideraba menos
interesantes que escuchar a los niños. ¿Cuál es el resultado?
Que los niños tienen ganas de ir a la escuela, es decir, uno de
nuestros fines. Yo les diría a todos los maestros: "Sé el
profesor que tú quisieras para tu hijo".
Usted
recomienda educar a los niños no sólo para que encuentren
trabajo, sino para encontrarse a ellos mismos. ¿Están preparados
los docentes para educar en la gestión de las emociones?
No todos
estamos preparados para ello, hace falta formación. En realidad,
el personal y el profesional deberían ser caminos paralelos
porque si no tienes formación no te vas a ganar la vida, pero a
mi modo de pensar, una de nuestras misiones ha de ser dar
herramientas a los niños para que sean felices. Cuando
transmites conocimiento, estás dando esas herramientas, pero no
es sólo cuestión de datos sino también de que puedan revertir
esos datos en la sociedad. Lejos de hacer un mundo competitivo,
que es lo que ha hecho la escuela muchas veces, creo que debemos
construir un mundo cooperativo en el que haya sitio para todos,
en el que no haga falta dar codazos.
"Lejos de hacer un mundo
competitivo, que es lo que ha hecho la escuela muchas veces,
debemos construir un mundo cooperativo"
¿Cómo
reaccionan los alumnos que no le conocen cuando les plantea sus
proyectos?
Primero, me
conocen. Y yo les conozco a ellos. Esa es la base de cualquier
relación humana: conocerse. Parece mentira que muchos maestros
lleven años sin conocer a los alumnos a los que pretenden
enseñar. Para mí, la educación es una relación humana. Y si no
conoces a la otra persona, si no conoces sus gustos, sus
preocupaciones, qué le inquieta, qué le gustaría, es difícil
interactuar. Esta es otra de las causas del fracaso escolar: que
no conocemos a nuestros alumnos, no sabemos hacia donde pueden
aplicar lo que se les enseña.