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El 15% de la población escolar podría tener dislexia
y no lo sabe
Este trastorno de origen neurobiológico dificulta el
aprendizaje de la lectura, la escritura y la comprensión lectora
ignacio a. castillo 24.02.2019
Los niños con dislexia
tienen dificultades para escribir. L.
O.
Claves para ayudar a que saquen adelante el curso
La psicopedagoga María Trinidad Iglesias Musach, de
la Universidad del Salvador en Buenos Aires (Argentina), ha realizdo un
estudio en el que aborda como ayudar a los docentes a identificar a los
alumnos que puedan tener dislexia y darles las claves para ayudarlos, según
su edad. Iglesias señala, y de ello se hace eco la publicación digital
Educación 3.0, que una vez el profesor ha identificado un caso de dislexia,
es importante que lo afronte con una actitud positiva con la que el
estudiante se encuentre receptivo y cómodo. Es importante que el entorno en
el que se encuentra el estudiante esté ordenado y organizado. El profesor
debe asegurarse de que el alumno ha entendido bien las explicaciones para
realizar las tareas en clase, ya que esto es esencial para su progreso
escolar. Del mismo modo, la psicopedagoga recomienda usar palabras que
elogien el progreso y las capacidades del estudiante, para que aumente su
autoestima y rendimiento. Sus compañeros de clase deben conocer qué es la
dislexia, por ello, se les ha de explicar en qué consiste y cómo afecta. El
profesor también debe consolidar la memoria a corto y largo plazo del
alumno, basándose en la repetición de conceptos. También facilitar el uso de
la tecnología en período de exámenes, como las pizarras digitales o un
ordenador portátil, para compensar sus dificultades a la hora de escribir.
El 21% de los niños que lo sufren fracasan en sus
estudios - Si no se detectan, pueden pasar por malos alumnos que no quieren
estudiar
«No soy vago ni soy
tonto. Se llama dislexia». De esta manera, la
Asociación Dismálaga quiere hacer visible en la escuela la existencia de
este trastorno neurobiológico que cada vez tiene una mayor relevancia en la
sociedad. De hecho, los últimos informes internacionales señalan que un 15%
de la población en edad escolar podría sufrirlo. Y la gran mayoría no lo
sabe. La dislexia dificulta el aprendizaje de la lectura, la escritura y la
comprensión lectora. Pero no afecta a la inteligencia de quien la padece.
Tiene un fuerte componente hereditario y quien es disléxico lo es de por
vida, aunque los niños son los que tienen más problemas para compensar sus
dificultades.
Isabel María Muñoz Checa es la
presidente de Dismálaga y de la Plataforma Dislexia, que lleva a cabo las
mismas actividades de sensibilización en toda España. Explica que no todas
las personas que tienen este trastorno presentan los mismos problemas ni en
el mismo grado. «Esta es una de las razones por las que, precisamente, su
detección puede resultar más compleja», señala. Esta alteración de la
capacidad fonológica del individuo, que le lleva a alterar las palabras y a
unirlas o separarlas incorrectamente, hace que el alumno escriba mal, no
comprenda bien lo que lee y no le guste hacerlo, porque se fatiga, debido a
que hace un esfuerzo mayor. «Prestan tanta atención a no equivocarse leyendo
que su atención le impide comprender lo que leen», resume la presidenta de
la asociación. Sin embargo, si no está diagnosticado, es tenido por un mal
estudiante, por ser revoltoso, por no atender en clase y por no querer hacer
la tarea. El retraso escolar se aprecia en los primeros cursos.
«Mi hijo mayor es disléxico y antes de
saberlo le castigábamos porque creíamos que es que no quería.
Ahora, sin embargo, el sentimiento que nos inspira es de admiración, al ver
todo lo que se esfuerza», explica Muñoz.
Aunque se ha avanzado en los últimos años, la
dislexia es todavía invisible para buena parte de la comunidad educativa.
Los colegios no tienen las herramientas necesarias para censar a estos
alumnos. Desde los centros educativos, por medio de una evaluación, pueden
elaborar un informe psicopedagógico que servirá al alumno para ser
censado y aplicar las medidas que necesite. Pero, a la hora de la
verdad, reconoce Muñoz, «esto es una utopía». Por esto mismo surge la
iniciativa de la Plataforma.
De hecho, el 21% de los niños que tiene
dislexia sacan malas notas y sufren fracaso escolar.Porque tampoco
se ponen los medios para ayudarles en clase.
En realidad, es un trastorno que puede detectarse
desde los primeros años de escolarización, siempre y cuando se conozcan los
signos. Y en eso están estas familias, orientadores y pedagogos que forman
parte de la asociación. «Vamos a los colegios de forma gratuita y hacemos
charlas al profesorado y a los equipos de orientación para a convencer a los
docentes que la dislexia no es un invento, sino que los alumnos que la
sufren tienen verdaderas dificultades de aprendizaje. Que no es que
no se esfuercen o pasen. Les explicamos en qué consiste y cuáles
son las señales para detectarlos lo antes posible», explica.
¿Cómo detectarlos?
Aunque los primeros síntomas pueden identificarse a
partir de los 6 años, los primeros indicios pueden darse antes. Dificultades
en el procesamiento y en la conciencia fonológica, en rimar palabras, escasa
habilidad para recordar frecuencias y series, problemas para mantener el orden
secuencial en palabras polisilábicas (zapallita por zapatilla), o para aprender
el nombre de los colores... son algunas claves para detectar casos en
Infantil. La dislexia también puede afectar a la psicomotricidad, a la atención
que presta el alumno en clase y a la velocidad a la hora de llevar a cabo tareas
cotidianas, desde memorizar datos hasta abrocharse los botones. Mientras, en
Primaria los alumnos presentan dificultades en la memoria de trabajo, su
velocidad lectora es baja, también tienen problemas para adquirir el código
alfabético o la correspondencia grafema-fonema, su lectura es silabeante.
Cuando ya son más mayores, a partir de 12 años, los
síntomas son distintos. Presentan una pobre competencia lingüística
en general y dificultades en la lectura y pronunciación de palabras
desconocidas, sobre todo cuando tienen que hacerlo en voz alta.
«Invierten el orden de las sílabas.
Ven igual 'p' y la 'q'. Sufren omisiones, porque escriben de memoria, de
forma visual, así que les puede faltar una letra sin darse cuenta, y
escribir 'mazana' en vez de 'manzana' y creer que está bien. O 'albor' en
vez de 'árbol', sin ver la diferencia», explica la presidente de Dismálaga.
Muñoz Checa insiste en que no se trata de una
discapacidad. «Hay muchísimas personas importantes, con carreras de
éxito, que tienen dislexia», dice. «Pero sí es verdad que si no
está diagnosticado puede afectar a la autoestima», precisa.
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