El adolescente que luchó por
retirar los crucifijos de su instituto se
reivindica: "No se puede imponer una sola
religión"
Héctor Sánchez, de Córdoba, no tiene la
sensación de haber protagonizado una
reivindicación fallida sino de haber
compartido "una lucha por un derecho"
El
joven, en una imagen del vídeo difundido
el año
pasado a través de Córdoba Laica
Por Javier
Ramajo
4 de julio 2020
Para el próximo curso se
tiene que desplazar a otro pueblo para
hacer Bachillerato pero deja tras de sí
"una lucha por un derecho", como define
el joven Héctor Sánchez su
particular cruzada
contra la presencia de crucifijos en las
aulas del que hasta ahora ha sido su
centro educativo durante los últimos
años, el IES San Roque de Dos Torres
(Córdoba). Hace unos días llevaba a la
Delegación de Educación de la Junta más
de 6.000 firmas recogidas, junto a
Córdoba Laica, para que se cumpla la Constitución
Española ("ninguna confesión tendrá
carácter estatal" -art. 16.3-) y el Estatuto
de Autonomía de Andalucía ("la
enseñanza pública, conforme al carácter
aconfesional del Estado, será laica"
-art.21-), según insiste.
"No se ha cambiado la
simbología religiosa que tienen las
aulas pero he visto que tenemos que
luchar por los derechos fundamentales
que tenemos las personas", zanja este
joven adolescente en conversación
telefónica con eldiario.es
Andalucía. "En muchas ciudades a lo
mejor se ve más normal porque está muy
arraigada la religión y no hay mucha
mente abierta, pero por ejemplo en mi
pueblo mucha gente me ha apoyado. Son
distintas opiniones que cada uno puede
tener", comenta.
Uno de esos apoyos está
contenido emotivamente en una carta
abierta de una ciudadana que acaba
de hacer pública Córdoba Laica y que
alaba la "bocanada de aire fresco" que
ha supuesto Héctor "en el desierto
patrio". "Mientras la mayoría de los
chicos y las chicas de tu edad piensan
únicamente en divertirse y poco más, tú
tienes la madurez y la capacidad de
entrega necesarias para darte a los
demás, para intentar que se respeten los
derechos de todo el mundo, sin
importarte el precio y a sabiendas de
que ese coste es alto, mucho más alto de
lo que a simple vista pueda parecer",
dice el escrito.
"Ha sido una aventura
para mí"
Mientras la
Junta lleva al menos 15 años dejando la
decisión del mantenimiento o retirada de
los símbolos religiosos en los
colegios públicos en manos de los
consejos escolares, Héctor sigue
pensando en los años que tengan que
pasar para que su reivindicación se
convierta, quién sabe, en una realidad.
"Los alumnos de otra religión o de otra
filosofía de vida que vayan al que era
mi instituto se pueden sentir atacados
al ver que se impone una religión que no
es la suya. Por eso es mejor no tener
nada a tener simbología de una religión.
Si ponemos simbología, pongamos las de
todas las religiones del mundo. Si solo
ponemos una, estamos marginando a los
demás que no tienen religión o
directamente son de otra religión. No se
puede imponer una sola religión",
sentencia el joven.
Héctor no tiene la
sensación de haber protagonizado una
reivindicación fallida sino de haber
compartido "una lucha por un derecho":
"Todo esto ha sido una aventura para mí.
He crecido personalmente mucho y ahora
tengo las cosas mucho más claras. Ahora
tengo más años. En 1º de ESO [cuando
inició su 'aventura'] tenía 11 años y
necesitaba que mis padres me explicaran,
pero ahora lo vero claro".
El curso que viene, el
primero de la 'nueva realidad' de
convivencia con el coronavirus, será su
debut en el IES Antonio María Calero, en
Pozoblanco (Córdoba). Ha elegido
"humanidades mixtas" y después piensa en
hacer "Arqueología o algo así". "Todavía
tengo tiempo", dice, mucho del cual ha
invertido gratuitamente en saciar su
"hambre de bien común", como le decían
en la carta abierta. Quizás, cuando pase
más tiempo, se convierta en un precursor
del final de la simbología religiosa en
centros públicos de un estado
aconfesional. "Ojalá", responde con la
esperanza aún intacta pese a su
continuado intento sin recompensa.
Para el portavoz de
Córdoba Laica, José Antonio Naz,