David Hernández ha vivido
gran parte de su vida en Olivares de
Duero, un pequeño municipio de 313
habitantes situado en la
provincia de Valladolid. Él, como
otros tantos niños de la zona, tenía que
recorrer cada día más de 23 kilómetros
para poder acudir a su instituto,
situado en Tudela de Duero. Ese
obstáculo no le impidió años después
graduarse en Arquitectura y cursar un
máster para convertirse en profesor. Sus
ahora alumnos de segundo de bachillerato
del IES Conde Lucanor, situado en
Peñafiel (Valladolid), también han
estudiado en un instituto de un medio
rural y han tenido buenos resultados
académicos: estos 24 estudiantes han
conseguido un 9,176 de media sobre 10 en
la asignatura. “Me siento orgulloso de
ellos y a la vez me siento identificado
con su situación”, cuenta el docente a Verne por
teléfono.
Este profesor, de 32 años
afincado en Valladolid, se sintió
“eufórico al ver los resultados” y quiso
compartirlo en Twitter, una de sus redes
sociales favoritas, explica. El tuit,
publicado el 10 de julio, ya acumula
18.000 me gusta y más de 1.500
comentarios. En él, destaca sobre todo
el mérito que tiene el hecho de que esta
nota tan alta se haya dado en un
instituto público situado
en un municipio que cuenta con unos
5.000 habitantes. “En el pueblo, que
está a 50 kilómetros de la capital, las
familias tienen un nivel socioeconómico
más bajo. Por norma general suelen tener
muchas más dificultades”, explica
Hernández. "Además, sigue siendo
diferente el acceso a la cultura que
puedes tener respecto a una gran
ciudad”. Al centro también acuden
alumnos de pueblos más pequeños de la
zona.
Este curso es el primero
en el que el docente imparte clases de
matemáticas en este centro. Sin embargo,
no es la primera vez en la que da clases
en pequeños municipios ya que antes
había sido profesor en otro pueblo
situado en Soria. Y no solo en medios
rurales, también tuvo trabajando dos
años en un colegio concertado en
Valladolid. Comparando todas sus
experiencias, opina que “los avances
siempre llegan en último lugar” a los
pueblos. “Desde las instituciones dicen
que apuestan por
la "España vacía" y no es cierto.
Puede parecer una tontería, pero la
diferencia con la ciudad se nota desde
las pizarras que usamos hasta las
ventanas que hay en el aula. Todo está
más deteriorado”, sostiene el profesor.
Este es solo uno de los
ejemplos que pone para entender la
diferencia entre la educación pública en
centros rurales o en las ciudades. Entre
todas las dificultades con las que se ha
encontrado, Hernández cree que la más
importante es la elevada tasa de
interinidad. “En Castilla y León no
sacan prácticamente plazas fijas y los
alumnos cada año tienen un profesor, que
no conocen y que se acaba yendo”,
explica. A esta traba, y según sus
palabras, se suma otra: el difícil
acceso a los pueblos. “La carretera que
lleva a Peñafiel es una de las más
peligrosas de España. Si se arreglase la
comunicación, además de que desde
Valladolid se tardaría 30 minutos y no
50 en llegar, la gente tendría más ganas
de quedarse allí”, cuenta.
Aún con todo, Hernández
reconoce que - como apuntaba uno de los
comentaristas en Twitter - la enseñanza
rural a veces tiene la ventaja de ser
personalizada. “Me han dicho que en los
pueblos, y sobre todo en cursos
superiores, se da clase muy bien. Es
verdad que a veces se puede poner más
empeño con menos alumnos, pero este año
tampoco ha sido mi caso porque tenía a
27 estudiantes en clase”, explica. Este
curso, la experiencia ha estado limitada
por la
interrupción de clases por la covid-19.
Sin embargo, el profesor cuenta que han
seguido comunicándose “mucho a través de
videollamada” y que afortunadamente
ningún alumno ha tenido problemas con la
conexión. “Al pueblo no llega la fibra
óptica, tenemos ADSL, pero es suficiente
para dar clase”, afirma.
El futuro de sus alumnos
que han aprobado selectividad está fuera
del pueblo. Muchos de ellos, según
explica el docente, van a cursar sus
grados en ciudades de Castilla y León.
“En la provincia, aunque a veces solo
haya una opción en cada ciudad, hay
mucha oferta de carreras", afirma. Otros
se marcharán a Madrid. "Allí tienen aún
más posibilidades para elegir”, asegura.
Él no sabe cuántos años dará clase en
Peñafiel. Aún con la plaza de profesor
recién sacada en el municipio, el
profesor duda si su carrera profesional
va a seguir allí. “Que arreglaran la
carretera sería fundamental para que me
quedara. No me jugándome la vida durante
10 años para llegar al instituto. Es
inasumible”, sostiene.
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