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Esto sí es un buen castigo: si todos los entrenadores fueran como Matt Labrum...

03.10.2013


El fútbol no es competición, o no es fundamentalmente eso, y es una idea que algunos entrenadores y muchos padres suelen olvidar. Tiene un componente elevado de trabajo en equipo, de sacrificio por el conjunto, y posee numerosos elementos educativos: enseña cómo comportarse con tus compañeros, con los rivales y con quienes te observan. Sin embargo, todos estos aspectos se relegan en pos del triunfo o de las prioridades de quienes mandan en los puestos directivos o en el banquillo.

No es el caso de Matt Labrum, entrenador de un equipo de Utah, la Union High School, que cuenta con 41 jugadores en varias categorías y que ha sabido poner por delante los valores de los resultados. Ríete de José Mourinho y sus célebres castigos a aquellos jugadores que no se comportan como lo exige. Labrum ha suspendido a sus pupilos a causa de su inadecuado comportamiento fuera del campo, desde saltarse las clases hasta realizar ciberbullying.

Ganarse el derecho a jugar

“Sentíamos que todo estaba yendo en una dirección a la que no queremos que nuestros jóvenes se dirijan”, afirmó Labrum al explicar su decisión. “Teníamos que tomar partido”.

La tarea del entrenador no debe circunscribirse a la simple transmisión de táctica y técnicaEl entrenador y sus ayudantes se reunieron en el vestuario al término del último partido, les transmitieron que estaban preocupados por el comportamiento que estaban teniendo fuera de la cancha y les comunicó que no podrían volver a jugar hasta que no se ganaran ese privilegio. Al día siguiente les entregó un documento en el que explicaba qué tendrían que hacer si querían volver a lucir sus camisetas en el campo.

Para Labrum, el fútbol es un instrumento educativo que “sirve para moldear el carácter” y la tarea del entrenador no debe circunscribirse a la simple transmisión de táctica y técnica. “Queremos ayudar a los padres criar a sus hijos. Queremos ser una influencia positiva. Queremos ser un activo”.

Aprendiendo por las malas

En el documento, el entrenador fijaba tareas peculiares. Nada de entrenamiento físico ni de preparación táctica. Sus obligaciones consistían en cumplir con el servicio comunitario, hacer sus deberes escolares y asistir a una clase sobre el desarrollo del carácter. También están obligados a ayudar en casa y a escribir un informe acerca de sus acciones y, por supuesto, deben acudir puntuales a sus clases. Aquellos que hayan suspendido, están obligados a mejorar sus notas si quieren jugar.

No es un castigo, es una oportunidad de ayudar a la comunidadEl equipo directivo del colegio fue informado de la decisión antes de que sucediera, y la apoyaron plenamente. Sobre todo, ante la gravedad de algunos de los comportamientos de los jugadores, relacionados con el acoso escolar. Los profesores tuvieron noticia pocos días antes de que uno de los alumnos había sido insultado por jugadores de dicho equipo a través de la red social ask.fm. Labrum se reunió con el joven el lunes de la pasada semana y decidió tomar cartas en el asunto.

Debido al anonimato de la red, los entrenadores no fueron capaces de averiguar quién era el miembro del conjunto que estaba insultando al joven, por lo que decidieron hacer partícipe al equipo completo. “Fuimos muy abiertos con los jugadores sobre lo que habíamos oído”, confesor el entrenador. “No queremos que eso aparezca en nuestro programa. Quien quiera que esté llevando a cabo el acoso, queremos devolverle al camino correcto”. Se trataba de un grano de arena más en la montaña que la indisciplina y la falta de puntualidad de los jugadores habían contribuido a crear.

“Nuestro programa no se dirigía hacia donde queríamos que fuese. No estábamos alcanzando a los jóvenes de la manera que queríamos hacerlo”, reconocía Labrum. Por eso mismo, el entrenador ha gozado del apoyo de los padres de los deportistas. Uno de ellos manifestaba que no lo veía como un castigo, sino como una oportunidad “para hacer algún bien a la comunidad”. Otro señalaba, después de hablar con el entrenador, que después de conocerlo tenía todo su apoyo: “Si no me uno al entrenador y al equipo, soy parte del problema”.