Que un
retoño de la familia real británica sea escolarizado en un
centro que aplica pautas alejadas del canon convencional tiene
muchas lecturas. Cuando la pasada semana el príncipe George, de
2 años, se separó sin aspavientos de sus padres, los Duques de
Cambridge, para acudir por su propio pie a la guardería
Montessori de Westacre, en Norfolk, la perplejidad cundió entre
muchos británicos. ¿Por qué el Príncipe Guillermo y Kate
Middleton evitaban la escuela tradicional? ¿Qué tienen de
particular los centros que aplican el sistema pedagógico
Montessori?
La elección del matrimonio pone de manifiesto el
avance de los llamados sistemas pedagógicos alternativos, que
ganan día a día terreno a la educación convencional. Se trata de
métodos ideados en las primeras décadas del siglo pasado que
anteponen el desarrollo de las cualidades personales a la
acumulación de conocimientos. Los más extendidos son Montessori
y Waldorf, que han logrado tejer una tupida red de centros
educativos por todo el mundo. El sistema creado por la italiana
María de Montessori (1870-1952) tiene 20.000 mientras que el
concebido por el austriaco Rudolf Steiner (1861-1925) suma unos
2.000.
Las propuestas pedagógicas de Montessori y
Steiner adquirieron gran proyección el siglo pasado en la medida
en que representaban una concepción radicalmente distinta de la
educación que había prevalecido hasta entonces. Frente a una
enseñanza caracterizada por la disciplina y el sometimiento que
se inspiraba en la divisa de ‘la letra con sangre entra’, las
nuevas pedagogías alentaban la autonomía del niño y le
procuraban herramientas para que sacase a la luz sus cualidades.
«María de Montessori observó que todos nacemos con curiosidad y
ganas de aprender, y trazó un itinerario pedagógico para
potenciar en la infancia esas capacidades naturales», apunta la
presidenta de la Asociación Montessori en España, Ana Juliá
Barnadas.



En imágenes
un ritmo propio
Un ritmo propio.
Las fotos muestran a alumnos del colegio Montessori-Palau de
Girona, pionero en la aplicación del sistema en España. La
principal diferencia con respecto a la escuela tradicional es
que los estudiantes avanzan a su propio ritmo. Si por ejemplo un
alumno está absorto en una lección de matemáticas, puede estar
tres horas concentrado en la materia. El guía (profesor) vela
para que haya un equilibrio entre todas las asignaturas y se
completen los temarios.
Optimismo. Los resultados académicos de los alumnos
Montessori suelen estar por encima de la media. Además, se
fomentan valores como el optimismo, la seguridad o la
creatividad. / SUR
Tanto Montessori como Waldorf tienen una
fuerte penetración en Estados Unidos, donde cuentan con decenas
de miles de alumnos. El sistema de la pedagoga italiana ha
adquirido una renovada pujanza al otro lado del charco después
de que hace un par de años se hiciese público que muchos de los
líderes de empresas que han triunfado en internet habían
estudiado en sus centros. Casualidad o no, los fundadores de
firmas como Google, Amazon o Wikipedia fueron educados en aulas
Montessori. El protagonismo que en los métodos pedagógicos
alternativos tiene la construcción de una personalidad autónoma
explica en parte su éxito en una sociedad en la que lo
individual prevalece sobre lo colectivo.
España fue uno de los países pioneros en la
implantación del sistema Montessori. Su propia fundadora llegó a
vivir en Barcelona huyendo del acoso del fascismo en su país. La
Guerra Civil, no obstante, truncó aquellas iniciativas y hubo
que esperar al regreso de la democracia para recuperar su
legado. Ahora hay entre ocho y diez centros Montessori en
España. Algo mayor es la presencia de colegios Waldorf, cerca de
una veintena, que se han hecho populares al saberse que actores
como Penélope Cruz y Javier Bardem o la exministra Ángeles
González Sinde los han escogido para sus hijos.
Ejemplo y asimilación
Montessori, Waldorf y otros métodos menos
extendidos como las escuelas libres o las constructivistas
plantean proyectos educativos diferentes pero comparten también
algunos principios básicos: el respeto a los ritmos de los
niños, la puesta en valor del juego, la prioridad del
aprendizaje experimental y autoguiado sobre el memorístico, el
fomento de la autonomía, la valoración de inteligencias más allá
de la matemática, la colaboración como alternativa a la
competitividad...
La enseñanza oficial ha ido asimilando con el
tiempo muchas de estas propuestas. Eduardo García, director del
colegio Montessori Conde de Orgaz de Madrid, recuerda que cuando
la pedagoga italiana sentó hace cien años las bases de su método
con enunciados como que todos los niños son iguales más allá de
su sexo, su origen social o su nacionalidad, su discurso
resultaba revolucionario. «Muchas cosas que entonces parecían de
otro mundo, como trabajar para que se asuman valores como el
optimismo, la seguridad o la creatividad, se han ido
incorporando a la educación convencional», puntualiza García.
En ese proceso de asimilación han tenido gran
protagonismo los sistemas educativos de los países nórdicos,
tradicionalmente a la vanguardia en materia de formación. «Al
terminar la Segunda Guerra Mundial –prosigue el director del
colegio– países como Suecia y Finlandia vieron que era necesario
dar un golpe de timón a sus sistemas públicos de enseñanza y
recurrieron a la metodología Montessori. Los demás fueron
incorporando con el tiempo algunas de esas pautas, de forma que
muchos recursos ideados por María de Montessori forman hoy parte
del acervo pedagógico universal aunque no lleven su nombre».
En los centros Montessori conviven chavales de
diferentes edades en la misma aula. Eso hace que los mayores
vayan asumiendo de forma natural el liderazgo y guíen a los más
pequeños en el aprendizaje. Las habitaciones donde se imparten
las clases son amplias y luminosas con el fin de que el niño se
sienta a gusto. «Se trata de crear un ambiente que haga sentirse
cómodo al alumno para que pueda trabajar a su ritmo». Los
profesores se llaman guías porque su objetivo no es tanto
transmitir sus conocimientos como hacer que los niños los
adquieran por su cuenta fomentando su curiosidad natural. «Lo
normal en la educación convencional –señala Eduardo García– es
que el educador llegue al aula y empiece a soltar su discurso de
tal forma que muchos alumnos se van desconectando porque pierden
el interés. En nuestras clases intentamos despertar su
curiosidad para que ellos mismos realicen el aprendizaje».
María de Montessori visitando el aula de uno de los colegios
inspirados en su método pedagógico en Londres en 1946. /
Kurt Hutton
Los centros Montessori están homologados, de
forma que el temario es idéntico al que se imparte en los
colegios oficiales. Los resultados académicos están por encima
de la media aunque puede que en ello también influya que las
familias que los escogen suelen tener una situación económica
desahogada. En su mayoría son colegios privados con precios que
están entre los 500 y los 700 euros mensuales por alumno. La
demanda, asegura el director del colegio Montessori Conde de
Orgaz, es cada vez mayor: «Ahora hay unos seiscientos alumnos y
con la cantidad de solicitudes que recibimos tendríamos un
margen muy amplio para crecer. Sin embargo, preferimos no
hacerlo porque así podemos trabajar mejor».
En otro de los buques insignia del método
Montessori en España, el colegio Palau de Girona, tampoco pueden
atender todas las peticiones de matrícula. Los buenos resultados
académicos de los alumnos influyen aunque los padres también
tienen en cuenta otros factores. «Es un sistema ideado para
sacar lo mejor de los niños en lo académico pero también en su
relación con la sociedad, algo que cada vez se valora más»,
observa Ana Juliá, que además de presidir la Asociación
Montessori es miembro del equipo directivo del colegio
gerundense. ¿Qué es lo que en última instancia hace que las
familias se decanten por el sistema? «Cuando llevamos a los
padres a las aulas para que vean cómo son las clases suelen
desaparecer todas sus dudas».
ALGUNOS ALUMNOS
De Ana Frank a García Márquez.
El sistema pedagógico ideado hace ya un siglo por María
de Montessori ha inspirado desde hace décadas a colegios de todo
el planeta. Alumnos de sus centros fueron Ana Frank, autora del
diario que estremeció al mundo, o el Nobel de Literatura Gabriel
García Márquez.
Triunfadores de InternetMuchos de los fundadores de
empresas que han triunfado en internet estudiaron en centros
Montessori de Estados Unidos. Es el caso de Larry Page y Sergey
Brin, creadores de Google, Jimmy Wales (Wikipedia) o Jeff Bezos
(Amazon). Google deja un amplio margen de libertad a sus
trabajadores para fomentar su creatividad siguiendo las pautas
del método Montessori.
20.000 centros escolares siguen el sistema Montessori
en todo el planeta. El colegio más grande del mundo, el City
Montessori School, está en Lucknow (India) y tiene 50.000
alumnos