SINC |
| 16
junio 2014 10:39
La clase social alta de los padres compensa a los malos
estudiantes. Esta desigualdad disminuye gradualmente al
pasar de los escolares con peores calificaciones a los
de mejores notas. / Sinc - Olmo Calvo.
Las calificaciones de los niños en la escuela influyen en
su probabilidad de abandonar los estudios, pero el efecto es
distinto según su origen social: entre los estudiantes con
malas notas, los de clase alta tienen más oportunidades de
remontar que los hijos de obreros poco cualificados. Así se
desprende de un estudio llevado a cabo por investigadores de
la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) y el
European University Institute.
“El estudio trata de disociar el efecto de las notas –que se
conoce como ‘fuente primaria’ de los resultados educativos– de
otros procesos que, vinculados al estatus socioeconómico de
los padres, determinan las oportunidades educativas de los
individuos. Es la primera vez que se hace un estudio así en
España, un país en el que la escasez de estadísticas
educativas es muy grave comparado con otros de la Unión
Europea”, declara a Sinc Héctor Cebolla Boado, investigador de
la UNED y coautor de la investigación.
Según sus resultados, el rendimiento escolar no se interpreta
de la misma forma por los individuos de distinto origen
social. Existe un efecto de compensación por el que los
estudiantes de clase alta tienen una probabilidad mayor de
alcanzar estudios superiores que los de clase baja, aunque sus
notas sean malas.
"Las clases altas tienen segundas oportunidades con las que
los hijos de los menos favorecidos no cuentan",
explica Héctor Cebolla Boado
“La desigualdad por clase social de origen es máxima entre los
peores estudiantes. Las clases altas encuentran estrategias
para compensar los problemas de rendimiento de sus hijos y,
cuando estos van mal en la escuela, tienen segundas
oportunidades con las que los hijos de los menos favorecidos
no cuentan. Llamamos a esto efecto compensación”, asegura el
científico.
Esto supone que la clase social alta de los padres compensa a
los malos estudiantes. “Fracasan, en resumen, pero lo haceSinn
menos de lo que cabría esperar si fueran hijos de pobres. Esto
implica que no todo es el rendimiento escolar. Hay procesos
familiares poco tratados por las políticas públicas que tienen
una incidencia significativa”, resalta Cebolla. Esta
desigualdad disminuye gradualmente al pasar de los escolares
con peores calificaciones a los de mejores notas.
“La probabilidad de que un estudiante siga con sus estudios
más allá de los 16 años si proviene de las clases más
aventajadas cuando sus notas son malas es del 56%, frente al
20% de los hijos de hogares en los que el cabeza de familia es
un trabajador no cualificado”, recalca el estudio.
El 70% de los hijos de jornaleros y el 44% de los nacidos en
familias de obreros no cualificados abandonaron la escuela a
la edad de 16 años
De las más de 3.000 personas encuestadas –los datos se
recopilaron en 2006 y la muestra restringe a los nacidos con
posterioridad a 1960– el 88% de los que son hijos de
directivos y profesionales continúan estudiando al acabar la
secundaria inferior. Por el contrario, el 70% de los hijos de
jornaleros y el 44% de los nacidos en familias de obreros no
cualificados abandonaron la escuela a la edad de 16 años.
Por otro lado, el 61% de los estudiantes que provenían de
familias de jornaleros y el 48% de los que descendían de la
clase trabajadora no cualificada afirmaron que sus notas eran
regulares o malas. Entre los hijos de directivos y
profesionales solo el 29% se identificó con esta situación.
Subdesarrollo estadístico
en materia educativa
Los datos de la Organización para la Cooperación y el
Desarrollo Económicos (OCDE) indican que España es de los
países de la UE con tasas más altas de fracaso escolar, sin
embargo, las estadísticas educativas que permitirían conocer
las causas de este fenómeno son muy escasas. “Vivimos una
especie de subdesarrollo estadístico en materia educativa. No
existen paneles longitudinales o estudios de cohorte como en
otros países”, puntualiza el investigador.
Las Comunidades Autónomas producen algunos datos de esta
naturaleza pero no suelen estar publicados “para su análisis
en abierto sin límites”. El experto cree que esto se debe en
parte a “una falta de tradición que vincule políticas y
evidencia científica”.
En este sentido, cabe destacar que el Instituto Nacional de
Evaluación Educativa ha comenzado a aplicar una política de
apertura y transparencia inédita. Ahora, dice el investigador,
falta que lo hagan también las Comunidades Autónomas y que se
coordinen todas las administraciones para producir un estudio
longitudinal que siga a los escolares desde, al menos, su
entrada en primaria hasta el final de la secundaria.
“El fracaso escolar es el resultado de procesos muy complejos,
algunos muy sutiles, por lo que son muy difícilmente tratables
con políticas públicas al uso. Lo que parece generar más
consenso es que una educación preescolar –que implique un
estímulo uniformador de las capacidades de los niños–, es la
herramienta más eficiente en términos de coste y beneficios
para que las oportunidades educativas sean las mismas entre
los hijos de los más y menos favorecidos. Con todo, es
impensable que incluso esta medida erradique la desventaja de
los menos favorecidos”, concluye Cebolla.
Referencia bibliográfica:
Fabrizio Bernardi y Héctor Cebolla. “Social Class and School
Performance as Predictors of Educational Paths in Spain”
REIS 146: 3-22. doi:10.5477/cis/reis.146.3