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https://www.publico.es/politica/lucha-instituto-diputada-ultra-vox.html
La lucha del instituto que logró echar a la diputada más
ultra de Vox
Afirma que "el feminismo es cáncer" y que "coser botones
empodera mucho". Sin embargo, Alicia Rubio tuvo que dejar su cargo de jefa de
estudios en un colegio después de que los alumnos protestasen por su apoyo al
bus tránsfobo de HazteOír.

Alicia Rubio, diputada de Vox en la Asamblea de Madrid.
/ VOX
Madrid, 25 de noviembre 2019
HENRIQUE MARIÑO
Saltó a la palestra a mediados de noviembre cuando afirmó
en el pleno de la Asamblea de Madrid que “el feminismo es cáncer", pero las
ideas retrógradas de la parlamentaria de Vox Alicia V. Rubio ya era
sobradamente conocidas desde hace años en el instituto donde ejerció de jefa de
estudios adjunta hasta que los alumnos y las alumnas forzaron su cese. “Ya
estaba tardando, porque con las burradas que soltaba…”, explica Javier, quien la
tuvo como tutora y profesora en el IES Arquitecto Peridis de Leganés.
Sus compañeros eran
conscientes de que tanto ella como su marido, el director del centro, eran “muy
conservadores”. Sin embargo, habían soportado los comentarios de la docente
hasta que ambos participaron en marzo de 2017 en un acto de HazteOír en la
Universidad Complutense.
Entonces, la organización
ultra acudió al campus madrileño con un bus tránsfobo cuyo lema era Los
niños tienen pene. Las niñas tienen vulva. Que no te engañen. Si naces hombre,
eres hombre. Si eres mujer, seguirás siéndolo. “No hay que defender a los niños
homosexuales, si es que existe semejante cosa, o a los niños trans. Hay que
defender a todos los niños”, declararía tiempo después Rubio en televisión.
“Los estudiantes de otros
institutos empezaron a decir que éramos unos fachas al vincular nuestro centro
con la profesora, lo que afectó a la comunidad educativa. No podíamos tolerar su
actitud y decidimos protestar”, explica Pablo, quien entonces cursaba
segundo de Bachillerato. Las madres y los padres, por su parte, escribieron una
carta en la que criticaban la presencia activa de “ambos miembros del claustro”
junto a integrantes de la plataforma HazteOír, que había llevado a los
profesores a reunirse para abordar el asunto.
Entre las medidas adoptadas,
la misiva señalaba que “el claustro en pleno pide al director [Antonio J.
Fraguas] que se disculpe ante todos ellos [...], puesto que se han sentido
agredidos” y dejaba claro que “mayoritariamente se pide la dimisión de la jefa
de estudios adjunta”, quien también había dado clases de Educación Física y de Valores
Éticos.
La Ampa advertía de que no
deseaba que el centro fuese relacionado “con ninguna corriente de opinión, ni
política ni ideológica”, al tiempo que exigía “programas que fomenten la
igualdad, diversidad, prevención de la violencia de género y educación
sexual para conseguir una sociedad diversa, abierta, plural, integradora y
tolerante donde tienen cabida todos los modelos de familias y todas las
orientaciones e identidades sexuales”.
Todo lo contrario a las tesis
defendidas por la actual parlamentaria madrileña de Vox, quien en el
pleno del 14 de noviembre sembró la polémica con sus exabruptos: "Si los chicos
eligiesen más la costura, mejor, porque empodera
mucho coser botones. Yo propondría, como Vox, que en vez de feminismo [se
impartiese como] asignatura obligatoria costura". Rubio es la autora del libro Cuando
nos prohibieron ser mujeres… y os persiguieron por ser hombres, cuyo
subtítulo reza: Para entender cómo nos afecta la ideología de género, que
contribuyó a avivar el fuego cuando los estudiantes conocieron su existencia.
“La llamábamos la Facha y
al principio no le dimos importancia, pero luego saltaron las alarmas”, explica
Pablo. “Algunos compañeros ya me habían avisado de sus tintes ideológicos y de
que no paraba de posicionarse claramente contra el aborto, hasta que una chica
le preguntó por el 016”, el servicio telefónico de información y
asesoramiento jurídico en materia de violencia de género. “Ella le respondió que
ese número estaba para romper las familias y que los problemas se resolvían en
casa”.
El 15 de marzo de 2017 los
alumnos y las alumnas se pusieron en pie de guerra. “Nosotros no éramos
responsables de su mierda ideológica”, añade Pablo, quien recuerda que también
se posicionaron en su contra la Ampa y los profesores. “La mayoría estaba
a favor o se mantuvo al margen; hubo pocos docentes que no respaldaron la
protesta”. Ahora, tras las recientes declaraciones de Rubio en el Parlamento
autonómico, las madres y los padres prefieren olvidar aquellos tiempos.
“Alicia Rubio ya no está
vinculada con el Instituto, por lo que la directiva del Ampa no considera
oportuno” manifestarse sobre ella, justifican brevemente por escrito.
“Consideramos que su paso por el Instituto corresponde al pasado y no procede en
la actualidad relacionarla con él”, concluyen los padres y madres, quienes en su
día defendieron la labor de los profesores del IES Arquitecto Peridis, a
quienes calificaron como “excelentes profesionales”.
Hay estudiantes que incluso
reconocen que algunos compañeros “podrían tenerle cariño” a su marido. Marta,
quien fue alumna de ambos años antes de las protestas, afirma que Fraguas fue
“uno de los mejores profesores que he tenido”. No obstante, estima que los
responsables de un instituto público no deberían manifestarse con
HazteOír, ni tener actitudes en las aulas como las de Rubio.
“Cuando se abordaban temas
como el aborto, se metía en cuestiones que una profesora no debería tocar, pero
ella no aceptaba de ningún modo la interrupción del embarazo. A una amiga mía la
expulsó un par de veces por ser bastante feminista y a una persona no
heterosexual le dijo que no era normal”, asegura Marta, quien no fue testigo de
los acontecimientos que llevaron a las protestas, pues se produjeron después de
que ella dejase el instituto.
Los alumnos y alumnas
entrevistados aseguran que en marzo de 2017 colgaron banderas arcoíris “para
decorar las aulas, aunque el director las mandó quitar”, explica Sonia.
“Ella adoctrinaba a tope en Valores Éticos. Si estábamos a favor del aborto, se
dedicaba a criticar el feminismo en las clases y a decir que las mujeres éramos
unas histéricas y que nos merecíamos lo que nos pasaba. Por supuesto, para
Alicia el colectivo LGTBI no existía”, concluye esta exalumna del IES
Arquitecto Peridis.
“Más allá de algún
comentario puntual sobre el temario, Fraguas no había mostrado claros sesgos
ideológicos, hasta que nos impidió salir del centro en la manifestación del 8-M.
Y cuando ordenó quitar la bandera gay, alegó excusas inverosímiles”, asegura
Pablo. “Nosotros nunca le habíamos faltado el respeto a su mujer en el
instituto, ni recurrimos a la inspección educativa porque queríamos la paz en el
centro y pensábamos que lo podíamos solucionar internamente”.
Pablo insiste en que sus
compañeros “jamás” tuvieron un comportamiento “feo” con Rubio por motivos
ideológicos, ni se trató de una cuestión personal. “Diferenciábamos la profesora
de sus mensajes, aunque algunos infringiesen la Ley contra la LGTBifobia y
sus ataques al feminismo fuesen públicos y notorios”, cree el alumno. También
recuerda que una compañera lesbiana decía en voz alta con sorna “soy un paso
atrás en la evolución”, en referencia a un comentario vertido en medios
ultraconservadores, que trataron de politizar la protesta al grabar con una
cámara oculta a los concejales de Leganemos que se solidarizaron con los
chavales.
“Nadie nos manipuló”,
advierte Pablo, quien defiende que la lucha fue eminentemente estudiantil.
“Alicia nos instrumentalizó y dijo que estábamos ligados a ese partido, lo que
era mentira. Como los profesores no quisieron significarse públicamente,
contactamos con varias formaciones, entre ellas Leganemos, cuyos ediles se
sumaron a la manifestación que habíamos convocado. Pero porque los llamamos
nosotros, ojo, no porque se apropiasen de la iniciativa”.
Eva Martínez,
concejala de Igualdad de Más Madrid - Leganemos, recuerda que hubo “una
persecución del PP —que nos acusó de hacerle un escrache a la profesora, algo
falso— y un montaje de los medios de extrema derecha” contra su partido, que
actualmente apoya la Alcaldía del PSOE. “En realidad, los estudiantes
simplemente nos invitaron a apoyar la protesta contra Rubio. Y aceptamos,
orgullosos de un alumnado muy sensibilizado, concienciado y empoderado,
prestando nuestra voz contra una injusticia”.
La responsable de Igualdad
en el Consistorio de Leganés, donde Vox cuenta con una edil, denuncia la “misoginia” y
el “machismo” de la exjefa de estudios adjunta, al tiempo que lamenta que su
presencia en el Parlamento regional le permita difundir sus tesis reaccionarias.
“Lo de coser un botón podría sonar a risa, pero es muy grave cuando se pronuncia
en la Asamblea de Madrid, un altavoz muy potente que permite que su mensaje
llegue a todas partes”, añade Martínez, quien considera que Vox ha emprendido
una “persecución” contra los profesores de la educación pública.
“Sin ir más lejos, en
Leganés el partido ultra presenta interpelaciones y preguntas para saber qué
estamos haciendo con los puntos violetas del Ayuntamiento. Los llama
despectivamente chiringuitos, cuando trabajamos en la educación afectivo-sexual
para evitar el machismo y las manadas. Es intolerable que Rubio hable del
feminismo como un cáncer para la sociedad y que Vox esté en contra de la
igualdad. Por ello, todas las fuerzas democráticas deberíamos ponerles freno y
rebatirles sus mensajes de odio, porque nos jugamos el futuro de las
nuevas generaciones”, concluye la concejala de Leganemos.
Javier afirma que la
actual parlamentaria “hablaba mucho de política y soltaba barbaridades muy
gordas”. Matiza que su marido era “bastante más prudente que ella”, quien solía
ser irrespetuosa con un compañero latinoamericano, según el exalumno. “Es cierto
que en ocasiones hacíamos tonterías, si bien no justificaban sus contestaciones
subidas de tono. A veces le faltaba poco para saltar a por él”, comenta Javier,
quien recuerda que Rubio llegó a decir que “Franco tiene muy mala fama,
pero hizo muchas cosas buenas”.
También tiene presente sus
peroratas contra el aborto: “Un día nos dio una buena charla, durante la que
aseguró que si una hija suya se quedase embarazada, le prohibiría abortar y la
obligaría a tener al niño, aunque lo tuviese que cuidar ella misma”. Y contra el
feminismo: “Sostenía que las mujeres exageraban y que el hombre también sufría
discriminación”. Comentarios, según él, inapropiados en una docente.
“Nos intentaba adoctrinar y, pese a que en ese
momento era un partido marginal, nos metía a Vox por las orejas”, concluye
Javier, quien insiste en que la lucha para apartar a la polémica profesora la
protagonizaron los alumnos y las alumnas. “Alicia Rubio se fue gracias a
nosotros”. Se vio apartada de su puesto en un instituto de Leganés, donde su
influencia era limitada, para formar parte con el tiempo de la Asamblea de
Madrid. “Supimos que se había hecho de Vox, pero en su día no le dimos
importancia al partido”, reflexiona Pablo. “¡Quién lo diría ahora...!”.
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