Joel
Gómez, Santiago,
La Voz, 16 de noviembre 2020
La pandemia del covid-19 supone un mayor
aislamiento para el alumnado sordo. «Durante el
confinamiento, al carecer de recursos para estudiar
en línea adaptados a sus necesidades, y al regresar
a las aulas, por el problema que suponen las
mascarillas», afirma Iker Sertucha, presidente de la
Federación de Asociacións de Persoas
Xordas de Galicia. El año pasado, al
conmemorar su 40 aniversario, reivindicaron entre
sus prioridades la lengua de signos como vehicular
en la enseñanza. Su presencia en estos momentos
«cubre las necesidades del alumnado sordo en el
acceso a los contenidos que se imparten en el aula.
Si un escolar necesita un intérprete, se solicita a
la consellería. Pero en Galicia no hay normativa que
incluya la lengua de signos como lengua con
presencia en la enseñanza. Sería muy positivo que
hubiese más contenidos curriculares adaptados y
ofrecer más recursos para enseñarla en los centros
educativos», agrega.
La Consellería de Educación señala
que hay 201 escolares en centros de la provincia con
diversos grados de sordera. Para este alumnado hay
especialistas como intérpretes y docentes de
audición y lenguaje. Parte del colectivo utiliza
emisores de frecuencia modulada, entre otros
recursos técnicos.
Mascarillas transparentes
Las asociaciones de personas
sordas proponen que se puedan utilizar mascarillas
transparentes, para facilitar la comunicación. «Si
esas mascarillas cuentan con certificación y cumplen
las normas de fabricación necesarias, pueden usarse
con tranquilidad, y desde la Consellería de
Educación deberían transmitir con claridad este
mensaje a los centros. También será importante que
la Administración esté mejor preparada si se
realizan nuevos confinamientos, adoptando las
plataformas de enseñanza virtual para que sean
accesibles, incluyendo lengua de signos y
subtitulado», indica Sertucha.
Tras la etapa escolar, el alumnado
sordo puede acceder a estudios superiores, para los
que también puede solicitar intérprete. «Cuanto
mejor esté formado y capacitado, mejores
posibilidades tendrá después para acceder al mundo
laboral», apostilla. Un mundo para el que también
ofrecen formaciones específicas, encaminadas a su
integración.
En uno de cada dos mil
nacimientos se detecta un caso de sordera profunda
Las personas sordas han tenido los
últimos años un progresivo reconocimiento
institucional. Se comprueba en las adhesiones el día
del colectivo, o en iniciativas como el primer
monumento que se les dedicó en el mundo, en
Santiago, en 1993, en San Caetano, donde funcionó un
colegio específico para sordos de ámbito gallego.
Después se trasladó para O Pedroso. Es el actual
centro de educación especial López Navalón, donde se
reduce los últimos años la atención a alumnado con
problemas auditivos y asume otras situaciones.
En los colegios ordinarios, el
alumnado sordo y sus familias «non
nos fan chegar problemas. Ao mellor porque se ven
descoñecidos e non consideran que sexamos
asociacións para representar os seus intereses»,
afirma Fernando Lacaci, presidente de la
federaciones de asociaciones de madres y padres
Anpas Galegas.
Más
implantes cocleares
En el ámbito sanitario les ofrecen
apoyos asistenciales. Andrés Soto, especialista en
otorrino del Clínico de Santiago, destaca que «desde
1991, ya en el desaparecido Hospital Xeral, en
Santiago se hacen implantes cocleares. Últimamente
se realizan más, en torno a 15 cada año. Tienen
indicaciones muy concretas, no sirven para todos los
casos. Se ofrecen a personas con pérdidas de
audición completa o casi completa y con dos
requisitos: que sean niños de hasta 6-8 años o
personas adultas que previamente hayan oído, que no
sean sordas de nacimiento. En ambos casos van bien»,
sostiene.
El Clínico evalúa al doble de
personas candidatas para estos implantes:
«Aproximadamente uno de cada 2.000 niños nace con
sordera profunda», explica. La intervención se hace,
además, en el hospital público de A Coruña. «Hay que
seleccionar bien los casos y después completar su
rehabilitación», sostiene Soto.