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Lo que el dinero no debería comprar según Michael
Sandel, un Sócrates de la era digital
El Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales
2018, reivindica el papel del diálogo filosófico para revitalizar la
democracia y frenar el poder del dinero
Fue distinguido por la Red Española de Filosofía por
su ingente labor de dinamización, difusión y proyección global de la
disciplina
María José Guerra Palmero y Stella Villarmea -
Universidad de La Laguna / Oxford University
13/06/2019

Michael J. Sandel EFE
El profesor de Harvard Michael
Sandel, Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales 2018,
reivindica el papel del diálogo filosófico para revitalizar la democracia y
frenar el poder del dinero.
El 24 de mayo pasado, unas cuatrocientas personas,
entre estudiantes, profesores y público interesado, vivimos en directo una experiencia
filosófica genuina en el Paraninfo de la Facultad de Filosofía de la
Universidad Complutense de Madrid.
Tras ser distinguido por la Red
Española de Filosofía por su ingente labor de dinamización, difusión y
proyección global de la disciplina, Sandel desarrolló en diálogo abierto con
el público, especialmente con los estudiantes, un ejercicio de razonamiento
moral acerca de Lo
que el dinero no puede comprar».
Tres ejemplos con los que no mercantilizar
Los tres ejemplos proporcionados por Sandel fueron la
conservación de las especies animales en peligro de extinción, la acogida de
refugiados y la subrogación comercial de úteros.
La audiencia se pronunció a favor o en contra de su
mercantilización y a partir de ahí se desencadenó el debate. Una joven
interviniente propuso, además, otro caso de análisis: el mercadeo
de las emisiones de CO2 entre países ricos y pobres con el fin de
afrontar el cambio climático.
La advertencia de Sandel es que no es lo mismo la economía
de mercado, entendida como un instrumento eficiente para la distribución
de bienes y servicios, que la deriva actual en «sociedades de mercado» en
las que se presupone que todo puede ser vendido y comprado al margen de su
valor intrínseco y de su relevancia moral.
Multas de guarderías a padres
La mercantilización masiva es un cheque en blanco
para que los ricos hagan valer sus prerrogativas y para que las
desigualdades sociales y globales crezcan desmesuradamente. El ejemplo de
cómo en determinadas guarderías de algunos países se hacía pagar
multas a los padres y madres que se retrasaban al recoger a sus infantes
mostró cómo el dinero corrompe las obligaciones morales: «Si pago la multa,
compenso mi responsabilidad parental». La iniciativa tuvo que ser cancelada
porque los padres, pagando, sentían justificados sus retrasos y desoían el
deber de recoger a tiempo a sus pequeños.
Rechazo a la gestación subrogada
La tesis del filósofo Sandel, avalada por las
analogías entre los casos expuestos, quedó claramente formulada: la
mercantilización de determinados ámbitos regidos por normas morales los
arruina y los corrompe.
Especialmente sensible a la mercantilización es el
asunto de la reproducción humana. La mayoría de la audiencia manifestó su
rechazo, a mano alzada, a la llamada gestación
subrogada. Crear un mercado de bebés por encargo desvirtúa la lógica
moral que rige la maternidad y la paternidad.
No es posible, en suma, cercenar la moralidad de la
economía. En la tradición de negar la neutralidad valorativa de la ciencia,
Sandel converge con la vieja tesis de Habermas sobre
la colonización del «mundo de la vida» por el sistema –el dinero y la
burocracia– y llama activamente a consensuar qué ámbitos y prácticas
sociales deben subsistir al margen del tsunami causado por la globalización
neoliberal y su desbocada expansión comercial. La misma filosofía, una
herramienta orientada al bien común, no debe ser arrinconada por el
cortoplacismo de la rentabilidad.
Capacidad para razonar juntos
El profesor de Harvard, un nuevo Sócrates en la era
digital, defiende el valor de la filosofía para desentrañar nuestros
conflictos morales y políticos y para cimentar el arte del debate y de la
deliberación democrática. Un arte cívico que requiere paciencia, atención,
análisis riguroso de argumentos, detección de falacias y ejercicio
comunitario de nuestra capacidad para razonar juntos.
Hace unos días, decíamos, vivimos en Madrid, con
Michael Sandel, no solo una experiencia filosófica genuina, sino también una
renovación de nuestra creencia en la misma democracia. Poner coto al poder
del dinero es una obligación cívica y política.
Este artículo fue publicado originalmente
en The
Conversation. Puedes leer el original aquí.
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