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https://www.lavozdegalicia.es/noticia/ferrol/ferrol/2019/05/02/medio-siglo-san-rosendo-cole-profesores-recogen-alumnos-casas/00031556811848798101283.htm

 

Medio siglo del San Rosendo, el cole en el que los profesores siguen recogiendo a sus alumnos en sus casas

Mucha del Río fundó esta escuela «de barrio» con el apoyo de su hermana y más familiares, que siguen volcados con un proyecto educativo muy cercano

Medio siglo en el cole del barrio en Ferrol

Mucha del Río, la fundadora del San Rosendo, en una foto de finales de los años 70

Mucha del Río, la fundadora del San Rosendo, en una foto de finales de los años 70

Alumnos de enseñanza especial del San Rosendo con el profesor de música: Fausto Escrigas

Alumnos de enseñanza especial del San Rosendo con el profesor de música: Fausto EscrigasCESAR TOIMIL


Ferrol 02/05/2019

Hace 50 años que Mucha del Río abrió el colegio San Rosendo en el barrio de Canido. En un discreto local y sentando en los pupitres a los hijos de familias del barrio que conocía bien. Su hermana Marita acababa de sacar una plaza como maestra, pero pidió una excedencia para ayudarla. Y los maridos de ambas se pusieron al volante de los coches con los que iban a buscar a los pequeños de casa en casa. Hasta las abuelas colaboraban con lo que se terciase. Toda una familia unida para sacar adelante un colegio cariñoso, tanto que los campamentos y las fiestas escolares se celebraban en la finca familiar.

Esa cercanía sirvió para que incluso los padres de pequeños con necesidades especiales confiasen en estas aulas cuando imperaba un sistema educativo que más bien los arrinconaba: «Hemos hecho integración desde el principio de una manera natural, aquí siempre ha habido alumnos con síndrome de Down, por ejemplo, eran unos estudiantes más, aunque se les cuidase más de cerca», cuenta Mónica Espeso, la actual directora del San Rosendo.

Mónica habla ante un compañero bien especial, Manel Bouza del Río, porque es hijo de Mucha, y ambos dejan claro que pocas cosas han cambiado en cuanto a los lazos que se crean cada curso. Los profesores siguen conduciendo las furgonetas que recogen a los pequeños por toda la ciudad, porque ya no solo llegan estudiantes de Canido, sino desde Caranza, la carretera de Castilla o puntos lejanos de la comarca. Y por eso, este centro que lleva una progresión muy buena en cuanto a nuevas matrículas en plena crisis demográfica: «Todos los padres tienen mi teléfono y saben que siempre pueden contar con nosotros: hace poco uno tenía que hacer un curso y no podía traer a los niños y me acerqué yo a su casa a recogerlos», explica Manel, que asegura que casi nació en el San Rosendo, pasaba los días al lado de su madre y cuando terminó la carrera en Santiago ni se planteó tener otro empleo. «Regresé a Ferrol para trabajar en el cole», cuenta sobre un centro que se ha convertido en una cooperativa y que cada recreo recibe una visita muy especial. La de Mucha, la fundadora, que se pasa con bizcochos y con un gracias en la boca para los que continúan con su escuela.


Larga trayectoria en educación especial

Marta Fernández es exalumna y se ha convertido en una conserje muy querida

CESAR TOIMIL


Ferrol 02/05/2019

El colegio San Rosendo abre sus puertas a las nueve, pero a las ocho y media ya está preparada Marta Fernández con su mejor sonrisa para abrazar y dar los buenos días. Marta es una conserje feliz que declara que le quedan pocos sueños por cumplir: «Estudié aquí como mi hermana, que también tiene síndrome de Down», cuenta mientras muestra orgullosa las fotos de un homenaje que le hicieron los alumnos. «La quieren mucho, pero también ella les dice todos los días una frase que significa muchísimo para ellos y para todos nosotros», explica la directora animando a Marta a que la repita. Y ella replica al instante: «¡Que estoy muy orgullosa de ellos!».

Marta es solo uno de los ejemplos de los objetivos que buscan en las aulas de educación especial del San Rosendo, que acogen a una quincena de menores con diferentes singularidades vitales y físicas. Ayer algunos pequeños trabajaban en un grupo, otros integrados en clases y dos más sentados ante el profesor que los iba guiando por sus cuadernos. «El ambiente familiar ayuda mucho a estos niños y a los demás, porque también les aportan mucho como compañeros», resume Mónica Espeso, que lleva 27 años en un espacio educativo donde pesan tanto las relaciones personales que cuando hay que contratar a un nuevo profesor hay un criterio que manda: «Si son exalumnos tienen prioridad, eso siempre».