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Mozart no va a aumentar la inteligencia de tu hijo pero la música sí puede
ayudarle
"La música refuerza el
área cognitiva y el área emocional, es una tecla social y buena maestra para
interactuar, ayuda a ordenar los pensamientos y a entender las causas de las
cosas", explica la psicóloga Rosa García Pérez
Imagen de un concierto
del grupo Chumi Chuma.
Rocío Niebla, 2
de enero 2022
Mozart ha sido un reclamo
publicitario para padres y madres que han deseado niños listísimos. Durante
años ha habido la creencia popular de que escuchar desde la cuna La
flauta mágica o alguna de sus 41 sinfonías servía para incrementar la
inteligencia de los bebés. Baby Einstein fue una de las primeras
empresas que le vio el filón y ofreció vídeos televisivos: era 1997 y las
familias ponían a los niños delante de la tele para que Mozart e imágenes de
marionetas, formas y colores ejercitaran las distintas partes del cerebro.
El éxito fue tal que Disney compró la empresa, pero años más tarde recibió
tantas denuncias por publicidad engañosa (se vendían como vídeos
educativos), que la multinacional tuvo que reembolsar el dinero de la compra
de los vídeos de
Baby Einstein.
"Hay varios estudios científicos que desmienten todo lo relativo al
incremento de la inteligencia con la música de Mozart", afirma Elvira
Perejón, maestra y miembro de la pareja de estimulación musical conocida
como Baby Music. "Sin embargo, Mozart y la música clásica tienen efectos
beneficiosos en otras habilidades y capacidades como cualquier otro estilo
musical". La psicóloga Rosa García Pérez es la directora del centro Música y
color, especializado en musicoterapia: "La música refuerza el área cognitiva
y el área emocional, es una tecla social y buena maestra para interactuar.
Ayuda a ordenar los pensamientos y a entender las causas de las cosas. A los
niños y a los adultos nos sirve también para autorregularnos".
García Pérez afirma que, al
nacer, los niños son pura musicalidad, cantan antes que hablan, y que "lo
que se trata es de ir reforzando lo que viene dado porque cantando y
bailando ya nacen". Somos los adultos y nuestros ritmos los que cortamos las
alas. Para Elvira Perejón lo más beneficioso es ofrecerles variedad de
estilos musicales, modos y métricas, y así enriquecer el bagaje sonoro y el
vocabulario musical.
"La música es un lenguaje,
si lo comparamos con el aprendizaje de la lengua materna no esperamos que un
niño hable exponiéndose solo a tres palabras o que aprenda a hablar sin
experimentar antes", dice. Con la música pasa lo mismo: se aprende usándola
y practicándola y estando expuesto a toda su variedad. Así que ponerles solo
música clásica les sirve para poco.
Pasar a la acción
Para la maestra, la escucha
pasiva no aporta tantos beneficios como pasar a la acción: que el niño cree
su propia música "acompañado de interacción personal, vínculo afectivo y
emociones de por medio". Asegura: "Ser parte de la acción conduce a nuestros
peques a desarrollar no solo aptitudes musicales sino a alimentar y
favorecer el desarrollo del sistema vestibular, la percepción rítmica, la
coordinación, el equilibrio, el lenguaje y la expresión de emociones". Así
que olla al suelo y tenedores por baquetas. O pandereta y villancicos
rocieros.
Dicen que la música amansa a
las fieras y Elvira Perejón con un aula de 24 niños de tres años asegura que
lo que tranquiliza y reclama la atención es la voz. "Imagina 24 leoncillos
dando brincos y chillando. Yo me he inventado una cancioncilla que dice
Mi culete siento mi culete, mi culete yo me sentaré. Es muy sencillita
pero ellos la escuchan, abren los ojos y poco a poco van a su sitio", dice.
"Nacemos con una capacidad innata para descifrar patrones auditivos, así que
cuando la madre habla o canta el bebé se calma, de hecho se ha demostrado
que reduce los cólicos y el número de despertares nocturnos", afirma.
La Banda Mocosa es un grupo
de música infantil compuesto por cinco músicos que "militan" en la creencia
de que la música vuelve a los niños disfrutones, felices y sociables. Aurora
Hijosa es la percusionista del grupo y además tiene su propio centro de
musicoterapia. Cuenta: "En musicoterapia nos centramos en el valor
terapéutico de la forma de hacer música. Por ejemplo, trabajamos la
flexibilidad del niño en cuanto a compartir instrumentos o reforzamos su
autonomía tocando un instrumento o trabajamos la adquisición del lenguaje
hablado con canciones".
Los objetivos de la terapia
con música son aprender sus cualidades (la intensidad, duración, altura y
timbre), así como atender las necesidades de todas las áreas del desarrollo
global infantil: la parte cognitiva, motora, socioemocional y de lenguaje.
Jugar
Bellaterra Música es una
editorial especializada en materiales para niños pensada para madres y
padres. Editan una revista dos veces al año llamada Kids & Music.
Montse Roig es la directora: "Darles educación musical a los niños y las
niñas es uno es uno de los mayores regalos que podemos hacerles como
madres". Dice que los padres no sabemos si nuestros hijos "harán dinero, si
tendrán pareja, si la vida se les complicará pero que pase lo que pase
tenemos que brindarles la oportunidad de que la música sea un refugio, un
acompañante y un idioma propio".
Roig afirma que la
estimulación musical temprana es buena cosa para irse soltando y establecer
vínculos afectivos seguros con la persona que le acompaña. Sobre cuándo
empezar con los instrumentos indica: "A cantar, bailar y tocar percusión
deberían hacerse desde que nacen. A los tres años pueden empezar con los
instrumentos de cuerda, el piano sobre tres o cinco años y los instrumentos
de viento sobre los siete". La música tiene que ser un juego más y los
instrumentos una herramienta para divertirse.
Los humanos aprendemos a
través del juego, así que la música no entra con sangre, sino con risas,
movimientos de culo y complicidad familiar. "La función de la familia es
básica", dice Roig. El lenguaje musical y su aprendizaje, con el doble
tirabuzón de aterrizarlo en un instrumento, trabaja la constancia, la
paciencia, el esfuerzo y la recompensa de los niños. Todo lo contrario a lo
que impera en la sociedad de consumo rápido y fast food.
Es por eso que según Montse
Roig hay un escalón de nivel muy complicado: "Necesitan hábito y pelear con
la complicación inicial del lenguaje musical. Pero una vez dentro, una vez
semi dominada la técnica, cuando ellos mismos son capaces de producirla es
uno de los placeres máximos que se puede tener en esta vida". En palabras de
la maestra Elvira Perejón: "La música saca a bailar el cuarteto de la
felicidad: la dopamina, la serotonina, la oxitocina y las endorfinas".
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