La neurocientífica
Daphne Bavelier estudia la plasticidad cerebral y la capacidad de
aprendizaje. Sus trabajos demuestran que los videojuegos de acción
tienen algunos efectos insospechados sobre la atención y la capacidad
de adaptarse a nuevas tareas.

La neurocientífica Daphne Bavelier, de la Universidad de Rochester
(EE UU) - Foto Agencia Sinc
Los trabajos de
Daphne Bavelier, neurocientífica de la Universidad de Rochester, son
de los que cambian nuestra visión sobre un campo de la realidad. De
modo casual, ella y su equipo descubrieron hace 14 años que las
personas que juegan habitualmente a videojuegos de acción
desarrollan algunas capacidades visuales y de atención
por encima de la media. Desde entonces, sus investigaciones se centran
en entender mejore estos mecanismos de plasticidad para desarrollar
tecnologías que nos permitan aprender más rápido y con menos esfuerzo.
Charlamos con ella a través de videoconferencia.
¿Estamos cada vez
más cerca del "Homo gamer"?
Lo que está pasando es muy
similar a muchas revoluciones tecnológicas en el pasado, por eso es
importante ponerlo en contexto. Una cosa tan simple como leer, y la
popularización de los libros, cambió la forma de la sociedad. Toda
revolución tecnológica tiene este impacto y siempre genera mucho miedo
y nerviosismo. La tecnología tiene la posibilidad de cambiar la manera
de funcionar nuestro cerebro, pero esto ha pasado muchas veces, no va
a ser el fin del mundo.
Sus trabajos exponen
los beneficios de los videojuegos de acción, me imagino que le ha
costado las críticas ir a contracorriente.
En realidad lo que tratamos de
hacer es estudiar el impacto de la tecnología en el cerebro y el
comportamiento humanos, y hay impacto tanto negativo como positivo. Es
una respuesta aburrida, lo sé, pero es algo que pasa incluso con la
lectura. Si aprendes a leer demasiado temprano, como por ejemplo está
sucediendo en Japón, parece que desarrollas problemas de la visión.
Todos los aspectos de nuestra vida van a ser modulados por lo que
hacemos. Nuestra responsabilidad es aprender a distinguir lo negativo
y lo positivo y que la sociedad pueda decidir cómo usar estas
tecnologías en diferentes aplicaciones.
El comienzo de su
interés en este campo fue casual, ¿no?
Es verdad. Mi trabajo es sobre
la plasticidad cerebral y cómo podemos superar las barreras del
aprendizaje. Muchos de mis primeros estudios se centraban en estudiar
a personas que habían nacido sordas y su capacidad para desarrollar el
lenguaje. En este contexto pedí a uno de mis colaboradores que
estudiara la atención de estas personas y los resultados parecían
indicar que había un fallo. Lo repitió y seguía dando los mismos
resultados, así que bajé al laboratorio, nos miramos y le pregunté:
¿con quién has hecho los experimentos? Y me confesó que los
participantes del estudio eran sus amigos. Entonces le pregunté: ¿qué
es lo que tú y tus amigos tenéis en común? Y resultó que todos
pertenecían a un grupo de jugadores de videojuegos de acción. Y nos
dimos cuenta de que había un efecto muy fuerte sobre la atención, de
modo que le pedí que dejara lo que estaba estudiando y se centrara en
esto.
Es un buen ejemplo
de cómo funciona la ciencia...
Sí tienes que tener la mente
abierta, nunca sabes qué te vas a encontrar.
Y después de todos
estos años, ¿puede resumir qué han averiguado sobre los efectos de los
videojuegos de acción en las personas?
Después de 14 años
de investigación de nuestro laboratorio, lo que hemos visto es que
jugar a estos videojuegos de acción parece tener un efecto muy
positivo en la percepción, las personas ven mejor, tienen una mayor
capacidad para ver pequeños detalles, procesan la información visual
con menos ruido, tienen mayor capacidad para rotar objetos
mentalmente, son mejores en multitarea, tienen mejor memoria a corto
plazo... Hay muchas habilidades que hemos visto que mejoran después
de practicar estos juegos, la mayoría en el ámbito de la percepción y
la atención. Se centran mejor en lo que están haciendo sin que sus
pensamientos se vayan a otra parte, tienen un control de atención muy
bueno. En el último trabajo lo que hemos visto es que estos procesos
les hacen probablemente mejores a la hora de aprender, son buenos en
muchas cosas, pero sobre todo son muy rápidos adaptándose a nuevas
tareas.
Lo último que han
visto es que tienen "mejores plantillas perceptuales". ¿Qué significa?
Aquí tenemos a
gente que está aprendiendo a jugar a un videojuego de acción, pero de
alguna manera son mejores en tareas como la visión, la rotación de
objetos... Tareas que no tienen nada que ver unas con otras. Y ésa fue
una sorpresa. Lo que queremos saber es cuál es el mecanismo para eso,
¿por qué son tan buenos en tantos dominios? Para entender lo que es
una plantilla perceptual, la diferencia está entre lo que tú hacer
cuando ves una cara concreta y lo que despliega tu cerebro siempre que
ve cualquier cara. Son mecanismos muy distintos. Estamos buscando qué
es lo que pasa cuando tú analizas la realidad y ves una cara. Lo que
hemos visto es que desarrollan mejores plantillas, mientras escuchas
lo que te digo, tu cerebro está prediciendo todo el tiempo lo que voy
a decir, es la manera en que trabaja tu cerebro. Y para predecir
necesitas tener un modelo. Nuestros experimentos demuestran que no
solo tienen mejores plantillas sino que las aprenden más fácil.
Estas habilidades,
¿cómo se notan en la vida diaria?
Es una buena pregunta, hay muy
pocos estudios centrados en ver qué sucede en la vida real. Uno de
ellos se fijó en el entrenamiento de cirujanos y se descubrió que los
jóvenes que eran buenos jugando a videojuegos eran mejores cirujanos
que la mayoría de cirujanos con experiencia; eran más rápidos y no
cometían más errores. También tenemos algunos trabajos que sugieren
que jugar a videojuegos podría ayudar a mejorar la atención a niños
con dislexia en Italia, por las particularidades del idioma. También
hay algunos trabajos con deportistas, en la NBA se están usando una
serie de programas, y también se están usando videojuegos en el
ejército, para entrenar a soldados.
Pero lo curioso es
que solo funciona con videojuegos de acción. En su trabajo lo
comparaban con el efecto en jugadores de juegos más tranquilos, como
Los Sims, por ejemplo, y no pasaba lo mismo. ¿Dónde está la
diferencia?
Estamos trabajando
justo ahora en eso en nuestro laboratorio. Tenemos una hipótesis, y
cuentan varios factores. Por un lado parece que el videojuego debe ser
rápido para el jugador. No significa que tenga que ser muy rápido,
sino que para el nivel del jugador sea rápido. Otra característica es
que tiene que haber una especie de pugna entre la atención que tienes
que prestar a algo concreto y estar pendiente a la vez muy pendiente
de todo lo que pasa. El Tetris, por ejemplo, puede ser muy rápido,
pero siempre estas concentrado, pero no necesitas una visión global de
la situación. Es un buen ejemplo de videojuego que desarrolla una sola
habilidad, alguien puede ser muy bueno en el Tetris y uno podría
pensar que es muy bueno en la rotación mental de objetos, pero cuando
les haces pruebas resulta que solo son buenos con ese tipo de piezas
en concreto. Han aprendido la correspondencia de esas figuras, solo
han mecanizado el proceso.
¿Y cuánto duran
estas habilidades?
Nadie ha estudiado
a muy largo plazo. Nosotros hemos hecho trabajos con gente que no son
jugadores habituales y les hemos hecho un seguimiento. Los
entrenamientos son de poco tiempo al día pero durante periodos largos.
Entre 15 minutos al día, durante cinco días a la semana y cinco
semanas. No queremos jugadores compulsivos. Lo importante es tener
pequeñas dosis distribuidas en el tiempo. Hemos visto que gente en
varios meses y varios años, los efectos duran, pero se van atenuando.
Lo que pasaría diez años después no lo sabemos.
¿Cuál es el objetivo
final de su trabajo?
Conocer los
componentes de los videojuegos de acción que provocan tanta
plasticidad cerebral y luego entenderlos para crear videojuegos para
educación o rehabilitación de pacientes, para gente que necesita
reaprender, que han perdido una extremidad, por ejemplo, para que
recuperen funciones más rápido o aprendan cosas nuevas más rápido.
Diseñaríamos diferentes videojuegos para cosas distintas, no es que
vayamos a hacer un juego de disparar y de paso aprendas matemáticas...
Es más bien poner a tu cerebro en el estado apropiado para aprender
mejor. Y estamos haciendo esto en diferentes aplicaciones, pero aún es
pronto para enseñarte algo.
Pero, ¿cómo sería
uno de estos videojuegos?
Estamos trabajando en ver si
podemos conseguir entender cómo funciona la atención de los niños,
estamos haciendo un videojuego para pacientes que tienen el ojo vago,
para forzar a su trabajo para utilizar ese ojo otra vez. Es un
problema muy común en los primeros años de desarrollo y se arregla
reenseñando al cerebro a ver. También estamos probando videojuegos muy
intuitivos sobre matemáticas y conceptos sencillos como contar
objetos. Serán videojuegos distintos para tareas diferentes. Porque el
cerebro funciona así, se cambian conexiones muy concretas al aprender.
Esta capacidad para
enfocarse y estar pendiente del entorno, ¿no es algo que los humanos
tuvimos alguna vez en el pasado, cuando teníamos que cazar, por
ejemplo?
Es un tema muy interesante. Hay
gente estudiando a tribus de cazadores recolectores y han descubierto
que su atención es muy diferente y realmente ven cosas que nosotros no
vemos. Ellos tienen un sentido de dónde deben estar las cosas y qué
esperar en espacios abiertos. Supongo que hay muchas habilidades que
no utilizamos, pero no tengo una respuesta para eso.
Pero, si hay alguna
manera de desarrollar estas capacidades sin usar la tecnología, ¿por
qué usar videojuegos?
Hay muchas ventajas en los
videojuegos. Existen terapias, pero muchas tienden a ser muy aburridas
para los pacientes y muchos las abandonan. La otra mitad de la
ecuación es poner a tu cerebro en el pico máximo para aprender y
cambiar, y ahí es donde creemos que el videojuego funciona. Nuestro
siguiente objetivo es poner el cerebro en un estado en el que esté
preparado para ser más plástico, más cambiable, de modo que puede
aprender más rápido.
Se acaba de publicar
una carta firmada por muchos neurocientíficos en la que alertan de que
los juegos mentales ("Mind games") no funcionan. ¿Qué le parece?
De hecho yo estoy en la lista de
personas que firman esa carta. Sabemos que diferentes juegos tienen
efectos diferentes, de modo que no puedes llegar y decir que los
juegos mentales funcionan, porque no significa nada. Hay que ser muy
específico sobre qué juego quieres para qué y no hay una fórmula
mágica para esto, debemos pensar seriamente cómo construir esos juegos
y probarlos. Muchas empresas dicen que su juego funciona, y se
refieren a trabajos como el mío, pero de hecho esos juegos no tienen
ningún efecto en absoluto. Firmé esa carta porque es muy importante
decirle a la gente que diferentes juegos tienen efectos distintos, y
un juego mental no quiere decir nada, hay que saber en qué habilidades
se centra.
O sea que hay un
abuso del tema con fines comerciales...
Sí. Incluso si
juegas a los minijuegos solo aprendes habilidades concretas que no se
transferirán a nada en tu vida diaria. Parte del problema es con los
videojuegos dedicados a gente mayor, a los que decimos que si tienen
una buena actividad física y social, una buena dieta, todo eso es lo
mejor para el envejecimiento cerebral, no necesitan ningún juego. Si
no tienen vida social, sí les puede ayudar, pero depende de qué juego.
¿Cómo imagina el
futuro? ¿Cómo serán esos videojuegos desarrollados a partir de estos
trabajos?
Mi visión en este
campo, y para lo que estamos trabajando, es que habrá tantos
videojuegos como habilidades que quieras desarrollar, pero incluso más
allá: habrá tantos videojuegos como personas que quieran aprender. Un
día te puede apetecer mejorar tu memoria, porque sientes que estás
perdiendo capacidad, y acudes a tu ordenador para diseñar tu propio
juego. Y dices: aquí hay un juego para Antonio. Puede ser sobre
memoria, atención, aprender inglés más rápido, a leer... Este es el
futuro a largo plazo, juegos extremadamente personalizados. Si a un
niño se le da mal leer puede ser por muchas razones, por mala
atención, porque le cuesta entender el lenguaje hablado, porque no
asocia bien los sonidos... Hay un montón de procesos cognitivos y
necesitas distintos tipos de entrenamientos... Dentro de cien años lo
veremos.