Académicos,
maestros, instituciones y la comunidad islámica debaten sobre si
la religión confesional tiene espacio en los colegios (sea
católica, judía, evangélica o islámica) o si habría que optar por
una alternativa como Historia de las religiones.
Foto de archivo de una alumna en una clase de Kajang. / REUTERS
Madrid 10 de octubre 2019
HENRIQUE MARIÑO
La decisión de la Conselleria d’Educació de
Balears de impartir religión islámica el próximo curso ha
sido criticada por Vox, que la ha considerado un "retroceso” que
atenta contra "los valores de la sociedad occidental". El partido
ultraderechista omite los acuerdos del Estado con la Santa Sede y
con otras comunidades religiosas, así como que la Constitución
garantiza el derecho de los padres para que sus hijos reciban
la enseñanza del credo que profesen, sea islámico, judío,
evangélico o católico.
En 1992, el Gobierno
socialista de Felipe González firmó con la Comisión Islámica de
España un pacto, plasmado en una ley, para que se impartiese la
asignatura en las aulas, por lo que la única novedad es que Illes
Balears ha sido la última Comunidad Autónoma que ofrecerá la
materia en una decena de centros públicos, cifra que podría
ampliarse en el futuro. El portavoz de Vox en el Parlament
se ha preguntado por las "intenciones" del Govern y ha exigido que
explique "en detalle" cómo se impartirá.
“Se ha firmado un
convenio específico de colaboración con la Comisión Islámica de
España en representación de los padres y madres de alumnado
islámico en Balears”, detallan a Público fuentes de la
Conselleria, quienes apuntan que el acuerdo no fue espontáneo,
sino que se ha ido trabajando en los últimos años. El inicio de
las clases “se prevé” para 2020-21 y los colegios “se elegirán en
base a la cantidad de solicitudes que se hayan recibido”.
Más allá de la
artificiosa polémica avivada por la ultraderecha en vísperas de la
campaña electoral, Ihab Fahmy, coordinador de comisión
técnica de educación de la Comisión
Islámica de España, insiste en que la enseñanza de todas las
religiones es un derecho constitucional y rechaza las críticas de
los partidos que pretenden sembrar el odio y la confusión. Fahmy
considera que la asignatura “no adoctrina” y que los maestros son
un instrumento para alejar a los alumnos de potenciales
extremismos.
Bien al contrario,
las clases suponen un medio de prevención, según él. “Es la mejor
forma de combatir cualquier radicalismo. Los niños necesitan
información veraz y el papel de los profesores es vital, porque
son una referencia y sus enseñanzas son acreditadas, de manera que
frenan los bulos y las noticias falsas”.
Ana Planet
Contreras, profesora de Sociología del Islam en la Universidad
Autónoma de Madrid, opina que estamos ante un falso debate, pues
no se puede discutir un hecho reconocido constitucionalmente.
“Todas las confesiones con arraigo en la sociedad española deben
ser tratadas de igual manera, como deja claro la ley. Si hay una
demanda por parte de los padres, las autoridades educativas deben
proveer esas enseñanzas”.
Aula de un colegio público de Madrid. / JUAN CARLOS MEJÍAS
(CTXT)
Un profesor
universitario experto en el tema, quien prefiere omitir su nombre,
recuerda que su presencia en las aulas se ha convertido en un problema
político, con dos cuestiones que han llevado al desencuentro
de los partidos con ideologías antagónicas: el método de
evaluación —así como la calificación obtenida, en el caso de que
cuente para la nota media— y la alternativa a la asignatura. “Las
derechas quieren incardinar la religión en el sistema educativo y
las izquierdas, sacarla, porque creen que no tiene sentido”,
explica.
Religión en la escuela pública
“Nosotros, como
Conselleria y como Govern, consideramos que debe estar fuera de
las escuelas, pero la normativa estatal regula el derecho a que se
puedan impartir asignaturas de religión católica, islámica, judía
y evangélica en los centros educativos públicos cuando las
familias lo reclamen”, dejan claro fuentes de Educació en Balears.
“Igualmente, reivindicamos que desde el Estado español se
modifique la normativa actual y se elimine la asignatura”, añaden
desde la Conselleria.
Una cosa es estar
de acuerdo y otra, lo que dicta la ley, aunque algunas autoridades
regionales no se esfuercen en satisfacer la demanda de padres y
alumnos. El pasado curso, diez Comunidades Autónomas ofrecían la
materia, según el Estudio demográfico de la población musulmana,
elaborado por el Observatorio
Andalusí y la Unión de Comunidades Islámicas de España (UCIDE).
La investigación, realizada en colaboración con el Consejo
Musulmán de Cooperación en Europa, recoge datos hasta el 31 de
diciembre de 2018.
En todo el Estado,
se contrataron a 76 maestros. En un extremo, Catalunya, con
ninguno, pese a que había 85.842 alumnos musulmanes de Primaria y
Secundaria. En el contrario, Andalucía, con veintitrés para 47.603
chavales. Su inclusión en el currículo escolar no debe empañar las
magras cifras: en la Comunitat Valenciana sólo contaba con un
docente para 31.890 estudiantes, mientras que Madrid aportaba tres
para 45.919 niños. Caso aparte son Ceuta y Melilla, con catorce y
diez profesores, respectivamente.
“La religión
confesional se puede dar en la escuela pública, como método de
cooperación con los credos”, cree Fernando Amérigo,
director del Instituto de Ciencias de las Religiones, de la
Universidad Complutense de Madrid. “Otra cosa es que sea evaluable
o forme parte del sistema educativo. Si el clero fija los
programas, los libros de texto y el profesorado, no debería ser
así, sino que tendría que considerarse una actividad
extraescolar”.
El profesor de
Gestión de la diversidad religiosa tiene otra opinión respecto a
lo que él denomina religión no confesional académica. “Su estudio
como un fenómeno social y cultural es muy interesante, porque me
parece preocupante que alguien no sepa quién es Buda, Moisés o
Zeus. Ahora bien, que requiera una asignatura propia ya es
otra cuestión”, reflexiona el también docente de Derecho
eclesiástico del Estado.
Crucifijo en un aula de una escuela católica. / PÚBLIC
“¿Tiene sentido
enseñar religión confesional en pleno siglo XXI?”, se pregunta Ana
Planet Contreras. “Yo prefiero no pronunciarme, porque un
investigador acata el orden constitucional. Y con las leyes
existentes, tiene sentido. En todo caso, me parece oportuno que se
abra el debate sobre su enseñanza en las escuelas, pero no como un
instrumento para valorar si se debe o no incorporar el islam”,
matiza la profesora de la Autónoma.
Ihab Fahmy,
coordinador de comisión técnica de educación de la Comisión
Islámica de España, cree que antes de cuestionarse la religión en
las aulas hay que apuntalar dos pilares. “El primero, garantizar
la libertad de elección. El segundo, eliminar cualquier tipo de
discriminación y desigualdad”. A partir de ahí, añade el también
presidente de la UCIDE de Valencia, comenzaría el debate sobre la
enseñanza de los credos en la escuela pública. “Siempre con el
objetivo de construir una sociedad normalizada con buena
convivencia”.
Desde los centros
y las Asociaciones de Madres y Padres de Alumnos (AMPA), las
respuestas son prudentes o brillan por su ausencia. El director de
un colegio extremeño reconoce que tiene una opinión a nivel
personal, pero prefiere no reflejarla porque representa a una
comunidad educativa. “La Administración nos indicó que teníamos
que impartir religión católica e islámica y, siguiendo unas
instrucciones, lo hemos hecho”, explica.
Aunque exige que
no conste su nombre ni el del colegio, evita dar una opinión por
activa y por pasiva. “En ningún caso me voy a pronunciar sobre si
debe estar dentro o fuera de los centros escolares, pues la
respuesta no me representa a mí solo”. Otros responsables de
centros de varias regiones no han mostrado interés en abordar el
tema.
La AMPA de
un centro de la Comunitat Valenciana elude directamente la
cuestión sobre si se debe impartir la religión islámica en las
escuelas públicas, mientras que otras ni siquiera han atendido la
petición de recabar su parecer al respecto: "Desde la asociación
no tenemos nada que declarar sobre la enseñanza del islam. Si
necesita ampliar información sobre el tema, póngase en contacto
con la dirección”.
“Hay un
prejuicio”, justifica Fernando Amérigo. “La enseñanza del
islam es consecuencia del acuerdo de 1992, pero como es una
competencia transferida, habría que analizar los casos Comunidad
por Comunidad. En algunas, como Madrid, el problema reside en que
escasean los profesores, aunque a sus gobernantes no les interesa
que se imparta la asignatura. Falta voluntad política,
porque en Ceuta y Melilla abundan, mientras que resulta
sorprendente que el pasado curso sólo hubiese tres en Madrid”.
Historia de las religiones
María Teresa
González Santos, profesora de Sociología de la Universidad de
Málaga, aboga por potenciar la educación intercultural en los
colegios, basada en los valores y enfocada a desterrar los
estereotipos y prejuicios. Por ello, entiende que es necesaria una
materia que aporte a los alumnos conocimientos sobre todas las
confesiones.
“Se hace
imprescindible la implantación de una asignatura que recoja una
historia de las tradiciones religiosas diversas con el fin de que
todas las comunidades, autóctonas o extranjeras, conozcan de cerca
las distintas culturas y su interpretación cultural-religiosa de
un mundo compartido”, sostiene la experta en interculturalidad,
quien ha organizado y participado en cursos y seminarios sobre el
tema como docente en Málaga y en la Universidad de Granada, donde
trabajó anteriormente.
Aula de un centro escolar. / EFE
Fernando Amérigo
cree que supondría un cambio importante en el currículo y recuerda
que en 2006 el Gobierno socialista de Zapatero diseñó Historia y
cultura de las religiones como alternativa a Religión, aunque no
llegó a impartirse. “Tenía un carácter no confesional, pero
no caló en el sistema educativo. Una pena, porque una cosa es
estudiarla desde una perspectiva histórica y otra, desde un plano
confesional, consecuencia de los acuerdos”.
Fuentes de la Conselleria
d'Educació de Illes Balears consideran “mucho más adecuada”
esa materia. También la ve con buenos ojos el director del colegio
extremeño, aunque con matices. “No estaría mal que existiese,
siempre y cuando no excluyan las demás opciones”.
Ihab Fahmy se
muestra en cambio más escéptico: “Sería positivo que el alumnado
estuviese informado de la existencia de otros credos. Ahora bien,
¿quién la enseñaría? ¿Un católico, un musulmán, un judío, un
evangélico...?”, se pregunta el miembro de la Comisión Islámica de
España. “Eso sí, reconozco que el término es muy bonito”.
¿Catolicismo sí, islam no?
Ana Planet
Contreras desecha los tópicos peyorativos y negativos que
alimentan los discursos excluyentes. “El islam vive un momento
histórico complejo y extremadamente variado, con dimensiones
políticas y culturales muy diversas. Y los miedos pueden derivar
de no entender esa variedad”, razona la profesora de la
Universidad Autónoma. “La sociedad española practica un islam
verdaderamente acorde al tiempo actual, que no es incompatible
con los valores de ciudadanía de los que nos hemos dotado los
españoles”.
No se trataría,
pues, de suprimir una religión concreta de los programas de
estudios, sino de que el Estado priorizase la educación en
valores y la interculturalidad,
“algo propio de una España plural”. Así lo cree María Teresa
González Santos, quien aboga por dar cabida a todas las
comunidades en su acceso a los conocimientos.
“Hay que promover
actitudes de solidaridad, cooperación, tolerancia y diálogo;
considerar positiva la diversidad; y abordar la solución de
conflictos de forma no violenta”, añade la profesora de Sociología
de la Universidad de Málaga, convencida de que hay que frenar
cuanto antes la discriminación y “poner en valor los contenidos
del mandato de la Carta de los Derechos Humanos”.
Aula de un colegio. / ARCHIVO
Más allá del
dilema tramposo entre una fe u otra, Fernando Amérigo afirma que
la religión confesional, cualquiera que sea, siempre resulta
catequética. “Su fin es adoctrinar, un objetivo en sí
mismo. No hace un estudio cultural del catolicismo, como
demuestran los alumnos que empezaron a estudiar la asignatura con
tres años y hoy no saben qué es un pantocrátor, ni identificar a
un apóstol en un pórtico románico”, critica el profesor de Gestión
de la diversidad religiosa. “Los niños aprenden doctrina de la
Iglesia católica, al igual que sucede con los restantes credos”.
No obstante,
Amérigo carga contra los postulados de Vox y
otras formaciones de extrema derecha. “Es ridículo afirmar que un
católico es más español. Ese discurso busca un identitarismo
patrio que ataca el pluralismo, un valor esencial de
nuestra Constitución que debería ser asumido por más políticos”,
recomienda el director del Instituto Universitario de Ciencias de
las Religiones. “Además, es ideológicamente monolítico y contrario
a los principios democráticos, porque el alegato identitario
reduccionista ataca precisamente la diversidad”.
Ihab Fahmy rechaza las tesis islamófobas de los
partidos ultras e insiste en que la enseñanza de su religión en
las aulas contribuiría, precisamente, a evitar la radicalización de
los alumnos musulmanes. “Ese tipo de adoctrinamiento, hoy en día,
resulta imposible en los colegios españoles por varias
circunstancias. Las posturas extremas nacen de la marginación, no
de la convivencia. Y, gracias a dios, vivimos en un Estado de
derecho”.