
"Sólo quiero que traten a mi hija como a una niña en todas las facetas de su vida"
Pilar, la madre de la pequeña transgénero que estudia en el colegio San Patricio, habla de las barreras que hay que derribar por la desinformación ante los conflictos de identidad
Cristina Fernández málaga | Actualizado 31.10.2013 - 01:00
Pilar muestra un dibujo en el que su hija Gabi se autorretrata como una princesa.
"Mi hija es una niña con genitales
de varón". Ésta no es una afirmación que se dice de
pronto, por capricho. No se llega a ese nivel de
comprensión sin reflexionar, sin leer, sin consultar con
profesionales y con familias que están viviendo lo mismo.
Y no es fácil de asumir. Pero las evidencias fueron
haciéndose cada vez más claras y Pilar tuvo que dejar a un
lado la fase de negación para reconocer que Gabi es,
realmente, Gabriela. Empezando por uno mismo y terminando
con el conjunto de la sociedad, el camino de los padres
con hijos transgénero o transexuales está lleno de
barreras. "Por todos los lados tienes que ir contando la
historia de tus hijos, explicando, difundiendo su
intimidad, la que tanto quieres proteger, para allanarles
el terreno", cuenta Pilar. Y ese periplo, se está
iniciando para esta familia malagueña. Como ella, otro
medio centenar componen la asociación nacional Chrysallis.
Pilar es una luchadora fuerte y decidida que pretende ser
discreta pero que le ha tocado asumir un papel
fundamental, convertirse en portavoz de los derechos de su
hija de seis años. Lo que ansía para ella es que tenga los
mismos derechos que cualquier persona y que sea tratada
con respecto a su identidad y no a sus genitales. Quiere
que pueda vestirse con libertad, pintarse las uñas, jugar
con una muñeca si quiere hacerlo, utilizar el vestuario
femenino en una piscina o tener un nombre de niña tanto en
sus relaciones diarias como en el DNI. Pero lo que puede
parecer una cuestión básica recogida en la Constitución,
en la práctica no es así.
Pilar revisa su documentación.
"Primero lo niegas, luego miras para otro lado, la
reprimes, le regañas, le dices que eso no es propio de su
género hasta que te da tantas señales que tienes que
reaccionar, sabes que no es un capricho infantil", dice la
madre de Gabi. En el caso de las niñas, como sucede con su
hija, llevar el pelo largo es una pequeña conquista que
les hace reafirmarse en su identidad. También usar
complementos propios de la mujer, pintarse o disfrazarse
de roles femeninos. "Mi hija se escondía los genitales en
la bañera y un día me preguntó que cuándo se le iba a caer
el pene", recuerda Pilar.
Pero la desinformación, como explica Eva Witt, presidenta
de la asociación Chrysallis es el muro más grande que hay
que derribar y "ésta es una carrera de fondo, queda mucho
por andar", agrega Pilar, que inició sus contactos con Eva
hace unos meses para poder encauzar su situación personal.
En su entorno más cercano, Gabi era Gabriela. Con sus dos
hermanos, con sus abuelas, su padre y su tía podía
celebrar un cumpleaños con una tarta de princesas y
recibir como regalo una muñeca. Pero para el resto, las
explicaciones fueron muchas cuando este pasado verano Gabi
hizo la transición, es decir, el paso de vestir de chico a
chica. Pilar, incluso, lo comentó con sus vecinos en su
ansiedad por facilitarle la normalidad a Gabi. "Se siente
una niña y sólo quiero que la traten como tal en todas las
facetas de su vida", indice Pilar que echa manos de una
frase de su amigo Mark Tman sobre su hija. "Si tus
prejuicios te traicionan sobre mi identidad... no es
asunto de mi cuerpo sino de tu mirada".
Y esa mirada cómplice es la que Pilar ha estado buscando
en cada paso que ha dado en este último año. Sin embargo,
no siempre la ha encontrado. Cuando hablaba con la
pediatra o el profesor de su pequeña siempre le aseguraban
que era una etapa pasajera, que no había de qué
preocuparse. Pero Gabi le pidió ir al colegio con faldas a
mediados del curso pasado. "La psicóloga de la Asociación
de Transexuales de Andalucía (ATA) la vio y me hizo un
informe, expliqué en el colegio que el tránsito lo íbamos
a realizar en las vacaciones y que les facilitaría la
documentación que me requiriesen y que iba a hacer un
cuentacuentos para mostrar a los niños la realidad tal
cual", recuerda Pilar.
Pareció que todo estaba de su parte, contó con el apoyo
docente, pero poco antes del inicio de curso se encontró
con la negativa de la Fundación Diocesana de Enseñanza al
uso del uniforme femenino de Gabi. Desde entonces, ella y
sus hermanos acuden a diario en chándal. En las próximas
semanas se reunirán los padres con representantes de la
Fundación Diocesana, la Delegación de Educación y la
fiscal de Violencia de Género, Flor de Torres. En ella, en
Eva Witt, en Mar Cambrollé, presidenta de ATA y en muchas
familias está su bastón. También cuenta en todo momento
con el apoyo del padre de su hija. Pero Gabriela es su
verdadera razón para dejar atrás el pudor y hablar
públicamente.