El ataque con armas químicas puede provocar un cambio en la política de Trump
hacia Siria
Publicado el 5
Abril 2017 por Iñigo
Sáenz de Ugarte

Dos fotógrafos de AFP fueron rápidamente a los centros sanitarios más
cercanos cuando tuvieron la primera noticia de un ataque con armas químicas
en la localidad siria de Jan Shijún. Mohamed Al-Bakour cuenta
lo que vio:
“Cuando llegué al hospital,
había un fuerte olor en todos los sitios. No pude identificarlo. Los niños
estaban sobre las camas y los médicos intentaban salvarles. Es un pequeño
hospital en Maaret al-Numan, donde vivo, a unos 15 kilómetros de Jan Shijún
donde el ataque se produjo. Están poniendo máscaras de oxígeno a los niños. Es
una locura. Los niños lloran, los médicos gritan órdenes. Decido centrarme en
los niños. Quiero reflejar este horrible crimen”.
Omar Haj Kadur:
“Estoy en el pueblo de Binish,
a unos 75 kilómetros de donde me he enterado que ha habido un ataque. He oído
que puede haber sido un ataque con armas químicas. Cuando llego al mayor
hospital de Jan Shijún, lo primero que me llama la atención es el olor. Hay un
olor extraño. No sé identificarlo. Lo primero que veo al llegar es a un hombre
con una niña. Los médicos están intentando tratarla. Pero no pueden hacer nada,
porque está muerta”.
Un comunicado de la OMS indica
que las imágenes conocidas refuerzan la idea de que se produjo un ataque con
armas químicas por la falta de heridas externas o traumas físicos y los
síntomas similares en los pacientes: una aguda insuficiencia respiratoria
como causa de la muerte. Otros signos confirmaban el uso de agentes
nerviosos al provocar un fallo completo del sistema respiratorio.
Varias de
las personas que atendieron al principio a los heridos y que los tocaron se
vieron también afectados y acabaron hospitalizados. El gas sarín puede
absorberse a través de la piel o de la respiración, al igual que otros
componentes químicos utilizados como arma. Otro de sus síntomas es la
contracción de las pupilas, también descubierta entre los heridos. Los
cuerpos sin vida conservaban un olor característico, como pudieron comprobar
en los centros sanitarios a los que los trasladaron.
“Esto
recuerda sin duda a 2013”, ha
dicho Jerry Smith, jefe de operaciones del equipo de la ONU que
supervisó la entrega del arsenal sirio de gas sarín después
del ataque de 2013 con armas químicas contra Ghouta, el suburbio de
Damasco controlado por los insurgentes.
Un equipo
de Médicos sin Fronteras en la zona dijo que las víctimas atendidas
“presentaban síntomas
similares a la exposición de
agentes neurotóxicos como el gas sarín”.
La cifra de
muertos que se dio horas después del ataque superaba los 70. En la noche del
miércoles, fuentes locales dijeron que los fallecidos eran ya 83 (35
hombres, 19 mujeres y 29 niños o menores).
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El ataque
se produjo en torno a las ocho de la mañana del martes en una zona donde
viven muchos de los desplazados procedentes de la provincia de Hama. Varios
personas vieron a aviones sobrevolar antes la zona. En un primer momento,
tanto el Gobierno sirio como el ruso negaron que sus aviones la hubieran
atacado ese día. Un portavoz sirio dijo que nunca habían utilizado armas
químicas “ni en el pasado ni en el futuro”.
El
miércoles, el Ministerio ruso de Defensa cambió la versión y afirmó que
aviones sirios habían bombardeado entre las 11.30 y las 12.30 de la mañana
(varias horas después del ataque original) un taller donde los insurgentes
almacenaban material tóxico para instalarlo en minas. Ninguno de los
habitantes del pueblo identificó un ataque aéreo con bombas convencionales
contra un edificio anterior al momento en que empezaron a descubrirse los
primeros síntomas y los primeros fallecimientos.
El
embajador ruso en la ONU dijo en la sesión del miércoles del Consejo de
Seguridad, que las fotos que mostraban a las víctimas del ataque habían sido
falsificadas. Ese mismo día comenzaron a ser sepultadas las víctimas en
entierros cuyas imágenes evidentemente no han sido falsificadas.
El ataque
a Jan Shijún puede ser uno de esos acontecimientos que obliguen a algunos
gobiernos a adoptar una actitud diferente, y eso puede ocurrir con el
Gobierno de EEUU. La derrota de los insurgentes en Alepo casi había
clausurado el conflicto desde el punto de vista militar, pero eso no quiere
decir que la guerra hubiera terminado. La provincia de Idlib, donde se
encuentra Jan Shijún, es el último enclave con el que cuentan los
insurgentes y es el objetivo definitivo para las fuerzas militares del
Gobierno.
El portavoz
de la Casa Blanca explicó el pasado viernes que el
Gobierno de Trump había abandonado la
idea de deshacerse de Asad. “Con respecto a Asad, hay una realidad política
que tenemos que aceptar”, dijo Sean Spicer. Las prioridades eran otras.
“EEUU tiene claras prioridades sobre Siria e Irak, y hemos dejado claro que
el contraterrorismo, en especial la derrota del ISIS, está la primera entre
ellas”.
Eso se
traducía en acabar con la toma de Mosul, en Irak, e iniciar en los próximos
meses el asalto al mayor baluarte del ISIS en Siria, en la ciudad de Raqqa.
Todo puede
haber cambiado con el último ataque, algo de lo que es difícil estar seguro
por las singulares características de la Administración de Trump. En la
reunión del Consejo de Seguridad de la ONU, la embajadora de EEUU empleó un
mensaje duro, muy distinto al escuchado al presidente antes en relación a
Rusia: “Una y otra vez, Rusia utiliza el mismo relato falso para evadir la
atención sobre sus aliados en Damasco. ¿Cuántos más niños tienen que morir
para que Rusia se preocupe?”. Cerró su intervención con un aviso que hace
pensar en acciones militares: “Cuando Naciones Unidas de forma reiterada no
cumple con su deber, hay momentos en que los estados se ven obligados a
actuar por su cuenta”.
Antes, el
propio Trump había hecho unas declaraciones no muy diferentes, aunque con su
sintaxis habitual. Le preguntaron si el ataque había cruzado alguna “línea
roja” en su opinión. “Ha
cruzado muchas líneas”, respondió (vídeo).
“Cuando matas a niños inocentes, bebés inocentes, bebés, pequeños bebés, con
un gas químico que es tan letal, la gente se queda impresionada al saber de
qué gas se trataba. Eso supera muchas, muchas líneas. Más allá que una línea
roja. Muchas, muchas líneas”.
Antes, no
había explicado muy claramente qué hará a partir de ahora, lo que es
habitual en él, pero sí dijo: “Mi actitud hacia Siria y Asad ha cambiado
mucho”. Quizá
su hija, además de las imágenes, tenga algo que ver con ese cambio. Es
probable que su opinión sea mucha más importante que la del secretario de
Estado.
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