
en colaboración con THE GUARDIAN
https://www.eldiario.es/theguardian/desesperacion-Gaza-sangrientas-protestas-continuidad_0_774123000.html
La desesperación reina en Gaza donde dos millones de
personas continúan atrapadas
Con los pasos cerrados, muchas personas llevan meses
esperando el permiso para salir de Gaza
Mufida llegó desde Alemania para hacer una visita
corta a sus padres y lleva un año y cuatro meses sin poder salir de Gaza por
la frontera con Egipto
Oliver Holmes - Gaza
22/05/2018

Imagen de la concentración del viernes 18 de mayo
en la zona fronteriza de Gaza. EFE
En el sofocante estadio de baloncesto al sur de
Gaza, la grada está abarrotada. Jóvenes, ancianos y familias se sientan en
las butacas de plástico azules y amarillas. Sus ojos están clavados en la
pista.
Pero no hay partido y esta gente no son seguidores de
ningún equipo, sino viajeros esperanzados. La muchedumbre carga con maletas
y lleva tiempo esperando para salir. Algunos de ellos durante meses.
En medio de la enorme sala, un funcionario se sienta
en una mesa de madera con una lista de personas que han recibido aprobación
ese mismo día para salir a Egipto. Cada vez que pronuncia un nombre en voz
alta, esa persona se puede subir al autobús con dirección al otro lado de la
frontera.
Una mujer de 60 años dice que lleva intentando
recibir permiso de las autoridades egipcias para salir de Gaza un año y
cuatro meses. Aunque es palestina, ha vivido durante las últimas tres
décadas en Alemania, donde tiene la ciudadanía, pero volvió para lo que ella
pensaba que sería una breve visita a sus padres.
“Me registré para viajar [fuera de Gaza] una semana
después de llegar. Esta es la primera vez que estoy en la lista”, cuenta
Mufida sosteniendo su pasaporte alemán. “Hoy no han pronunciado ni un
nombre”, añade.
Mufida, que prefiere no dar su apellido, recibió una
llamada la semana pasada anunciando que se le había concedido el permiso
para salir, pero que tendría que esperar a que dijesen su nombre. Lleva
cuatro días esperando en la pista de baloncesto. Existen rumores de que por
varios miles de dólares puedes ir al otro lado de la frontera, pero Mufida
sonríe y señala que no tiene ese dinero. “Nadie debería volver aquí”,
señala. Sus siete hijos le esperan en Alemania.
Un bloqueo de una década sobre Gaza, la pequeña
porción de tierra rodeada por Israel, Egipto y el Mediterráneo, ha llevado
al derrumbe de su economía. El enclave es calificado a menudo como una
cárcel al aire libre. Se esperaba que tras dos meses de protestas
desencadenadas por la ira y la desesperación, la crisis para los dos
millones de palestinos amainara.
¿Seguridad o castigo colectivo?
Desde finales de marzo, decenas de miles de personas
se han juntado semanalmente junto a la frontera con Israel para protestar
contra las condiciones en las que viven. En medio del clamor
internacional y peticiones de investigación, el Ejército israelí ha
matado a tiros a 110 personas y otros miles han sufrido heridas de bala,
principalmente en las piernas, según las autoridades sanitarias.
El movimiento alcanzó su momento álgido el 14 de mayo, cuando unas
40.000 personas bajaron a la zona fronteriza, muchos de ellos lanzando
piedras a las fuerzas israelíes desplegadas detrás de la valla. Hubo
intentos de romper el perímetro, aunque ninguno tuvo éxito y otros muchos
heridos recibieron disparos decenas de metros más atrás de la valla
fortificada, incluidos paramédicos.
Las concentraciones del lunes estuvieron centradas en
la consternación por la apertura de la embajada estadounidense en Jerusalén
ese mismo día. Y los organizadores de las propuestas han llamado al
movimiento la 'Gran Marcha del Retorno', que exige que se permita a los
refugiados y a sus descendientes –dos tercios de los residentes de Gaza–
volver a sus hogares, los cuales perdieron en la guerra de 1948 tras la
creación de Israel.
Pero el objetivo prioritario era acabar con el
bloqueo, cuenta Mkhaimar Abusada, politólogo en la Universidad Al Azhar de
Gaza. “Ese es el objetivo número uno de la protesta, incluso aunque el
eslogan sea la Gran Marcha por el Retorno. Lo más importante de la protesta
era romper el asedio y vivir en libertad y dignidad. Vivir una vida mejor”,
señala Abusada.
Israel dice que está obligada a controlar el acceso
al territorio por razones de seguridad, aunque la ONU ve el bloqueo como un
castigo colectivo.
Egipto, que acusa a los gobernantes de Gaza, Hamás,
de pasar de contrabando combatientes y armas, solo abre periódicamente el
paso fronterizo de Rafah, situado al sur de la franja. La semana pasada se
pudieron ver camiones con cemento y madera y El Cairo anunció que el cruce
permanecería abierto durante el mes de Ramadán, la apertura sin
interrupciones más larga desde 2013.
En los últimos días han cruzado unas 500 personas al
día, aunque miles más permanecen en las listas. El viaje está prácticamente
restringido a pacientes y estudiantes matriculados en universidades en el
extranjero, así como a ciudadanos de doble nacionalidad.
Los disparos, apoyados por el 83% de Israel
Israel, sin embargo, no ha cambiado
significativamente la política de acceso en sus cruces fronterizos. Israel
sostiene que los palestinos prendieron fuego a un puesto de control, aunque
posteriormente envió algunos suministros médicos a Gaza a través del mismo.
Hamás rechazó los camiones llenos de ayuda, denunciándolos como una
estrategia propagandística. Otros cuatro camiones de Jordania llenos de
suministros médicos recibieron autorización el viernes para cruzar el puesto
fronterizo, según informó la ONU, aunque el acceso sigue muy restringido.
Las protestas no han logrado provocar mucho apoyo en
Israel, donde el baño de sangre se ha enmarcado en gran parte como una
respuesta a una potencial amenaza a la seguridad contra los israelíes. Un
soldado israelí ha resultado herido desde que empezaron las protestas. Una
encuesta realizada este mes halló que el 83% de los israelíes judíos cree
que la política de abrir fuego está justificada.
El Ejército de Israel culpa a Hamás de las muertes en las protestas,
afirmando que ha puesto a civiles en la línea de fuego. El ministro de
Defensa, Avigdor Liberman, calificó a Hamás como un “puñado de caníbales”.
Yehuda Shaul, uno de los fundadores de Breaking the
Silence, un grupo de derechos humanos israelí en contra de la ocupación y
dirigido por exmilitares, afirma que la mayor parte de la sociedad israelí
judía “ha comprado, por desgracia, los argumentos del Gobierno”. “Fue
desolador ver la respuesta de la mayoría de Israel”, cuenta.
La voces de indignación han sido en su mayoría
silenciadas y marginadas. Pequeñas protestas por todo el país condenando el uso
de munición real apenas han alcanzado unos pocos centenares. “Hay una
voz de oposición. Es una minoría, pero existe”, cuenta Shaul. “Hay una voz y
estamos orgullosos de ello, pero somos una minoría”, añade.
Traducido por Javier
Biosca Azcoiti
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