
https://www.eldiario.es/internacional/incidencia-George-HW-Bush-Irak_0_913759234.html
INTERNACIONAL
 La mentira de Nayirah, el montaje en el Congreso de EEUU que
sirvió para justificar la primera guerra de Irak
Democracy Now! recuerda el caso de un testimonio falso de una niña de
Kuwait que sirvió a George Bush padre para justificar la primera guerra del
Golfo
Nayirah, que se presentó ante los congresistas como
voluntaria en un hospital de Kuwait, denunció en un emotivo discurso que el
ejército de Sadam Husein sacaba de las incubadoras a los bebés solo para que
se muriesen
La joven resultó ser Nayirah al Sabah, hija del
embajador de Kuwait en EEUU que había sido formada por una empresa de
relaciones públicas para su discurso
Democracy Now!
26/06/2019

Mientras los medios de comunicación de masas
conmemoran la vida de George H.W. Bush, analizamos el impacto duradero de la
invasión a Irak en 1991 y la campaña de propaganda que la impulsó. Si bien
la Guerra del Golfo técnicamente finalizó en febrero de 1991, la guerra de
Estados Unidos contra Irak continuaría durante décadas, primero en forma de
sanciones devastadoras y después, a partir de 2003, con la invasión lanzada
por George W. Bush.
Miles de soldados y contratistas militares
estadounidenses continúan en Irak a día de hoy. Un aspecto olvidado de la
guerra iniciada por Bush senior es la extensa propaganda difundida en
Estados Unidos antes de la invasión. Para conocer más sobre el tema,
conversamos con el periodista John Rick MacArthur, con quien analizamos cómo
los medios estadounidenses contribuyeron a instalar en la sociedad la guerra
contra Irak. MacArthur es presidente y editor de la revista Harper's y autor
del libro 'Second Front: Censorship and Propaganda in the 1991 Gulf War',
'Segundo frente: Censura y propaganda en la Guerra del Golfo de 1991'.
Transcripción
Amy Goodman:
Esto es Democracy Now! democracynow.org, el Informativo de guerra y paz,
somos Amy Goodman y Juan González.
Juan González: Estados
Unidos declaró un día de luto nacional por la muerte del expresidente George
H.W. Bush, que falleció el viernes 30 de noviembre, a los 90 años. Hoy, 5 de
diciembre de 2018, las oficinas de correos y otras agencias federales están
cerradas por el funeral de Bush, que tendrá lugar en la catedral nacional de
Washington. Los expresidentes Barack Obama, Bill Clinton, Jimmy Carter y
George W. Bush, hijo del fallecido Bush, asistirán al acto al igual que el
presidente Donald Trump, que no ha sido invitado a hablar. El exgobernador
de Florida Jeb Bush explicó los motivos por los que el presidente Trump no
hablará en la ceremonia: "Se da una circunstancia única aquí. Mi hermano fue
presidente. Tiene prioridad, como se suele decir". Un segundo funeral se
llevará a cabo el jueves en Houston, donde George H.W. Bush será enterrado.
Aquí, mientras tanto, seguimos analizando el legado del 41º presidente de
Estados Unidos. Bush ocupó la Oficina Oval durante un solo período, pero las
consecuencias de su invasión a Irak en 1991 permanecen hasta el día de hoy.
Aunque técnicamente la Guerra del Golfo finalizó en febrero de 1991, la
guerra de Estados Unidos contra Irak continuaría durante décadas, primero en
forma de devastadoras sanciones y después, a partir de 2003, con la invasión
que lanzó el hijo de George H.W. Bush, George W. Bush. Miles de soldados y
contratistas militares estadounidenses continúan a día de hoy en Irak.
Amy Goodman: Nos
adentrarnos ahora en un aspecto olvidado de la guerra iniciada por Bush en
Irak: la inmensa campaña de propaganda que se llevó a cabo en Estados Unidos
antes de la invasión. El punto de partida fue la historia de una joven
kuwaití llamada Nayirah. El 10 de octubre de 1990, esta joven de 15 años
presentó un fascinante testimonio ante el Congreso estadounidense sobre los
horrores vividos en Kuwait tras la invasión iraquí.
Nayirah al Sabah: Señor
presidente y miembros del comité, mi nombre es Nayirah y acabo de salir de
Kuwait. […] Mi hermana recorrió el desierto con mi sobrino de cinco días de
edad en busca de un lugar seguro. No se podía conseguir leche para el bebé
en Kuwait. A duras penas lograron salir cuando su coche quedó atrapado en
las arenas del desierto y recibieron ayuda desde Arabia Saudí. Yo decidí
quedarme porque quería hacer algo por mi país. La segunda semana después de
la invasión me ofrecí como voluntaria en el hospital Al Adan, junto a otras
12 mujeres que también querían ayudar. Yo era la voluntaria más joven. Las
otras mujeres tenían entre 20 y 30 años. Estando allí, vi a los soldados
iraquíes entrar al hospital con sus armas de fuego, sacar a los bebés de las
incubadoras, llevarse las incubadoras y dejar a los bebés morir en el frío
suelo. Fue horrible. No podía dejar de pensar en mi sobrino.
Juan González: El
testimonio de Nayirah fue retransmitido en todo Estados Unidos y significó
un punto de inflexión en la opinión pública respecto al apoyo a la guerra.
El presidente George H.W. Bush citó repetidamente este testimonio.
Presidente George
H.W. Bush: Había bebés en incubadoras y les sacaron de ahí como una
forma de destruir sistemáticamente Kuwait.
Amy Goodman: Tres
meses después del testimonio de Nayirah, el presidente George H.W. Bush
lanzó la invasión de Irak. Resultó, sin embargo, que las declaraciones de
Nayirah no eran ciertas. Ningún grupo de Derechos Humanos o medio de
comunicación pudo confirmar sus palabras. También resultó que Nayirah no era
una adolescente kuwaití cualquiera. Era la hija del embajador de Kuwait en
Estados Unidos, Saud Nasser al Sabah, y había sido entrenada por la empresa
de relaciones públicas Hill & Knowlton, contratada por el Gobierno de
Kuwait. Nos acompaña ahora el periodista que dio a conocer públicamente la
identidad de NayirahNayirah, Rick MacArthur, presidente y editor de Harper’s
Magazine, autor del libro 'Second Front: Censorship and Propaganda in the
1991 Gulf War' —'El segundo frente: Censura y propaganda en la Guerra del
Golfo de 1991'—. Como decíamos, este fue un momento clave. Tenemos a esta
adolescente, esta niña, diciendo que había sido testigo de cómo los soldados
iraquíes invadieron Kuwait y sacaron a los bebés de las incubadoras. Pero
cuando dio su testimonio solo se la llamó por su nombre de pila,
NayirahNayirah, no se mencionó su nombre completo, Nayirah al Sabah, lo que
hubiera indicado que era la hija del embajador de Kuwait en Estados Unidos,
que también testificó en esa misma audiencia.
John R. MacArthur: Así
es. Era todo parte del plan de propaganda. Se dijo que se mantenía su
anonimato para protegerla y proteger a su familia de posibles represalias en
Kuwait. Esa fue la versión oficial. Y nadie se molestó en intentar averiguar
quién era en realidad. Todo el mundo se tragó el anzuelo, con sedal y todo,
aunque ya en ese momento hubo un par de investigadores de Derechos Humanos
que empezaron a desconfiar. Yo me puse a indagar, ya después de la guerra,
lamentablemente, y pude enterarme de lo que realmente había pasado: Hill &
Knowlton la seleccionó como testigo convincente para contar esta atrocidad.
Todo fue parte de una campaña para convertir a Saddam Hussein, al menos en
el imaginario público, en Adolf Hitler. La idea era que no podrían venderle
a la gente la Guerra del Golfo sin esto. En otras palabras, tuvieron que
hacer trampa para ganar. Y eso es lo que me llama la atención de las elegías
a George Bush. Ahora se lo presenta como un ejemplo de respetabilidad e
integridad de un sector WASP' (blanco, protestante, anglosajón) de la vieja
escuela, cuando en realidad tenía un lado violento, un lado colérico y
despiadado. Y cuando lo vemos haciendo propaganda, utilizando la
desinformación de Hill & Knowlton, vemos un lado bastante desagradable de
este representante político. Y todavía hay… como dijo Juan, todavía estamos
viviendo las consecuencias de haber ubicado tropas en Arabia Saudí, porque,
a fin de cuentas, eso es lo finalmente activó a Bin Laden.
Juan González: Rick,
la mayoría de la gente… ha pasado más de un cuarto de siglo y la mayoría de
la gente ya no recuerda el clima social que se vivía en ese entonces. Pero
había una importante oposición pública a que Estados Unidos invadiera Irak
como forma de hacer retroceder la invasión de este país a Kuwait, y en el
Congreso, los votos a favor y en contra para aprobar la acción militar
estaban muy parejos, ¿cierto? Así que un testimonio como ese fue crucial.
John R. MacArthur: Exactamente.
Hay que recordar que en 1990 y 1991 solo habían pasado… ¿cuántos? quince
años desde la guerra de Vietnam. Y todavía había una sensación
muy desagradable sobre el tema en el país, que en el Congreso estaba
representada por senadores como John Kerry, en cuanto a que habíamos sido
engañados para meternos en Vietnam, que había sido una guerra no declarada y
que no íbamos a permitir otro engaño así, con otra guerra mentirosa o basada
en un pretexto falso. Así que estaba claro que Bush iba a tener que
conseguir la autorización del Congreso para invadir… para liberar a Kuwait.
Y bueno, la votación iba a ser muy ajustada. Terminó siendo 52 a 47. Hubiera
sido 52 a 48 si Alan Cranston, senador por California, hubiera viajado a
Washington para votar. Cranston dijo que hubiera ido a votar si el resultado
era más ajustado. En ese momento estaba atravesando un tratamiento con
quimioterapia en California. Y fue claro que, bueno, varios representantes y
senadores citaron la atrocidad de las incubadoras de bebés, que era un dato
falso que nunca sucedió, como motivo para votar a favor de la resolución que
dio lugar a la Guerra del Golfo. En otras palabras, lo que dijeron fue:
"Podríamos encontrar otras formas de sacar a Saddam Hussein de Kuwait, como
sanciones económicas o negociaciones". La sensación que había era de que el
conflicto tenía que ver con el petróleo, que no se trataba de una cuestión
de principios, aunque Bush lo planteara como una cuestión de Derecho
Internacional. Pero finalmente esta gente dijo: "Si Saddam Hussein es
realmente Hitler, si es realmente capaz de tener un ejército que comete
masacres"… Y se llegó a hablar de cientos de bebés cuando Amnistía
Internacional validó la historia.
Amy Goodman: Eso
es…
Juan González: Sí,
recuerdo la portada…
John R. MacArthur: La
historia se fue inflando, se fue haciendo más y más grande.
Amy Goodman: Eso
es muy importante…
John R. MacArthur: Sí.
Amy Goodman: …el
papel que jugó Amnistía Internacional.
John R. MacArthur: Así
es.
Juan González: Así
es.
Amy Goodman: No
fue solo NayirahNayirah.
John R. MacArthur: No
fue solo NayirahNayirah. Human Rights Watch se tragó la historia. Aunque
oficialmente se mantuvo neutral. Pero Amnistía Internacional de hecho dio la
cifra de más de 300 bebés. En los hospitales de la ciudad de Kuwait no
llegaba a haber tantas incubadoras. Ahora bien, volviendo sobre lo ocurrido,
vemos lo mal que actuaron los medios y la prensa al no hacer preguntas.
Juan González: Bueno,
recuerdo que mi periódico, el New York Daily News, publicó un titular en
primera plana que decía: "¡Mataron bebés!"
John R. MacArthur: Sí,
sí, sí.
Juan González: O
sea, los medios aceptaron esta historia sin cuestionarse…
John R. MacArthur: Claro.
Juan González: …sin
verificar para nada lo que se decía.
John R. MacArthur: Y
si Saddam Hussein es un asesino de bebés, bueno, desde un punto de vista
racional la gente puede tener diferentes opiniones sobre cómo hacer cumplir
las leyes internacionales o cómo evitar que un país invada otros países.
Pero asesinar bebés sobrepasa todos los límites. Y después de la guerra, no
fui solo yo el que investigó esto. John Martin hizo un muy buen reportaje.
Fue a todos los hospitales…
Amy Goodman: Para
la cadena ABC.
John R. MacArthur: Sí,
para ABC News. Él hizo lo que un periodista debe hacer, aunque
desafortunadamente demasiado tarde: entrevistó al personal de los
hospitales, a los médicos. Hizo un trabajo muy completo. Nadie pudo
mencionar una sola ocasión en la que soldados iraquíes hubieran arrancado
bebés de las incubadoras y los hubieran asesinado. Hubo bebés muertos por
negligencias y por el bombardeo estadounidense a Kuwait e Irak, ya que
muchos empleados de los hospitales huyeron. Hubo víctimas. Hubo bebés que
murieron, pero no por ser sacados de las incubadoras. Eso nunca sucedió.
Juan González: Y
creo que esto fue, como tú señalas, el lanzamiento de una nueva campaña… o
un refuerzo en la intensidad de las campañas de propaganda de nuestro
Gobierno para tratar de justificar la guerra.
John R. MacArthur: Así
es. Y esto es algo que no ha sido analizado lo suficiente. Insisto, quedó
instalada esta imagen de integridad y respetabilidad 'WASP' (blanca,
protestante, anglosajona) de George Bush. Y bueno, también es el padre de
George W. Bush, que fue incluso más allá con su campaña de propaganda para
la guerra, anunciando un programa de Saddam para desarrollar una bomba
atómica que nunca existió, o al menos no en el momento en que se dijo que
estaba sucediendo. Quizás pudo haber tenido ambiciones de este tipo en algún
momento, pero ciertamente no hubo un programa para desarrollar bombas
atómicas en 2002 y 2003. Pero ahora ya nos hemos acostumbrado a debatir si
debemos o no ir a una guerra en base a "fake news" —disculpen si estoy
citando a Donald Trump— pero es tal la información falsa que ya no sabemos
cómo discutir estos temas. Y el poder de declarar la guerra ya no está en
manos del pueblo, casi se podría decir que ya no está en manos del Congreso.
Es bastante… alguien me dijo en algún momento "¿Por qué Bush siquiera se
molestó en pedir permiso al Congreso para invadir Irak en 1991?" Bueno, en
aquel entonces, nuestro país todavía era gobernado con más apego a la
Constitución. Y estaba el amargo recuerdo del Incidente del golfo de Tonkín
y la guerra de Vietnam, el hecho de que fuimos a una guerra no declarada, en
base a falsos pretextos.
Amy Goodman: Estamos
hablando con Rick MacArthur, editor de Harper's Magazine, autor de 'Second
Front: Censorship and Propaganda in the 1991 Gulf War', 'Segundo frente:
Censura y propaganda en la Guerra del Golfo de 1991'. Tu libro comienza… el
primer capítulo se llama 'Cutting the Deal', 'Cerrar el trato'. Y empiezas
citando una frase de Earl Shorris que dice: "Hay hombres a quienes les
complace dar órdenes y hay hombres a quienes les complace recibir órdenes".
Realmente ahí se ve el comienzo del proceso del "periodismo incorporado" a
la perspectiva oficial.
John R. MacArthur: Así
es.
Amy Goodman: Y
cuéntanos acerca de esta reunión tan inusual que relatas, de una mañana
agosto de 1990, ocho días después de que las fuerzas iraquíes invadieran
Kuwait, donde los cuatro… bueno, los que en ese momento eran —el panorama
mediático es tan diferente ahora— los cuatro editores en jefe en Washington
de las principales cadenas de televisión de Estados Unidos. ¿Con quién fue
que se reunieron?
John R. MacArthur: Bueno,
fueron a la casa del príncipe Bandar, el operador político de Arabia Saudí
en Estados Unidos. Era como el mayordomo que se encargaba de todo lo que
pasara en relación con Arabia Saudí en Estados Unidos. Y era la persona a
quien los medios acudían a pedir favores, a quien se le pedía ayuda. La Casa
Blanca y el Pentágono habían decidido desde el principio que esto no iba a
ser como Vietnam, en el sentido de no volver a permitir que los periodistas
entraran donde quisieran, tomaran fotos de cadáveres, de edificios en llamas
o helicópteros estrellándose. No permitir… porque había una idea… había una
mirada revisionista que decía que EE.UU. perdió la guerra de Vietnam porque
los estadounidenses se habíam desmoralizado por todas las malas noticias que
llegaban a través de los noticieros de la cadena CBS. Así que no se iba a
permitir que eso volviera a suceder.
Y se tomó la decisión de agrupar a los periodistas y
establecer criterios de censura. En otras palabras, se les enviaría en
grupos de cinco personas al frente de batalla, dondequiera que el Pentágono
decidiera que era el frente de batalla ese día. Allí, en teoría, podrían
tomar fotos y describir lo que estaba sucediendo, pero el informe iba a
tener que ser compartido entre todos los medios presentes, no habría
competencia, y sería examinado por los censores del Pentágono. Así que,
obviamente, la gente no vio nada en los medios. A los periodistas no se les
permitió ver nada. Y fue un poco cómico, al final, ver a cientos de
periodistas en Dhahran, que es donde estaba el centro de prensa, reciclando
informes censurados del frente de guerra que no mostraban nada. Hubo dos o
tres periodistas que hicieron un honorable trabajo, como Chris Hedges, Bob
Simon de CBS, que se salieron del perímetro permitido, por así decirlo, y
pudieron ver un poco más, pero fueron excepciones. Susan Sachs de Newsday
también intentó hacer un buen trabajo.
Amy Goodman: ¿Y
no es que fueron a la casa del embajador saudí enviados por el Gobierno de
Bush, aunque el Gobierno de Bush estaba enviando soldados a Arabia Saudí?
Para que la prensa pudiera obtener permisos…
John R. MacArthur: Sí,
así es.
Amy Goodman: …dijeron:
"Tienen que pedir permiso a Arabia Saudí".
John R. MacArthur: Bueno,
esa era una forma de negociar con los saudíes para obtener favores. Pero
seguía siendo el Pentágono quien decidía quién iba, dónde y cuándo. La idea
que circulaba en las cadenas de televisión era tratar de conseguir que el
príncipe Bandar hiciera algo… hiciera algunos favores, allanara un poco el
camino y pudiera usar su influencia en el Gobierno de Bush para obtener un
mejor acceso a la cobertura de la guerra que la competencia. Y esto nos trae
de nuevo al presente. O sea, estamos en contubernio con Arabia Saudí desde
hace ya un buen tiempo. Y la idea de que los medios de Estados Unidos estén
pidiendo favores a un príncipe saudí, bueno, no es una imagen muy agradable.
Y también expresa la hipocresía de los medios estadounidenses, tanto en
aquel entonces como en la actualidad, con respecto a la Primera Enmienda
constitucional. O sea, un grupo de medios y periodistas demandamos al
Pentágono, como Sydney Schanberg, The Nation y Harper’s Magazine. Llevamos a
juicio al Pentágono por esto, y perdimos. Por este mecanismo de censura.
Pero en la mayor parte de los medios y los periodistas, como Katharine
Graham, Sulzberger, los directivos de las cadenas de noticias, no hicieron
nada. Todo eso está en mi libro también. Allí pueden ver lo que dijeron al
respecto.
Amy Goodman: Estamos
hablando con Rick MacArthur, editor de Harper’s Magazine, autor de 'Second
Front: Censorship and Propaganda in the 1991 Gulf War' 'El segundo frente:
Censura y propaganda en la Guerra del Golfo de 1991'. Estaremos de vuelta
con él en un minuto.
[Pausa]
Amy Goodman: Escuchábamos
'Combat Rock' de Sleater-Kinney. Agradecemos a los estudiantes del Marymount
College que están visitando nuestro programa. Esto es Democracy Now!
democracynow.org, El Informativo de Guerra y Paz. Somos Amy Goodman y Juan
González. Seguimos analizando el legado del presidente George H.W. Bush con
respecto a la guerra, en particular la guerra de Irak. ¿Juan?
Juan González: Bueno,
Rick, quería preguntarte, continuando con lo que estábamos hablando, sobre
cómo muchos de los grandes medios de comunicación aceptaron acatar los
protocolos de censura del Pentágono durante la guerra. Irónicamente, esta
fue la primera guerra televisada en vivo. Y cuando recordamos las fotos de
los bombarderos atacando distintas partes de Irak y Kuwait, bueno, se ve la
ironía de tener, por un lado, esa censura y control sobre la prensa y, por
el otro, una guerra televisada, que hizo que el pueblo estadounidense se
hiciera una idea de lo que eran las bombas guiadas desplegadas por Estados
Unidos contra las fuerzas iraquíes.
John R. MacArthur: Así
es. Estrictamente hablando, no fue la primera guerra televisada. Se podría
decir que Vietnam fue la primera guerra televisada. Pero…
Juan González: En
vivo. Transmitida en vivo por televisión.
John R. MacArthur: Guerra
televisada en vivo, sí, incluyendo las largas conferencias de prensa, si es
que se las puede llamar así, dirigidas por Norman Schwarzkopf, el comandante
general de las fuerzas aliadas, nombre con que se las promocionaba, que
resultó ser brillante en el manejo de las relaciones públicas. Lo que él
comprendió fue que era mejor informar a los periodistas a través de una
conferencia de prensa, pasando al mismo tiempo imágenes, a ser posible
—algunas eran en tiempo real y otras eran grabaciones de vídeo— que
mostraran lo que presuntamente estaba haciendo el Ejército antes de que
nadie pudiera verificarlo. Entonces, con gran inteligencia… suena muy a la
vieja usanza. Él había hecho instalar un televisor en la sala de prensa de
Dhahran que mostraba cómo presuntamente las bombas o misiles guiados
impactaban siempre en el blanco, para dar a la gente… generar en la gente la
sensación de que el Ejército estadounidense era invencible.
Amy Goodman: Escuchemos
al comandante del ejército de Estados Unidos a cargo del ataque a Irak, de
quien estabas hablando.
John R. MacArthur: Vale,
claro.
Amy Goodman: El
general Norman Schwarzkopf. En una conferencia de prensa el 31 de enero de
1991, explica cómo hace Estados Unidos para destruir los misiles Scud de
Irak.
General Norman
Schwarzkopf: Anoche en el oeste de Irak también atacamos y
destruimos tres misiles Scud TEL con aviones de caza F-15, y evitamos un
ataque con misiles contra Israel. Ahora, ciertamente, no puedo asegurar que
no habrá más lanzamientos de misiles Scud. Nunca se puede garantizar eso.
Pero puedo decir con bastante seguridad que cada vez es mayor nuestra
habilidad para encontrarlos, y creo que esta grabación muestra muy bien
nuestra habilidad para encontrarlos y destruirlos.
Amy Goodman: Ese
era Norman Schwarzkopf, el general Norman Schwarzkopf.
John R. MacArthur: Así
es. Y de hecho, el día anterior habían mostrado imágenes de la Fuerza Aérea
de Estados Unidos presuntamente destruyendo dispositivos móviles para el
lanzamiento de misiles Scud. Porque en ese momento había una gran
preocupación social y mucho miedo de que Irak atacara Israel. De hecho,
lograron lanzar un par de misiles Scud a través de las barreras de defensa
en Israel. Así que EE.UU. tenía que mostrar resultados. Tenían que mostrar
que estaban eliminando los lanzadores de misiles Scud. Así que afirmaron
haber eliminado 11 lanzamisiles. Después de la guerra, Scott Ritter y Mark
Crispin Miller hicieron buen periodismo de investigación y refutaron eso,
encontraron que no se había destruido ningún lanzador de misiles Scud.
Pero el punto es que en ese momento, ante las
imágenes en tiempo real que se mostraban a la prensa, los medios de
comunicación no podían cuestionar nada de la versión oficial. Aquí está el
vídeo. Aquí están los generales con sus punteros. ¿Quién lo iba a
cuestionar? No había nadie en el territorio, no había periodistas en el
campo de batalla que pudieran verificar o contradecir esa versión. Incluso
en las circunstancias de mayor libertad de prensa, no es fácil en tiempos de
guerra, confirmar o refutar lo que dice el Gobierno. Pero en esta guerra era
directamente imposible. Así que los estadounidenses recibían la imagen de
una guerra limpia, una guerra aséptica, donde cada ataque daba en el blanco
previsto.
Una importante estadística a tener en cuenta es que
el 93% de la carga explosiva utilizada para atacar Irak y Kuwait en la
Guerra del Golfo fue a través de bombas convencionales no guiadas, la
mayoría de ellas de la época de los bombarderos B-52 de Vietnam. Solo el 7%
de la carga utilizada en los bombardeos fue utilizada en misiles guiados por
láser, que es de lo que se estaba hablando en la conferencia de prensa
recién citada. Así que es…
Juan González: Entonces,
es posible decir que fue durante el mandato de Bush…
John R. MacArthur: Sí.
Juan González: O
sea, que en el mandato de George Herbert Walker Bush, el Gobierno de Estados
Unidos perfeccionó el control propagandístico sobre la cobertura mediática
de la guerra.
John R. MacArthur: Sí.
Y no fue nada nuevo. En otras palabras, si analizamos la Primera Guerra
Mundial, ahí ya circulaba la noticia de que los alemanes habían atacado con
bayonetas a bebés belgas. O sea, se trata de un viejo truco de propaganda.
Es decir, el tema la matanza de bebés se había utilizado antes. Pero en lo
que se refiere a la sofisticación técnica y la capacidad de usar la
tecnología de la comunicación más avanzada para alterar el funcionamiento
democrático, manipular a la gente y hacerla sentir bien con respecto a la
guerra, ahí Schwarzkopf desde el Mando Central de EE.UU., Pete Williams
desde el Pentágono y el poder ejecutivo del presidente Bush hicieron algo
revolucionario.
Amy Goodman: Nos
quedan 30 segundos de programa, ¿puedes hacernos un comentario final con
respecto a las reseñas que están publicando hoy los medios sobre la vida del
presidente George H.W. Bush?
John R. MacArthur: Bueno,
estoy horrorizado. Ayer hubo una columna en el periódico The Wall Street
Journal escrita por William McGurn con el título: 'George Bush’s Wonderful
Life', 'La maravillosa vida de George Bush', que literalmente compara a Bush
con el personaje George Bailey de la película '¡Qué bello es vivir!'. Es una
locura porque George Bailey es de alguna manera un populista que se opone al
poder del Sr. Potter, a su banco y a otras instancias de poder. Pero George
Bush no fue un amante de la paz. Nunca olvidaré a George McGovern, que fue
piloto de un bombardero en la Segunda Guerra Mundial…
Amy Goodman: Nos
quedan solo 15 segundos.
John R. MacArthur: …George
McGovern me dijo: "Bueno, la mayoría de nosotros cuando volvimos de la
Segunda Guerra Mundial… la mayoría de quienes regresamos de la Segunda
Guerra Mundial sentimos que había sido demasiado. Pero para Bush no fue
demasiado, no le alcanzó con toda esa violencia".
Amy Goodman: Aquí
finaliza nuestro programa. Rick MacArthur es editor de Harper’s Magazine y
autor del libro del libro 'Second Front', 'El Segundo Frente'.
|