Guerra Eterna
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Argelia envía a miles de inmigrantes africanos al desierto para deshacerse de
ellos
Publicado el 26
junio 2018 por Iñigo
Sáenz de Ugarte
Libia y Marruecos no son la única puerta de entrada
que utilizan los migrantes subsaharianos para llegar a Europa. En
condiciones igualmente difíciles, miles de ellos intentan llegar desde hace
años a través de Argelia, un país con menor presencia de medios de
comunicación extranjeros y que no ha dudado en decretar expulsiones masivas
y lanzar campañas de propaganda contra los africanos que residen sin papeles
en el país.
Un reportaje de AP ha recogido testimonios que indican que las
autoridades argelinas son capaces de enviar a los migrantes a través del
desierto con temperaturas que pueden provocar la muerte.
Argelia ha abandonado en el desierto a más de
13.000 personas en los últimos 14 meses, incluidas mujeres embarazadas y
niños, dejándoles sin comida y agua y obligándoles a caminar, a veces
amenazándoles con armas, con temperaturas de hasta 48 grados.
En Níger, a donde se dirige la mayoría, los
afortunados cruzan una desolada tierra de nadie de 15 kilómetros hasta
Assamaka, un pueblo que es poco más que una serie de frágiles edificios
que se hunden en la arena. Otros, desorientados y deshidratados, deambulan
durante días hasta que un equipo de rescate de la ONU puede encontrarlos.
Un número desconocido de ellos perece en el camino. Casi todos los
supervivientes, unos veinte entrevistados por AP, hablan de grupos de
gente que ya no pueden seguir y que desaparecen en el Sahara.
Al igual en el Mediterráneo, el Sahara se convierte
en un inmenso cementerio en el que mueren los más débiles sin que pocas
veces haya información sobre su destino.
Argelia tiene una inmensa frontera en el sur con
Níger y Malí por donde llegan miles de subsaharianos procedentes de esos
países y de otros. Las expulsiones masivas son frecuentes. El Gobierno de
Níger denunció a finales de 2017 que su vecino de norte había expulsado a
más de 20.000 nigerinos desde 2013. No es que Argelia no tenga derecho a
hacerlo –ambos países firmaron un acuerdo de repatriación de inmigrantes en
2014–, pero la llegada en masa de estas personas causa problemas sociales y
económicos en países pobres que los gobiernos no están en condiciones de
afrontar.
Nuestros titulares destacan que Europa sufre una
crisis migratoria, pero no es menos cierto que los países africanos sufren
problemas aún más serios, tantos los que envían a personas como los que las
reciben. Argelia no recibe ayuda directa de la UE, pero su colaboración con
Francia en asuntos de defensa e inteligencia es un hecho conocido desde hace
años, y es probable que París haya presionado para que impidan que los
subsaharianos pasen por territorio argelino en su camino hacia el norte.
2017 vivió un momento de escalada de la tensión,
probablemente por las noticias sobre el calvario que sufrían los inmigrantes
africanos en Libia y el progresivo cierre de esa vía de entrada hacia
Europa.
En verano de 2017, el Gobierno de Argelia lanzó
una campaña de propaganda contra los inmigrantes subsaharianos con un
contenido similar al de la extrema derecha europea. El primer
ministro, Ahmed Ouyahia, acusó a los inmigrantes de traer a Argelia “crímenes,
drogas y otras plagas” y ordenó que las fuerzas de seguridad procedieran
a las detenciones de los sin papeles para
su posterior expulsión.
Ouyahia ya había sido antes primer ministro en dos
ocasiones, es líder del segundo partido del país y está considerado muy
cercano a los militares, que son el verdadero centro del poder. El
presidente Buteflika, de 81 años, tiene tan mala salud desde
hace varios años que a veces pasan meses sin que se le vea en público y
se duda de que esté realmente al frente del país.
Un Gobierno argelino anterior que sólo duró unos
meses había prometido iniciar un proceso de regularización de la población
extranjera sin papeles. La llegada de Ouyahia al poder provocó un giro en
esta política abortada muy pronto y un endurecimiento de la respuesta
oficial a la inmigración del sur.
Fue en mayo de 2017 cuando la Organización
Internacional de Migraciones comenzó a contar a los inmigrantes que
llegaban a pie desde Argelia a territorio nigerino, según AP. En total,
contabilizó a 11.276 personas como supervivientes de estas marchas forzadas
en condiciones dramáticas. Es probable que miles más murieran en el
desierto.
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