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Cerco a la población gitana de Roma
La amenaza del desalojo pesa sobre los cientos de
personas gitanas que malviven en el campamento River Village, a las afueras,
mientras el ministro Salvini propone un censo para expulsar a quienes
no sean nacidos en Italia
El ayuntamiento de Roma aprobó un plan para erradicar
estos campamentos, pero las ONG denuncian que pasaría por separar a las
familias
"Este poblado lo construyeron para meternos aquí como
ratas y ahora nos echan sin tener una alternativa", dice uno de los hombres
que viven allí
Ismael Monzón - Roma (Italia)
06/07/2018

Imagen del campamento en el camping River Village,
a las afueras de Roma. Ismael Monzón
Para avanzar por algunas de estas calles de tierra
hay que apartar colchones, muebles, televisores, ropa… Todo en el suelo,
medio roto. Las avenidas de esta pequeña ciudad italiana se construyeron en
cuadrícula. En el siglo XXI. Y sus edificios son módulos prefabricados
instalados por el Ayuntamiento de Roma, la misma institución que ahora ha
decidido entrar por la fuerza y derruirlo. Gemilia y sus cuatro hijas se han
quedado con las maletas frente a su caravana destrozada, esperando sentadas
en sillas de plástico a que alguien les ofrezca una solución.
"Vinieron a las siete de la mañana para decirnos que
sacáramos todo y que nos fuéramos a la calle", cuenta la mujer. Desde
entonces, duermen al raso. La Policía lleva días desalojando por la fuerza
este campamento, con la intención de que las casas queden inutilizables. El
desalojo forma parte de un plan aprobado por la alcaldesa capitolina,
Virginia Raggi, para desmantelar los poblados donde malvive la población
gitana. Gemilia asegura que lleva viviendo aquí desde hace 12 años y que
ahora no tiene dónde ir.
La solución que les han propuesto a las cerca de 400
personas que se concentran aquí es que acudan a casas de acogida, en las
que, por un lado, las madres se alojan con los hijos, y, por otra, los
padres. Todos lo han rechazado. El camping River convirtió hace años su
oferta de vacaciones en un modo de vida para toda esta gente. Situado a unos
20 kilómetros del centro de Roma, en su periferia norte, tiene a un lado el
Tíber y al otro, un puñado de obras que revelan que este nunca fue un
espacio adecentado.
A unos pocos metros hay tres coches de Policía; en la
entrada, un cartel en el que se lee 'River village'; y adentro, se mantiene
este campamento en ruinas del que la gente aún no se ha marchado. En 2005,
el Ayuntamiento llegó a un acuerdo con el propietario –privado- de los
terrenos y compró las casas prefabricadas para meter estas personas, que en
su mayoría procedían de los Balcanes.
Amida, una de las hijas de Gemilia, se levanta. "Ven
a ver cómo vivíamos aquí", dice, y muestra un bidón con el agua que salía de
las cañerías. Tiene un color marrón, como mezclado con tierra. Contaban con
luz, asistencia sanitaria y un autobús que les llevaba al colegio. A la otra
punta de Roma, eso sí, por lo que había que levantarse a las 5 de la mañana.
"Yo llevo así toda la vida, pero que no me digan que
no tengo derechos porque soy tan italiana como la que más", sostiene Amida.
Su madre nació en Kosovo, pero ella lo hizo en Italia y tiene la
nacionalidad de este país. Es el caso de la inmensa mayoría de los menores
de este poblado. Amida ha cumplido los 16 y ya ha escuchado hablar de Matteo
Salvini, el ministro del Interior italiano, que
ha amenazado con elaborar un censo de la población gitana y expulsar a
quienes no tengan los documentos en regla. "Los que sean de aquí, por
desgracia, hay que quedárselos", sostuvo el ministro. "Salvini es un
racista", contesta la joven.
"La discriminación ya se nota en todas partes, solo
hace falta entrar al metro para que la gente te mire mal o se eche a un lado
porque piensa que les vas a robar. No hace falta que venga ningún ministro
xenófobo, pero en las últimas semanas esto ha aumentado", sostiene. Y
apostilla: "Salvini tiene que dar gracias a Dios de que existan los
inmigrantes y de que estemos nosotros, los gitanos, porque, si no, qué
política iba a hacer".
"Este poblado lo crearon para meternos como
ratas"
Las declaraciones envalentonadas de Salvini preocupan
en el Camping River, pero como un fenómeno que puede traer más daños a medio
o largo plazo. En el corto, sus dudas pasan por qué hacer mañana. A Tuska
Constantino todavía no lo han desalojado, pero le han advertido de que lo
harán en los próximos días. Tiene cuatro hijos.
"Mira esta gente", "pobres chicos", "date cuenta de
cómo han dejado esto otro", se lamenta, mientras actúa como guía
improvisado. También él eleva sus quejas a la administración, en este caso a
la local. "Este poblado lo construyeron para meternos aquí como ratas, se
aprovecharon del dinero que daba la Unión Europa, nunca hemos visto nada y
ahora nos echan sin tener una alternativa", asevera. Junto a este
asentamiento, a lo largo del año, se prevé el desalojo de otros dos grandes
poblados, ocupados en su mayoría por personas de etnia gitana.
Según el último informe anual de la Asociación 21 de
julio, que defiende los derechos de este colectivo, en Roma y sus
alrededores se concentran la mayoría de personas gitanas, 'nómadas' o
miembros de la comunidad sinti de entre los 120.000 y 180.000 que hay en
Italia. De ellos, unos 26.000 residen en campamentos formales y otros 10.000
en asentamientos improvisados, que están aún en peores condiciones sociales
y sanitarias. En ambos casos la organización considera que esta población se
encuentra en una situación de "emergencia habitacional".
El presidente de la asociación, Carlo Stasolla,
considera que el desalojo del Camping River vulnera los derechos humanos. En
2016, el Ayuntamiento de la capital italiana aprobó un plan que se marcaba
como objetivo la "superación de estos campamentos" y la "integración de la
población gitana", siguiendo la normativa europea. "Sin embargo, han
decidido que, para superarlo, lo mejor es derribar sus casas y ofrecerles un
futuro que pasa por la segregación familiar", afirma Stasolla.
Un informe reciente de la FRA, un organismo independiente que asesora en
esta materia a la UE, concluye que, el racismo y la discriminación empuja
a la población romaní europea a sobrevivir, en ocasiones, en condiciones
comparables a las de los países más empobrecidos del mundo: hogares sin agua
corriente o electricidad, desempleo y hambre.
La Asociación 21 de julio ha organizado diversas
manifestaciones y ha escrito una carta a la alcaldesa de Roma y a distintos
organismos europeos para que revisen estos planes. A la iniciativa se han
sumado casi un centenar de personalidades relacionadas con el ambiente
cultural romano. "Después de las preocupantes declaraciones del ministro
Salvini, estas acciones incrementan nuestra preocupación", señalan desde el
colectivo.
Al menos por el momento, las palabras de Salvini se
han quedado en eso, solo en palabras. Desde su Gobierno le han advertido de
que realizar un censo basándose en criterios étnicos es "inconstitucional" y
la Justicia frenó hace años una medida similar. Con la batalla contra las
ONG que operan en el Mediterráneo y el debate migratorio europeo, su
discurso no se ha centrado tanto en esta población, aunque "arrasar con los
campamentos gitanos" también está entre sus propuestas históricas. Desde el
Camping River le piden al líder ultraderechista que venga a visitarles, pero
para ver cuáles son sus condiciones.
Romulus y Zarko, originarios de la antigua
Yugoslavia, se han erigido como portavoces del campamento. Romulus tiene a
su cargo a ocho hijos menores y Zarko, a cuatro. "Dijeron que nos ayudarían
en la integración y la política de un Gobierno debería ir encaminada a ello,
pero aquí nos tratan como animales", opinan. Ambos consiguen salir adelante
vendiendo en mercadillos ambulantes y su alternativa es trasladarse a otro
asentamiento "al que no venga la Policía". "Si nadie mirara, nos meterían en
un horno y nos quemarían", denuncian. Este lugar, en su momento, fue
bautizado como "el poblado de la solidaridad".
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