

http://www.eldiario.es/theguardian/campamento-refugiados-Idomeni-Union-Europea_0_495551425.html
Idomeni, la estación de trenes que se convirtió en un
insulto a los valores europeos
Los funcionarios indican que la situación del
campamento de refugiados situado en la frontera entre Grecia y Macedonia,
con miles de personas atrapadas y sin destino, es una bomba de relojería
Las enfermedades han aumentado después de que más
de 2.000 personas intentaran esquivar los controles en la frontera y
cruzaran un río helado, y los médicos deben enfrentarse cada día
a fiebres, neumonías, septicemias, crisis nerviosas y brotes psicóticos
Hasta hace poco, solo unos pocos habían oído hablar
de Idomeni, una parada de tren situada en Grecia, cerca de la frontera con
Macedonia. Sin embargo, ese nombre señala ahora a la mayor favela de Europa;
y, según un alto funcionario de inmigración de la Unión Europea,
representa "una vergüenza" para los valores más defendidos por el
continente.
Las tiendas de campaña, los centros de atención
médica y las casetas se levantan sobre el barro. Y el terreno, que en el
pasado fue fértil, ahora es un vertedero tóxico. El aire es húmedo y está
marcado por un olor amargo.
Los niños corretean de un lado a otro, cansados,
hambrientos y sucios. Están rodeados de tiendas de campaña empapadas por la
lluvia. Las mujeres permanecen dentro de las tiendas mientras que los
hombres se sientan en la entrada e intentan infructuosamente hacer fuego con
trozos de madera mojada.
Hay colas
por todas partes; colas de refugiados desaliñados que piden comida, colas de
chicos adolescentes taciturnos que necesitan atención médica, colas de
chicas adolescentes con sus bebés, colas de ancianos que observan con
desconfianza desde la lejos. Y en todas partes hay pilas; de ropa mojada, de
mantas empapadas, de zapatos llenos de barro, de tiendas de campaña, de
madera y de basura. Son los restos de la desesperación de muchas personas
que nunca pensaron que este sería su destino final.
Por el fango con las botas impolutas
Tras presenciar varias escenas de caos durante una
visita al campamento, un alto funcionario en temas de inmigración de la
Unión Europea, Dimitris Avramopoulos, se esfuerza por encontrar las palabras
adecuadas: "A todos nos ofenden estas imágenes", indica mientras unos chicos
se pelean a su lado por un trozo de madera. "La situación es trágica y es un
insulto a los valores de un mundo civilizado", afirma.
Idomeni no debería existir. Es un atasco que se
produjo cuando Macedonia, siguiendo el ejemplo de otros países de Europa del
Este y de los Balcanes, decidió abruptamente cerrar sus fronteras. En los
peores momentos el campamento de refugiados ha llegado a albergar a más de
14.000 personas, la mayoría de Siria e Irak pero también de Afganistán,
Irán, Marruecos, Argel y Túnez. Todos anhelan poder continuar su viaje hacia
el centro de Europa.
"En mi vida había visto algo remotamente
parecido. Integrantes de ONG que han trabajado en todo el mundo me
indican que nunca habían trabajado en unas condiciones tan lamentables
La llegada de Avramopoulos, abriéndose paso por el
fango con sus botas impolutas, ha generado expectativas de cambio. Pocos
políticos se han atrevido a llegar hasta allí. Prácticamente todos los
refugiados mantienen contacto permanente con sus familiares en el extranjero
y la visita les hace pensar que todo podría mejorar cuando los líderes
europeos se reúnan en Bruselas para decidir su destino.
Unos 45.000 refugiados e inmigrantes se han quedado
atrapados en Grecia.
La canciller alemana, Angela Merkel, ha abogado por
buscar una solución "paneuropea" y ha indicado que es esencial actuar lo
antes posible. "Todos deberíamos estar muy preocupados por la situación en
Grecia", indicó en un discurso ante el parlamento federal de Berlín en
vísperas de la cumbre: "Esta situación tendrá consecuencias para toda
Europa".
"¿Qué delito han cometido?"
Los que están en Idomeni lo saben mejor que nadie.
Los doctores son los primeros en reconocer que antes de llegar al
campamento no sabían el significado de la expresión "emergencia de salud
pública". Todos los que han estado allí afirman que el campamento es una
bomba de relojería. Algunos llevan unas semanas en el campamento, otros casi
un mes. El personal sanitario indica que han aumentado los casos de fiebre,
neumonía, septicemia, crisis nerviosas y de brotes psicóticos.
"Nos hemos encontrado con mujeres retorciéndose de
dolor en el interior de una tienda de campaña debido a una muerte fetal
(intrauterina)", explica Despoina Fillipidaki, que coordina a los
voluntarios, los servicios médicos, el suministro de medicamentos y los
médicos de Cruz Roja: "Mi principal temor es que pronto empezarán a morirse.
¿Qué delito han cometido? Solo querían tener una vida mejor, huir de la
guerra, escapar de la pobreza. ¿Y qué han encontrado? La Grecia de la
ocupación (nazi)".
Idomeni simboliza el fracaso del sistema. Muchos
temen la desintegración de Europa, el fin de los principios fundacionales
que en el pasado unieron a los países que habían sufrido una guerra. En ese
ambiente lleno de caos y de barro, los valores, las formas y la decencia que
habían mantenido unida a Europa parecen haberse desvanecido.
"Se trata de la mayor vergüenza de Europa", indica
Matthias Keller, un médico suizo que atiende a los jóvenes sirios en su
coche: "En mi vida había visto algo remotamente parecido. Integrantes de ONG
que han trabajado en todo el mundo me indican que nunca habían trabajado en
unas condiciones tan lamentables y lo cierto es que todo está pasando en
nuestro continente".
Explica que las enfermedades han ido en aumento
después de que más de 2.000 personas intentaran esquivar los controles en la
frontera, anduvieran muchos kilómetros y cruzaran un río helado. A
principios de esta semana Macedonia los obligó a regresar a Grecia. "Si
estuviera en mi consulta mandaría a la mitad de ellos al hospital. Lo único
que puedo hacer es darles un antibiótico y pedirles que regresen a sus
tiendas de campaña cubiertas de barro. La verdad es que rompería a llorar".
Los refugiados son conscientes de las dificultades y,
sin embargo, lo siguen intentando porque están atrapados en el limbo.
Intentan llegar a Turquía, más tarde a las islas Egeas, Atenas y el norte de
Grecia. Prefieren perseguir un sueño utópico; y así es como hombres, mujeres
y niños terminan en el campamento de refugiados. Los más resistentes se
quedan cerca de las alambradas de púas y las observan con atención mientras
que los demás montan su tienda de campaña cerca de la estación de
ferrocarril o cerca de las gasolineras.
"No nos importa que la frontera esté cerrada", indica
Masru Hamdi, un joven afgano, mientras camina en dirección a la frontera con
una mochila en la mano: "Esperaremos lo que haga falta".
Los esfuerzos por trasladar a los refugiados a
instalaciones situadas en el centro del país han caído en saco roto. Y la
coalición de izquierdas del primer ministro Alexis Tsipras ha indicado que
no hará uso de la fuerza para reubicar a los inmigrantes.
"Mi madre y yo llevamos 21 días aquí" explica Ayham
Hakni, un sirio de Homs, sentado en un palé de madera que le sirve de cama:
"Dormimos con otras tres familias en una tienda de campaña. "La situación es
horrible, hace mucho frío, pero sigue siendo mejor que los bombardeos. Mi
padre, mi hermano y mi hermana ya están en Francia. Haremos todo lo que esté
en nuestras manos para reunirnos con ellos".
Lo más doloroso de la situación es que los que están
peor son los que albergan mayores esperanzas. Si la Cumbre no consigue
auspiciar un acuerdo para que se reabran las fronteras, y son muy pocos los
que creen que lo logrará, las tensiones irán en aumento.
"En sus caras, especialmente las de los más jóvenes,
se refleja más rabia cada día que pasa", indica Fillipidaki: "En sus ojos
ves una mezcla de esperanza, ira y decepción·.
Grecia sabe que está caminando sobre la cuerda floja.
La tensión aumenta cada día que pasa.
Al ser
preguntado por la posibilidad de transportar en avión a los emigrantes y
llevarlos fuera de Grecia, el ministro de inmigración del país, Yannis
Mouzalas, no ha descartado esta opción. En un visita al campamento junto con
Avramopoulos, ha indicado que la idea le "parece bien". "Mi gran esperanza
es que Europa decida comportarse en la cumbre como lo haría un europeo",
concluye.
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