Público
http://blogs.publico.es/dominiopublico/19361/la-mirada-palazon/
La mirada imprescindible de José Palazón
Elena Cabrera
Periodista de la Fundación porCausa
Ha sido la mirada de José Palazón la que nos ha
permitido quitarnos la venda de los ojos que nos impedía ver la situación de
Melilla. Sin su cabezonería, seguiríamos mirando hacia otro lado. Sin los
dardos afilados de sus declaraciones públicas, no entenderíamos nada. Sin su
activismo por los derechos de la infancia, los niños que viven en las calles
de Melilla seguirían sin importarle a nadie. Sin su foto, sin su famosa
foto, el mundo no habría entendido la valla de Melilla como el gran símbolo
de la desigualdad que es. Esa valla no es solo un obstáculo arquitectónico,
es la línea divisoria entre ricos y pobres, norte y sur, poderosos contra
vulnerables.
Volvamos a la foto, porque es fruto de la Mirada
Palazón. Una imagen, Premio Ortega y Gasset de Periodismo 2015, que divide
el mundo en dos: entre los que juegan al golf bajo palmeras regadas en
abundancia y los que se encaraman a una valla de seis metros huyendo de la
miseria, el hambre, la guerra o, lo que sea, no importa. Huyendo. Y un
agente de seguridad impidiendo que esas personas obtengan para su vida
precisamente eso: seguridad. Lo que caracteriza la Mirada Palazón es que su
cámara enfocó a los golfistas y dejó en borroso segundo plano la valla.
Palazón nos hace sentir vergüenza por permanecer ajenos, jugando nuestras
partidas, mirando hacia otro lado como si no fuéramos responsables.
Dijo Palazón que, desde que el ministro Fernández
Díaz aireó su nombre en el programa de Jordi Évole, la gente de Melilla
tiene miedo de ser vista a su lado. Que la mayoría en esa ciudad depende de
un contrato público, una ayuda o una subvención. Y, con los periodistas, lo
mismo. Pero a él, y a su asociación, esto no parece importarle demasiado
porque, como dice Palazón, hay cosas más importantes.
La integridad física de las personas que se ven
obligadas a saltar la valla —porque no les estamos dando otra opción— es más
importante. La vulnerabilidad de los adolescentes extranjeros, solos, en
Melilla, es más importante. Los derechos humanos, en definitiva, son más
importantes que cualquier otra cosa. Hay una violencia desproporcionada a
ambos lados de la valla de Melilla y ahí ha estado la Mirada Palazón
observando, grabando, fotografiando y denunciando.
José asegura esto con la seguridad de quien lo ha
visto mil veces. La media sonrisa en la cara de quien mil veces se ha topado
con la incredulidad del otro. El brillo en los ojos —pequeños, afilados— de
quien ya no tiene nada que temer, a sus años, a estas alturas. La Mirada
Palazón es contagiosa.
El teléfono del activista suena con frecuencia y a
cualquier hora. Y él tiene que estar dispuesto a correr hacia donde sea,
armado de una cámara y un kilo de paciencia. De esto último no anda escaso.
Un fotógrafo profesional, quizá, habría tomado la foto de la que hemos
hablado antes y se habría marchado a la redacción a enviarla. Palazón, en
cambio, se mantuvo al pie de la valla hasta que cayó la noche. Gracias a eso
sabemos cómo terminan las historias que hay más allá de la foto. Aquel día,
aprovechando la oscuridad, se apagaron las luces de la frontera durante
quince minutos. Cuando volvieron a encenderse, las personas que habían
aguantado horas en lo alto habían desaparecido. Todos habían sido deportados
a Marruecos.
La Mirada Palazón nos he enseñado a quedarnos hasta
el final, incluso más allá del final, para saber qué pasa, para entender qué
pasa, y contarlo después.
|