El pasado verano
saltaron todas las voces de alarma cuando miles de niños y niñas
provenientes de Honduras, Salvador y Guatemala comenzaron a emigrar
solos hacia México y EEUU en busca de sus familiares, emigrados años
atrás, o simplemente en un viaje de huida hacia algún lugar mejor.
Las detenciones de menores en la frontera estadounidense se
dispararon un 92% de un año a otro en un fenómeno sin precedentes.
Lourdes Rosas, mexicana, defensora de derechos humanos especializada
en menores y adolescentes en movimiento, ha trabajado en el Centro
de Derechos Humanos Fray Matías de Córdova, en Tapachula (Chiapas) y
actualmente es consultora responsable de monitoreo de derechos de la
niñez y adolescencia en Guatemala.
Público charla con ella con motivo de su visita a Madrid como
integrante del Comité de Solidaridad con México en la semana de
conmemoración de los Derechos Humanos.
La migración de
menores no acompañados a EEUU no es un fenómeno nuevo, pero nunca
antes habían sido tantos los niños que trataban de cruzar. ¿Por qué?
¿Qué ha cambiado?
Hay que preguntarse qué está
pasando en los lugares de origen, qué tipo de gobiernos están
actualmente en el poder y cuál es su prioridad. Actualmente las
políticas neoliberales están afectando sobre todo a los agricultores
que pierden sus tierras. Los proyectos de minería y el abuso de los
recursos naturales por parte de transnacionales canadienses,
estadounidenses y europeas están expulsando a los agricultores de
sus tierras, originando desplazamientos internos primero y después
las migraciones internacionales. Por otra parte está el tema de
violencia que existe en la región.
¿De dónde proviene?
Hay una violencia generalizada
que parte desde la estructura misma del Estado, que se alía con
grupos criminales y donde entran en juego también las empresas. Son
Estados que al ser tan corruptos, son muy permeables. Este
panorama, sumado a la desigualdad y la pobreza, tiene efectos en la
migración. Son los mismos niños los que están diciendo a los
padres: "yo no quiero vivir acá". Porque inclusive los centros
escolares, sobre todo en Centroamérica, se están volviendo un
riesgo, porque es allí donde los captan para integrarse en las
pandillas.
¿Hay un mayor peso de
las pandillas y las maras?
"Hay una violencia
generalizada que parte desde la estructura misma del Estado"
Bueno, las maras las formaron
los primeros deportados y cada vez son más grandes. Estos niños que
migran son niños en abandono social, porque por una parte hay un
rompimiento del tejido familiar, a veces se quedan con hermanos o
tíos que cometen abusos sexuales con ellos, y la sensación de
abandono ante la falta de referentes, sin familia y sin un Estado
protector, es muy fuerte. No hay quien les oriente o acompañe. Las
pandillas se aprovechan de este quebrantamiento y terminan teniendo
una función social. Crean una estructura y dan una identidad a los
menores, aunque sea dentro de la delincuencia, suponen un grupo de
pertenencia. Al emigrar, estos niños están escapando de toda esta
violencia social e intrafamiliar, de no encontrar un Estado
benefactor.
¿A qué se enfrentan
estos menores en su viaje de huida?
Cuando salen lo pueden hacer
solos o acompañados por coyotes. En cualquier caso, aunque lo hagan
acompañados y paguen 4.000 dólares por el viaje, también están
expuestos a peligros. Hay toda una estructura de tráfico y mafias
donde están incorporadas las autoridades de migración, los policías
federales, y otros cuerpos del Estado que el coyote ya sabe que
tiene que ir pagando. No te explicas cómo llegan 50.000 niños sin
que nadie los vea, eso es irreal. Pero también están los que van
solos, sin un peso y sobreviviendo en el camino. No es el niño
accidental que tenemos en la cabeza que busca a sus padres, no; son
niños que han trabajado desde pequeños, y este trayecto lo hacen de
igual manera, estacionándose en alguna ciudad, trabajando para
juntar dinero e ir viajando. Normalmente se van por rutas que no
conocemos, más clandestinas, no se dejan ver, se vuelven invisibles
para el sistema.
¿Qué situación
encuentran al llegar? ¿Qué pasa con ellos?
"No te explicas cómo llegan
50.000 niños sin que nadie los vea, eso es irreal"
México tiene más de 50 centros
de detención donde se mete a los menores y se les da un tratamiento
igual que a los adultos. No tienen derecho de audiencia, en ningún
momento saben ante qué procesos se están enfrentando, no se les da
el derecho de ser escuchados. En algunos casos, si el niño
manifiesta tener miedo de volver, se les puede dar el derecho de
solicitar asilo, pero eso son los menos. Cuando les preguntan si
tienen miedo de volver a su país, habrá quien diga que no, porque lo
único que quieren es salir de allí. El procedimiento para pedir
asilo puede llevarles de tres meses a seis años privados de libertad
en ese lugar y la única alternativa es un albergue para niños a
puerta cerrada.
¿Y en EEUU?
En EEUU es otro proceso y es
un poco más complejo. Además es un proceso diferente para los niños
mexicanos y para el resto de niños centroamericanos. A los mexicanos
los pueden deportar en caliente y a los centroamericanos no es que
no puedan, pero sí hay para ellos una corte de migración que se
ocupa de los casos. Se ve si tienen recursos familiares en EEUU y
aunque sus familiares estén en situación irregular se los entregan y
luego se les da seguimiento hasta identificar en qué situación
jurídica quedan. Son sistemas tramposos, que al final lo único que
hacen es controlar los flujos migratorios militarizando las
fronteras, dejando a las personas en una migración circular y
haciendo más vulnerable el tránsito, exponiéndolos una y otra vez.
¿Supone alguna mejoría
para estos menores la reforma migratoria de Obama?
"Las maras dan una identidad a
los menores en un Estado fallido"
Esta reforma afecta a los
hijos de inmigrantes nacidos en territorio estadounidense. No
arregla la situación de los que llegan. Esto es para los que ya
están, para regularizar de alguna forma su situación, pero deja
fuera a todos los menores que están llegando y a personas
económicamente activas. A su vez, supone reforzar aún más las
fronteras. A cambio de solventar la situación de estos inmigrantes
se pide a los países que contengan los flujos.
Los defensores de
derechos humanos estáis en una situación complicada en América
Latina: asesinatos, torturas, detenciones injustificadas ¿Cómo lo
vive usted?
"El Gobierno mexicano es experto en
ocultar la realidad" El panorama es bastante complejo. Sobre
todo en México ha habido una criminalización de la defensa de los
derechos humanos. Está habiendo una política de acoso y,
literalmente, de agresión directa, asesinatos y enjuiciamientos y
desgaste, de estar presionando para que las defensoras y defensores
de derechos humanos abandonen la lucha. El Gobierno mexicano es
experto en ocultar las realidades y dar una imagen externa de
democracia. Te ponen mil trabas, hacen un entramado institucional
tan complejo que consiguen que no puedas llegar a los juzgados. La
inteligencia del país observa cada paso que das. Ante esto, la
estrategia es trabajar en red, apoyarnos mucho y ampliar nuestra red
transnacional y hacernos visibles sin dejar de denunciar las
situaciones.