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Fronteras
ANÁLISIS
Los datos sobre el impacto económico de la
inmigración de los que no habla Pablo Casado
Numerosos estudios en Europa y EEUU han demostrado
las ventajas de la inmigración en distintas épocas históricas y el menor uso
que hacen los nacidos en el extranjero del gasto social frente a la
población originaria del país
"Los inmigrantes reciben menos del Estado de lo que
aportan a la Hacienda pública", dijo un estudio de 2011 sobre su impacto en
España
Iñigo Sáenz de Ugarte
29/07/2018

Una lancha del barco de Open Arms acude al rescate de 59 personas en el
Mediterráneo. Olmo Calvo
Pablo Casado se ha unido a los líderes de la derecha europea que han
decidido convertir
la inmigración en una de sus banderas políticas. " No
es posible que España pueda absorber millones de africanos que quieren venir
a Europa buscando un futuro mejor", dice el líder del PP, aunque no consta
que ningún político haya pedido precisamente eso en los últimos meses.
Matteo Salvini, Viktor
Orbán, Marine Le Pen, Geert Wilders y otros dirigentes de la ultraderecha
europea han descrito la inmigración, en especial si procede de África, como
una amenaza a la prosperidad económica. En Alemania, la derecha de Baviera
ha creado una crisis en el Gobierno de Angela Merkel con similares
argumentos. Casado se
ha referido de forma específica a la defensa del Estado de bienestar
para alentar el miedo a los extranjeros.
Una crítica habitual al aumento de inmigrantes en los
países de la UE consiste en afirmar que el Estado de bienestar europeo no
puede afrontar la carga que suponen los recién llegados. Se da por hecho que
los extranjeros no podrán valerse por sí mismos y tendrán que recurrir a las
ayudas sociales existentes.
Los datos no demuestran eso. Más bien lo contrario.
Un estudio de La Caixa de 2011 –cuando el porcentaje
de habitantes de España nacidos en el extranjero ya había superado el 10%–
reveló que los
inmigrantes aportan a la economía más de lo que reciben.
"Los argumentos de sobreutilización y abuso del
sistema de protección social por parte de la población están injustificados.
Los inmigrantes reciben menos del Estado de lo que aportan a la Hacienda
pública", sentencian los autores del estudio, elaborado por Francisco Javier
Moreno, del Instituto de Políticas Públicas del CSIC, y por María Bruquetas,
profesora de Ciencia Política de la Universidad de Amsterdam. Esa conclusión
parece haberse mantenido incluso en los peores momentos de la crisis. Los
autores no cuantifican ese resultado, pero subrayan que los extranjeros
inyectan a las cuentas públicas "dos o tres veces más de lo que cuestan".
La edad media de los inmigrantes es muy inferior a la
de la población local. El gasto que suponen en pensiones –la mayor partida
de gasto de los presupuestos del Estado– es obviamente reducido en términos
relativos, y seguirá siéndolo durante al menos dos décadas.
Por la misma razón, hacen un uso muy inferior del
sistema sanitario frente a los locales. Si ambulatorios y hospitales no dan
abasto con la demanda puede ser por dos razones: falta de inversiones
públicas y envejecimiento de la población nacida en España. Ninguna de esas
dos razones tiene que ver con los extranjeros.
La llegada de extranjeros en gran número supone de
entrada un impacto nada desdeñable en el mercado de la vivienda. Tienen que
vivir en algún sitio. Eso es un problema en los países donde el discurso
político dominante ha decidido que el Estado no debe construir viviendas,
una posición muy diferente a la que existió en Europa en las décadas
posteriores a la Segunda Guerra Mundial.
En países donde la población no tiene acceso a una
vivienda a precios razonables, la causa de ese problema puede ser la
pasividad de los gobiernos ante esa carencia, y no el deseo de los
inmigrantes, y de los nacidos en España, de comprarse una casa o de
alquilarla.
La influencia de la inmigración en el desarrollo
En términos históricos, ese beneficio considerado a
largo plazo está aún más demostrado, especialmente en los casos de EEUU y
Alemania. Un estudio sobre los efectos de la
inmigración en Estados Unidos entre 1850 y 1920 demostró en 2017 el impacto
positivo de las oleadas migratorias producidas en esas décadas:
"Estos autores
encuentran que los condados donde la inmigración tuvo mayor importancia
disfrutan hoy, casi un siglo después, de mayor renta per cápita y niveles de
urbanización, menor pobreza y desempleo y mejores resultados educativos. El
trabajo también resalta que estos efectos positivos en el largo plazo se
derivan en parte de la persistencia de considerables efectos positivos en el
corto plazo. Así, sus resultados indican que la inmigración influyó de
manera favorable en la productividad agrícola, el número y tamaño de los
establecimientos industriales y el grado de innovación en esos mismos
condados", escribió Francisco
Beltrán Tapia en el blog Nada es Gratis.
Manifestación por los derechos de los inmigrantes
en EEUU en diciembre de 2016. EFE
El llamado "milagro
económico alemán" no
hubiera sido posible sin la llegada masiva de inmigrantes a instancias
precisamente de los gobiernos de la época, que firmaron acuerdos con
gobiernos extranjeros para recibir a esos trabajadores. La economía del país
necesitaba a esos trabajadores poco cualificados inicialmente, convertidos
después en la mano de obra esencial de la industria. En los años 60, el
sector del automóvil se benefició de esa fuerza laboral que le permitió
reducir los costes en mayor medida que sus competidores.
Evidentemente, las instituciones y medios de
comunicación elogiaron a sus clientes (votantes
y lectores) por los éxitos conseguidos, mientras que muy pocos recordaron la
aportación de esos extranjeros de costumbres diferentes y con los que ahora
se usa con frecuencia la palabra "invasión".
El impacto en educación y demografía
Mirar al futuro, y no sólo a las próximas elecciones,
exige plantearse otros cálculos. Si el sistema educativo no margina a los
hijos de los extranjeros, aumentan las posibilidades de que se beneficie
toda la sociedad. ¿Quiénes eran el 83% de los finalistas (33 de 40) del
Intel Science Talent Search en 2016, una competición entre alumnos de
instituto en EEUU al que llaman allí el Premio Nobel Junior? Hijos
de inmigrantes.
Esa digamos sobrerrepresentación de los inmigrantes
sobre su presencia en la sociedad también
puede encontrarse entre las personas que lanzan nuevas empresas.
El aumento demográfico en los países desarrollados
debe mucho a las familias de personas nacidas fuera. Ha ocurrido en España,
al igual que en EEUU. El incremento de 3,7 millones de nacimientos en 1970 a
los cuatro millones en 2014 se debió en EEUU exclusivamente a las madres que
habían nacido fuera del país, según
Pew Research Center. En ese periodo, entre las mujeres nacidas en EEUU
la caída de nacimientos fue del 11%.
Antes de la crisis en España, la aportación de las
mujeres extranjeras permitió
recuperar los datos sobre nacimientos existentes en 1990. Aun así, la
recesión hizo que a partir de 2012 la población descendiera por primera vez
desde 1971 en una tendencia que tendría obvias repercusiones negativas en el
futuro. Fue
en 2016 cuando se volvió a conseguir aumentar la población y fue posible
gracias a la inmigración.
Las consecuencias de la desinformación
En Reino Unido, antes de que la inmigración fuera uno
de los elementos clave en la campaña a favor del Brexit, una encuesta
revelaba que el 54% de los británicos pensaba que había demasiados
extranjeros en el país. Cuando se les comunicaba el porcentaje exacto, la
cifra bajaba al 31%.
Es habitual que al preguntar a los encuestados el
porcentaje de extranjeros que creen que viven en el país, las
respuestas estén enormemente alejadas de la realidad tanto en sondeos
realizados en EEUU como en Europa occidental. La cifra real suele ser
siempre muy inferior a la estimada en lo que es una reacción a las
declaraciones habituales de muchos políticos y la cobertura que llevan a
cabo la mayoría de los medios de comunicación.
La inmigración plantea problemas que no se pueden
obviar y que pasan por hacer posible la integración de los que llegan, en su
mayoría en avión y no en patera, un dato que no suele aparecer en los
titulares más alarmistas. A corto plazo, puede suponer tensiones políticas,
sociales y económicas que se hacen más evidentes en aquellas zonas y
sectores descuidados por las instituciones.
Esos conflictos se agudizan cuando los dirigentes
políticos describen la inmigración en términos negativos o incluso
catastróficos. Y eso es lo que está ocurriendo en estos momentos en Europa.
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