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Los migrantes que han estado tutelados en centros de menores:
"Basta de hablar de nosotros sin nosotros"
Nace en Barcelona la 'Asociación Exmenas', la primera
impulsada por jóvenes de origen extranjero que han pasado por centros de
menores
Quieren conectar a los jóvenes migrantes que se
buscan la vida en la calle con las entidades sociales y exigen más ayudas
para este colectivo
"¿Cuántos españoles roban? Pues la policía por la
calle solo para a los 'menas", denuncia Iman sobre la asociación de estos
jóvenes con la delincuencia
Pau Rodríguez
27/11/2018

Lamiae, Redouan, Iman y Sumon, impulsores de la
Asociación Exmenas
Los adolescentes extranjeros que llegan solos a
España, la mayoría de ellos desde Marruecos, han ocupado en los últimos
meses portadas de prensa y telediarios en ciudades como Barcelona, asociados
a menudo a situaciones de extrema marginalidad. "Todo el mundo habla de
nosotros sin nosotros, ¡ya basta!", comenta, contrariado, Redouan Menzou, un
joven de 19 años que cruzó el estrecho con 17. Para darse voz, este y otros
jóvenes, la mayoría de ellos migrantes y que han pasado años en centros de
menores, han decidido crear un colectivo de extutelados: la ‘Asociación
Exmenas’.
Han optado por hacerse suyo el acrónimo MENA, con el
que la Administración clasifica a los menores extranjeros no acompañados,
para demostrar que ellos son mucho más que una etiqueta vinculada a las
drogas o a la criminalidad. "Y porque el nombre mola y así lo vamos a
dejar", se ríe Lamiae Abassi. En su caso, esta joven de 20 años no llegó
sola a España, nació aquí, pero sí pasó varios años tutelada por la
Dirección General de Atención a la Infancia y la Adolescencia (DGAIA). Ahora
trabaja de camarera y quiere estudiar Educación.
La Asociación Exmenas la integran una docena de
jóvenes como Lamiae, Redouan, Iman El Addid, Sumon Uddin y Abid Moussafir.
No todos son estrictamente extutelados. Los hay que ya llegaron mayores de
edad, como Abid, con lo que se quedaron directamente en la calle, aunque él
encontró un albergue para sin techo hace cuatro meses. Sus trayectorias
vitales son muy diversas pero en común tienen dos objetivos: hacer de puente
entre las entidades sociales y los jóvenes migrantes que están en una
situación de mayor desprotección, y conseguir que en las discusiones sobre
los problemas de este colectivo se les tenga en cuenta.
Desde hace ocho meses se vienen reuniendo, casi
semanalmente, en pisos, en la calle cuando hace buen tiempo o en locales
como el del Espacio del Inmigrante o el de Casa Nostra Casa Vostra, que les
han asesorado en el proceso de registrarse como asociación. Hoy se han
encontrado cinco de ellos en las oficinas del Servei Civil Internacional de
Barcelona para contar sus primeros pasos a eldiario.es.
Entre sus principales preocupaciones está ahora
mismo la
situación de desamparo en la que se encuentran los migrantes que están en
los centros de menores y que, al cumplir los 18, se quedan prácticamente sin
ayudas. Este 2018, hasta 700 menores extranjeros tutelados cumplen la
mayoría de edad, mientras que la Generalitat tiene solo 500 pisos para ellos
y están todos llenos. En 2019 se calcula que serán más de 1.000 los que
salgan, debido al aumento de llegadas de menores.
"Cuando cumples los 18, cambia todo. Pasas de estar
en un centro en el que tienes comida y te ayudan a buscar cursos, a casi
nada", denuncia Redouan. En su caso consiguió un piso de una fundación en
Cornellà, que le ayudó a matricularse en un grado de Formación Profesional
de mecánica, pero no todos tienen las mismas oportunidades. "Antes de los 18
ya se encargan de decirte que te tendrás que espabilar, y tu piensas que
podrás, pero nada te prepara para esa experiencia", resume Lamiae.
Los extutelados que, como Lamiae, han pasado más de
tres años en centros de la DGAIA, tienen derecho a una pensión de 660 euros
al mes hasta los 21 años. Pero los que estuvieron menos tiempo -ahora mismo,
la mayor parte de los menores que llegan con 16 o 17 años- sólo pueden
recibirla durante seis meses. "¿Cómo se puede vivir así, sin hablar el
idioma, sin poder trabajar y sin piso? Es como si te dijeran, chico, vete a
robar o a darle a las drogas", cuestiona Iman El Addid.
Ella, de familia marroquí, es la única que ni ha sido
tutelada ni llegó de fuera. Pero com Lamiae y otros jóvenes lleva pateándose
barrios como el Raval o sobre todo la zona del Pou de la Figuera, en el Born,
para dar conversación y tratar de ayudar a jóvenes magrebíes que han llegado
hace poco y no tienen adónde ir. "Nosotros hablamos su idioma, entendemos su
proceso, les tratamos de igual a igual, así que es más fácil que se relajen
y nos cuenten cuál es su situación", expone.
No tienen nada contra los educadores y las entidades,
dicen, de quienes reconocen también su papel, pero explican que la realidad
de estos jóvenes no siempre encaja con lo que ofrecen los centros de acogida
o los centros de día. Los programas de ayuda a los extutelados, por ejemplo,
están ligados a un estricto seguimiento y formación que no todos se pueden
permitir cumplir, porque algunos quizás tienen que conseguir dinero como sea
para mandarlo a su familia, cuentan.
Desde la Asociación Exmenas tiene claro también que
van a combatir el racismo que sufren no solo por ser de países africanos y
asiáticos, sino sobre todo por ser extutelados. "Se los pone a todos en el
mismo saco", critica Iman, en referencia a que todo el mundo les vincula a
los hurtos, a los trapicheos con la droga y al consumo. Si algún joven de
este perfil ha robado en alguna tienda del barrio, automáticamente muchos
establecimientos se niegan a dejarles entrar, denuncian.
"Esto sienta muy mal, sienta fatal", resume Lamiae. Redouan
recuerda la última vez que le paró la policía, en plaza España. "Me pidieron la
documentación y que les enseñara el móvil, por si lo había robado… Está claro
que fue por mi apariencia", constata. "¿Cuántos españoles roban en este país?
Pero por la calle solo se para a los menas", abunda Iman.
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