 DESALAMBRE
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Los supervivientes de un naufragio a los que Italia
tardó horas en rescatar buscan "conocer la verdad" ante la Justicia
Familiares de las víctimas del naufragio de una
patera que dejó 268 desaparecidos en 2013 prestan declaración en Roma
para la audiencia preliminar del próximo junio donde se decidirá si se abre
juicio o no contra dos oficiales
La descoordinación entre las autoridades italianas y
maltesas los dejó a la deriva durante más de cinco horas
"Yo me agarré a un cadáver que tenía un chaleco
salvavidas, murieron mis cuatro hijas", cuenta Yousef, uno de los
supervivientes, que han sido recibidos por el Papa
Ismael Monzón - Roma (Italia)
18/04/2019

Varios de los familiares de las víctimas en la Asociación de Periodistas
Extranjeros de Roma. A la izquierda, Yousef. Ismael Monzón
Yousef Wahid había huido de Alepo poco después de
comenzar la guerra en Siria. Fue uno de los primeros, de los afortunados. De
aquellos que tenían algo ahorrado y lograron escapar antes de que las bombas
llegaran a su casa. Era médico en su país, especializado en cirugía
cardíaca. No quería venir a Europa, prefería el mundo árabe. Llegó a Libia
con su mujer y sus cuatro hijas, pero comprobó que su futuro en aquel país
quedaba en manos de las milicias.
La noche del 10 de octubre de 2013 se decidió a
probar suerte en una de esas barcazas que cruzaban el Mediterráneo. Una
semana antes se produjo el primer gran naufragio, frente a las costas de la
isla italiana de Lampedusa, con 366 muertos.
"A las ocho de la noche nos dijeron que teníamos que
salir. Nos metieron en furgones. No eran para humanos, sino para animales.
Allí hubieran entrado 50 ovejas, pero había un centenar de personas. Después
juntaron a otros grupos y nos hicieron entrar en un pesquero que tampoco
tenía capacidad para los 500 que éramos", recuerda.
El hombre sufre una discapacidad que le impide
caminar correctamente, por lo que fue de los últimos en subir. Pudo
comprobar el estado del barco: "Lo aceptamos todos solo porque queríamos
llegar a un lugar seguro". La tripulación estaba compuesta fundamentalmente
por médicos y sus familias. El barco estaba repleto de niños. En el cascarón
de madera quienes más habían pagado podían viajar en cubierta; los demás, se
hacinaban en la bodega.
A las diez de la noche la embarcación partió en
dirección a Lampedusa, cuando, de pronto, una lancha de goma se acercó hacia
ellos. Según Yousef, "eran miembros de una milicia libia, armados con kaláshnikov y
[lanzagranadas] RPG". Los asaltantes les dijeron que se detuvieran y que
regresaran a la playa, pero rechazaron "volver para encontrar la muerte en
Libia". El médico cuenta que les dispararon y que poco a poco comenzó a
entrar agua en el barco.
Lo que sucedió a la mañana siguiente
lo narró Fabrizio Gatti, periodista del semanario italianoL’Espresso.
Uno de los refugiados sirios, también doctor, llamó poco después del
mediodía al centro de coordinación de emergencias en Roma para informar de
su posición y de que la barca se estaba yendo a pique. La respuesta desde
Italia fue que debían comunicarse con las autoridades maltesas, con quienes
hubo un intercambio infinito de llamadas. Ninguno
de los países movilizó a sus efectivos.
El buque militar italiano Libra estaba a menos de 20
millas del pesquero, la isla de Lampedusa, a 50 y un avión maltés
sobrevolaba la zona. Entre la primera llamada y la última pasaron más de
cinco horas, pero cuando ambos países entraron en acción, la embarcación ya
se había hundido y los migrantes estaban en el agua. La tragedia terminó
siendo conocida como 'el naufragio de los niños'.
Los militares malteses e italianos rescataron a 212
supervivientes y 26 cuerpos sin vida. Otras 268 personas, entre ellas 60
menores, se dieron por desaparecidas. "Yo no sabía nadar ni tenía chaleco
salvavidas, pero me agarré a un cadáver que sí lo tenía y logré sobrevivir",
cuenta Yousef. Su esposa también se salvó, pero "las cuatro niñas murieron",
relata. La menor tenía menos de dos años y la mayor, 10. Ni siquiera pudo
ver sus cuerpos por última vez.
"Con la ley en la mano, no se actuó
correctamente"
Fabrizio Gatti denunció ante la fiscalía de Palermo a
Luca Licciardi, entonces jefe de operaciones de la Marina; y a Leopoldo
Manna, responsable del centro de coordinación para el salvamento. Sin más
investigaciones, los fiscales pidieron archivar el caso, pero posteriormente
los jueces decidieron que debería haber al menos una vista preliminar para
determinar o no si se abre juicio contra ellos. En caso de ser imputados,
sería la primera vez que oficiales del Ejército italiano se sientan en el
banquillo por omisión del deber de socorro.
Junto a Yousef, otros 10 familiares de desaparecidos
en aquella tragedia se encuentran estos días en Roma, donde este
miércoles han sido recibidos por el Papa al término de su audiencia pública
semanal. Sin embargo, su cometido en la capital italiana es prestar
declaración ante sus abogados, con la intención de que sirva de prueba en
esa audiencia preliminar que deberá celebrarse el próximo 10 de junio. En
ella no están permitidos los testimonios, pero sí los documentos que aporten
los letrados. Hasta ahora, su voz no ha sido nunca escuchada por los jueces
italianos, que han dejado este caso sin culpables.
Italia tardó 5 horas en socorrer a un barco con
480 inmigrantes que naufragó EFE
El abogado Arturo Salerni: "Con las leyes
internacionales en la mano, sabemos que no se actuó correctamente, ya que la
Marina militar italiana estaba a pocas millas del lugar del naufragio". Por
eso, piden que se investigue a los oficiales por "el homicidio culposo de
más de 200 personas". En caso de rechazar su solicitud, se plantean acudir
al Tribunal Europeo de Derechos Humanos, en Estrasburgo.
Cinco años después de la tragedia, varios de los
familiares de las víctimas dicen haber recibido mensajes anónimos con
informaciones de que algunos de los desaparecidos pueden estar en centros de
detención. Su testimonio se vuelve confuso en este punto, aunque,
aferrándose a un último hilo de esperanza, dicen que esperan saber qué
ocurrió realmente. De entre la decena de los presentes en Roma, nadie habla
de justicia, ni de reparación, solo de "verdad".
De Mare Nostrum al cierre de puertos
Hatem Shaaban vio aquel día con sus propios ojos cómo
sus familiares morían sin posibilidad de salvarse. "Cuando caímos del barco,
yo agarré a dos de mis hijos con un brazo, mientras que con el otro me
aferraba a la madera de la cubierta que aún estaba a flote. Mi mujer cayó
con la multitud y vi cómo moría ahogada delante de mí sin que pudiera hacer
nada", cuenta. También fallecieron otros dos hijos, de los que ha podido dar
sepultura a uno de ellos.
Una semana más tarde de aquella tragedia se puso en
marcha la operación Mare Nostrum, por la que las autoridades italianas
pusieron todos los medios a su alcance para rescatar migrantes en peligro el
mar. Antes del operativo reinaba la descoordinación entre los distintos
países, como demuestran las múltiples llamadas entre Roma y La Valeta sin
que nadie llegara a actuar.
En 2014, Mare Nostrum fue sustituida por la misión
europea Tritón, que implicaba a más Estados, pero contaba con menos
financiación y su mandato era el control fronterizo, no el rescate. Cinco
años después, impera la política de puertos cerrados y la criminalización
de las ONG de salvamento que practica el Gobierno italiano, liderado por la
ultraderechista Liga y el Movimiento 5 Estrellas.
Los supervivientes y familiares de aquel naufragio de
los niños viven ahora en otros países europeos. Yousef reside en Suiza,
junto a su esposa, donde la vida no es fácil ahora que no tiene trabajo.
Intentaron empezar de cero, formando una nueva familia. Y así nacieron dos
nuevas niñas: "A la primera le pusimos Randa, como a la mayor de las que
murieron". Confiesa que quiso cerrar una herida abierta, pero cada vez que
la mira sigue viendo el rostro de la pequeña que murió en el Mediterráneo.
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