Souleimán, 16 años: “Entré en Libia cuando tenía 12.
Los libios solo quieren dinero, nos meten en la cárcel para que les
paguemos”, relata. “Me metieron un año en prisión sin poder ducharme
ni una vez"
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“No tengo miedo a morir; tengo miedo de Libia”
Los náufragos rescatados por el ‘Nuestra Madre
Loreto’ tienen pánico al regreso

Los 12 migrantes rescatados en alta mar, en aguas internacionales, el pasado
día 22, por el pesquero Nuestra Madre Loreto, con base en Santa Pola
(Alicante) Lorenzo D´Agostino
Pascual Durá estaba de guardia a las 20 horas cuando
vio las luces de una pequeña embarcación perseguida a
poca distancia por una lancha rápida e inmediatamente llamó en cubierta
a sus diez tripulantes. “En cuanto se nos acercó el barco, uno pegó un salto
y se enganchó a la popa”, relata Vicente Sampere, segundo patrón del
pesquero. “Paramos el barco porque de noche, con gente a popa, la hélice se
los podía chupar”. Varias personas más se tiraron al mar desde la patera y
nadaron hacia el pesquero alicantino. Los que no se atrevieron a lanzarse
fueron llevados a bordo de la lancha de los guardacostas libios. “Aún
quedaban algunos en el mar, pero los libios se fueron alejando. Los seguimos
llamando por radio, avisando de que había gente en el agua pero nada, ni
contestaron. Y así llegaron hasta aquí los 12”, concluye Sampere.
Los 12 proceden de Somalia, Egipto, Sudán, Nigeria y
Senegal. El día 24, cuando el equipo de la ONG Proactiva Open Arms llegó a
bordo del pesquero para dar asistencia médica, los jóvenes aún parecían en
estado de shock. Todos presentan lesiones recientes y varios sarna,
según Valeria Sottani, médica de la ONG. Uno asegura que ha perdido la vista
de un ojo por los golpes recibidos en un centro de detención libio. Otro,
apoyado en un cabestrante con la mirada perdida, no hace ningún movimiento
ni dice una sola palabra durante la hora que los voluntarios de la ONG pasan
a bordo.
Con más del doble de personas a bordo de las que
suele llevar, el Nuestra Madre Loreto no tiene ahora un aspecto
muy salubre: los pescadores, que han donado parte de su ropa a los
migrantes, dicen que con los recursos de que disponen, y a pesar de los
víveres llevados por la ONG, no podrán aguantar más de seis o siete días. La
cubierta del barco está en buena parte ocupada por nasas para gambas. Abajo
hay unos camarotes muy estrechos donde los tripulantes duermen juntos y que
ahora hospedan a 12 personas más.
Souleiman (nombre ficticio) asegura que tiene 16 años
y que proviene de Sudán. “Entré en Libia cuando tenía 12. Los libios solo
quieren dinero, nos meten en la cárcel para que les paguemos”, relata. “Me
metieron un año en prisión sin poder ducharme ni una vez. Cuando estaba en
el barco y vi llegar a los guardacostas libios, me tiré al agua, porque no
tengo miedo a morir, tengo miedo de Libia”.
Los dos nigerianos cuentan que la patera transportaba 36 personas, seis de
ellas mujeres.“Nosotros saltamos al agua y a los otros se los llevaron los
libios. Libia es horrible, te hacen trabajar de esclavo, te presionan para
conseguir dinero, te torturan mientras te obligan a llamar a tus familias
para que paguen el rescate”, afirman.
Sampere ya sabe
lo que es rescatar migrantes en el Mediterráneo. En 2006, con otro
pesquero, elFrancisco y Catalina, propiedad del mismo armador, José
Durá, ayudó a salvar la vida a 51 subsaharianos en aguas próximas a Malta.
Su impresión sobre los guardacostas libios no puede ser peor: “Por lo que
les vi hacer el otro día, son unos asesinos”.

28 noviembre 2018
España ignora las peticiones para no devolver 12 migrantes a Libia
El Defensor del
Pueblo y tres ONG de rescate piden al Gobierno que busque alternativas
y recuerdan que el país magrebí no es un lugar seguro
Madrid / Alicante El Gobierno mantiene
su decisión de dejar en manos de las autoridades libias el destino de 12
migrantes (incluidos dos menores) que fueron rescatados el pasado jueves en
aguas internacionales por un pesquero español. El Defensor del Pueblo pidió
a Exteriores que estudie la posibilidad de permitir
su desembarco en España “por cuestiones humanitarias” y recordó que el
Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) no
considera Libia un puerto
seguro para los migrantes. Tres organizaciones dedicadas al rescate en
el Mediterráneo también rechazaron la entrega de los náufragos a Libia.
La Vicepresidencia del Gobierno, que
comanda las negociaciones con las autoridades libias para que asuman a los
rescatados,defiende que Libia, por ser el puerto más cercano, es el más
seguro. La legislación define como puerto seguro aquel al que se puede
llegar, permanecer y abandonar sin que el buque corra peligro.
“No se trata solo del riesgo que corra un barco,
estamos hablando de personas. De devoluciones en caliente. Son náufragos que
deben ser desembarcados cuanto antes en un puerto seguro y Libia no lo es”,
denuncia Ricardo Gatti, capitán
del Open Arms, cuya tripulación ha prestado asistencia médica y
comida al pesquero Nuestra Madre Loreto, con base en Santa Pola
(Alicante). La Organización Marítima Internacional, que regula las
actuaciones en las zonas de rescate, advierte de que los Estados deben
“respetar los principios relativos a la protección internacional”. Estos
incluyen la no devolución de refugiados o solicitantes de asilo a
territorios donde su vida o su libertad peligre por causa de su raza,
religión o nacionalidad.
La postura del Gobierno supone un giro en su pólítica
ante las operaciones de rescate de migrantes en el Mediterráneo Central,
donde en lo que va de año han muerto más de 1.277 personas, según la
Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Desde que decidió
acoger el Aquarius en junio, con 630 personas a bordo, el Ejecutivo
de Pedro Sánchez ha ofrecido
en tres ocasiones más un puerto seguro en España, aunque cada vez con
menos entusiasmo.
La falta de consenso sobre qué hacer con los
rescatados ante la política de puertos cerrados de Malta e Italia ha llevado
al Gobierno a buscar salidas negociadas con sus socios europeos. El 15 de
agosto, el presidente Sánchez se
felicitaba por haber liderado un pacto por el que se consiguió que Malta
aceptase el desembarco de 141 náufragos rescatados por el Aquarius y
que seis países de la UE asumiesen su acogida.
La situación en el Nuestra Madre Loreto se
vive con agonía. La Vicepresidencia reconoce que la situación del pesquero,
que afronta un temporal, es de “serio riesgo”, pues el número de personas a
bordo duplica su capacidad. El barco, de 24 metros de eslora, está a 100
millas de Trípoli y a 120 de Malta, aguardando a que se decida su hoja de
ruta en un despacho. Al cierre de esta edición, la Embajada española en
Trípoli esperaba aún una respuesta de las autoridades libias. Las
organizaciones de rescate Proactiva Open Arms, Sea-Watch y Mediterránea han
pedido al Gobierno español que exija a Italia y a Malta que abran sus
puertos al barco. La Generalitat valenciana ha ofrecido sus puertos para
recibir a los migrantes.
La tripulación está “muy ocupada capeando el temporal
y preocupada por los chicos”, contó Vicente Sampere, segundo patrón del
barco. “No están acostumbrados a la mar y están muy mareados, no paran de
vomitar”. Su propósito era virar hacia el norte para continuar faenando. “Y
después refugiarnos y repostar, porque solo nos queda comida y gasóleo para
seis días”, afirma Sampere.
De momento, maniobran para quedarse en el mismo
sitio. En el pesquero no cayeron bien las palabras del ministro de
Exteriores, Josep Borrell, que dijo este martes que la situación del barco
“no es de emergencia”, pues “siguen faenando y las personas que tienen a
bordo están atendidas”.
“Hemos dejado de faenar para no poner en riesgo la
seguridad de estas personas”, defendió el patrón Pascual Durá. Él no es
partidario de entregar los migrantes a los libios y, aunque ello supondría
un perjuicio económico enorme, está dispuesto a llevarlos a un puerto
español.
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