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Souleimán, 16 años: “Entré en Libia cuando tenía 12. Los libios solo quieren dinero, nos meten en la cárcel para que les paguemos”, relata. “Me metieron un año en prisión sin poder ducharme ni una vez"


https://elpais.com/politica/2018/11/27/actualidad/1543349958_267436.html

 

“No tengo miedo a morir; tengo miedo de Libia”

Los náufragos rescatados por el ‘Nuestra Madre Loreto’ tienen pánico al regreso


A bordo del ‘Nuestra Madre de Loreto’ 28 NOV 2018

Pascual Durá lo volvería a hacer todo igual: “Hemos cumplido con nuestras obligaciones legales y morales. Y ahora los que se llenan la boca diciendo que son europeos miran para otro lado”, se lamenta el patrón del Nuestra Madre de Loreto, el pesquero de Santa Pola (Alicante) que el pasado jueves rescató a 12 migrantes africanos que se habían lanzado al mar huyendo de los guardacostas libios, a 78 millas de la costa. Cinco días después, nadie quiere hacerse cargo de los rescatados y España negocia su devolución a Libia, un país que Acnur no considera seguro.

 
Los 12 migrantes rescatados en alta mar, en aguas internacionales, el pasado día 22, por el pesquero Nuestra Madre Loreto, con base en Santa Pola (Alicante)

Los 12 migrantes rescatados en alta mar, en aguas internacionales, el pasado día 22, por el pesquero Nuestra Madre Loreto, con base en Santa Pola (Alicante) Lorenzo D´Agostino

Pascual Durá estaba de guardia a las 20 horas cuando vio las luces de una pequeña embarcación perseguida a poca distancia por una lancha rápida e inmediatamente llamó en cubierta a sus diez tripulantes. “En cuanto se nos acercó el barco, uno pegó un salto y se enganchó a la popa”, relata Vicente Sampere, segundo patrón del pesquero. “Paramos el barco porque de noche, con gente a popa, la hélice se los podía chupar”. Varias personas más se tiraron al mar desde la patera y nadaron hacia el pesquero alicantino. Los que no se atrevieron a lanzarse fueron llevados a bordo de la lancha de los guardacostas libios. “Aún quedaban algunos en el mar, pero los libios se fueron alejando. Los seguimos llamando por radio, avisando de que había gente en el agua pero nada, ni contestaron. Y así llegaron hasta aquí los 12”, concluye Sampere. 

Los 12 proceden de Somalia, Egipto, Sudán, Nigeria y Senegal. El día 24, cuando el equipo de la ONG Proactiva Open Arms llegó a bordo del pesquero para dar asistencia médica, los jóvenes aún parecían en estado de shock. Todos presentan lesiones recientes y varios sarna, según Valeria Sottani, médica de la ONG. Uno asegura que ha perdido la vista de un ojo por los golpes recibidos en un centro de detención libio. Otro, apoyado en un cabestrante con la mirada perdida, no hace ningún movimiento ni dice una sola palabra durante la hora que los voluntarios de la ONG pasan a bordo.

Con más del doble de personas a bordo de las que suele llevar, el Nuestra Madre Loreto no tiene ahora un aspecto muy salubre: los pescadores, que han donado parte de su ropa a los migrantes, dicen que con los recursos de que disponen, y a pesar de los víveres llevados por la ONG, no podrán aguantar más de seis o siete días. La cubierta del barco está en buena parte ocupada por nasas para gambas. Abajo hay unos camarotes muy estrechos donde los tripulantes duermen juntos y que ahora hospedan a 12 personas más.

Souleiman (nombre ficticio) asegura que tiene 16 años y que proviene de Sudán. “Entré en Libia cuando tenía 12. Los libios solo quieren dinero, nos meten en la cárcel para que les paguemos”, relata. “Me metieron un año en prisión sin poder ducharme ni una vez. Cuando estaba en el barco y vi llegar a los guardacostas libios, me tiré al agua, porque no tengo miedo a morir, tengo miedo de Libia”. 

Los dos nigerianos cuentan que la patera transportaba 36 personas, seis de ellas mujeres.“Nosotros saltamos al agua y a los otros se los llevaron los libios. Libia es horrible, te hacen trabajar de esclavo, te presionan para conseguir dinero, te torturan mientras te obligan a llamar a tus familias para que paguen el rescate”, afirman.

Sampere ya sabe lo que es rescatar migrantes en el Mediterráneo. En 2006, con otro pesquero, elFrancisco y Catalina, propiedad del mismo armador, José Durá, ayudó a salvar la vida a 51 subsaharianos en aguas próximas a Malta. Su impresión sobre los guardacostas libios no puede ser peor: “Por lo que les vi hacer el otro día, son unos asesinos”.
 
 


28 noviembre 2018
 

España ignora las peticiones para no devolver 12 migrantes a Libia

El Defensor del Pueblo y tres ONG de rescate piden al Gobierno que busque alternativas y recuerdan que el país magrebí no es un lugar seguro

 
Madrid / Alicante 

El Gobierno mantiene su decisión de dejar en manos de las autoridades libias el destino de 12 migrantes (incluidos dos menores) que fueron rescatados el pasado jueves en aguas internacionales por un pesquero español. El Defensor del Pueblo pidió a Exteriores que estudie la posibilidad de permitir su desembarco en España “por cuestiones humanitarias” y recordó que el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) no considera Libia un puerto seguro para los migrantes. Tres organizaciones dedicadas al rescate en el Mediterráneo también rechazaron la entrega de los náufragos a Libia.

La Vicepresidencia del Gobierno, que comanda las negociaciones con las autoridades libias para que asuman a los rescatados,defiende que Libia, por ser el puerto más cercano, es el más seguro. La legislación define como puerto seguro aquel al que se puede llegar, permanecer y abandonar sin que el buque corra peligro.

“No se trata solo del riesgo que corra un barco, estamos hablando de personas. De devoluciones en caliente. Son náufragos que deben ser desembarcados cuanto antes en un puerto seguro y Libia no lo es”, denuncia Ricardo Gatti, capitán del Open Arms, cuya tripulación ha prestado asistencia médica y comida al pesquero Nuestra Madre Loreto, con base en Santa Pola (Alicante). La Organización Marítima Internacional, que regula las actuaciones en las zonas de rescate, advierte de que los Estados deben “respetar los principios relativos a la protección internacional”. Estos incluyen la no devolución de refugiados o solicitantes de asilo a territorios donde su vida o su libertad peligre por causa de su raza, religión o nacionalidad.

La postura del Gobierno supone un giro en su pólítica ante las operaciones de rescate de migrantes en el Mediterráneo Central, donde en lo que va de año han muerto más de 1.277 personas, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). Desde que decidió acoger el Aquarius en junio, con 630 personas a bordo, el Ejecutivo de Pedro Sánchez ha ofrecido en tres ocasiones más un puerto seguro en España, aunque cada vez con menos entusiasmo.

La falta de consenso sobre qué hacer con los rescatados ante la política de puertos cerrados de Malta e Italia ha llevado al Gobierno a buscar salidas negociadas con sus socios europeos. El 15 de agosto, el presidente Sánchez se felicitaba por haber liderado un pacto por el que se consiguió que Malta aceptase el desembarco de 141 náufragos rescatados por el Aquarius y que seis países de la UE asumiesen su acogida.

La situación en el Nuestra Madre Loreto se vive con agonía. La Vicepresidencia reconoce que la situación del pesquero, que afronta un temporal, es de “serio riesgo”, pues el número de personas a bordo duplica su capacidad. El barco, de 24 metros de eslora, está a 100 millas de Trípoli y a 120 de Malta, aguardando a que se decida su hoja de ruta en un despacho. Al cierre de esta edición, la Embajada española en Trípoli esperaba aún una respuesta de las autoridades libias. Las organizaciones de rescate Proactiva Open Arms, Sea-Watch y Mediterránea han pedido al Gobierno español que exija a Italia y a Malta que abran sus puertos al barco. La Generalitat valenciana ha ofrecido sus puertos para recibir a los migrantes.

La tripulación está “muy ocupada capeando el temporal y preocupada por los chicos”, contó Vicente Sampere, segundo patrón del barco. “No están acostumbrados a la mar y están muy mareados, no paran de vomitar”. Su propósito era virar hacia el norte para continuar faenando. “Y después refugiarnos y repostar, porque solo nos queda comida y gasóleo para seis días”, afirma Sampere.

De momento, maniobran para quedarse en el mismo sitio. En el pesquero no cayeron bien las palabras del ministro de Exteriores, Josep Borrell, que dijo este martes  que la situación del barco “no es de emergencia”, pues “siguen faenando y las personas que tienen a bordo están atendidas”.

“Hemos dejado de faenar para no poner en riesgo la seguridad de estas personas”, defendió el patrón Pascual Durá. Él no es partidario de entregar los migrantes a los libios y, aunque ello supondría un perjuicio económico enorme, está dispuesto a llevarlos a un puerto español.