
https://elpais.com/internacional/2018/06/27/actualidad/1530075324_658040.html
LA CRISIS DE LAS FAMILIAS
SEPARADAS
Un juez ordena reunificar a todas las familias de
inmigrantes separadas en la frontera
La orden cautelar de un juez de San Diego obliga a
devolver a sus padres en 30 días a todos los niños separados por el Gobierno
de Trump
Los Ángeles 27
JUN 2018Un juez federal de San Diego emitió
este martes por la noche una
orden cautelar que obliga al Gobierno de Estados Unidos a reunir con
su familia a todos los
niños separados de sus padres como consecuencia de la política de
“tolerancia cero” con los indocumentado en la frontera. La decisión,
solicitada por la Unión Americana de Derechos Civiles (ACLU) supone un
serio desafío para la Casa Blanca y la definitiva judicialización de la
polémica que más daño ha hecho a la Administración de Donald Trump hasta
ahora.

Familias de inmigrantes indocumentados
en McAllen, Texas, el martes. LARRY
W. SMITH EFE
La orden obliga al Gobierno a reunir a los niños con
sus padres antes de 30 días. También obliga a facilitar la comunicación
telefónica entre ambos antes de 10 días. Prohíbe mantener detenidos a los
inmigrantes irregulares de forma que no puedan estar con sus hijos, con la
excepción legal de si suponen un peligro para el menor. Y prohíbe deportar a
padres sin sus hijos. La orden habla específicamente de niños mayores de
cinco años. Diversos testimonios aseguran que esa era la edad a partir de la
cual la policía de fronteras aplicaba la “tolerancia cero” impuesta por la
Casa Blanca y el fiscal general.
“Los actos presentados ante la Corte muestran una
forma de gobernar reactiva, que da respuesta a una
circunstancia
caótica creada por el propio Gobierno”, dice el juez federal Dana Sabraw
en un duro escrito de 24 páginas. El juez afirma que el derecho a la
integridad de la familia está protegido por la Constitución. Sabraw razona
que separar a las familias y aplicar la ley en la frontera son cosas
distintas, y que garantizar el derecho de estas a estar juntas no afecta en
absoluto a la capacidad el Gobierno para proteger las fronteras de Estados
Unidos.
Donald Trump revertió
el pasado miércoles sobre el papel, y a partir del jueves sobre el
terreno, su política de “tolerancia cero” por la cual pretendía separar a
las familias que crucen juntas la frontera de manera irregular, incluso si
piden asilo. La idea, según dijo la propia Administración, debía servir
como disuasión para reducir las cifras de inmigración irregular que han
repuntado esta primavera, a pesar de estar en niveles históricamente bajos.
La crisis de imagen, incluso
entre los conservadores, obligó a rectificar al presidente y prometer
que reunificaría a las familias.
La medida cautelar impone un límite a esa promesa. El
sábado el Departamento de Servicios Sociales (HHS) informó de que había
logrado reunir con sus padres a 522 menores, de los más de 2.300 que fueron
separados entre mayo y mediados de junio.
A pesar de asegurar que está en condiciones de reunir
a todas las familias separadas, los abogados que representan a los
inmigrantes y organizaciones que se han movilizado en su defensa sospechan
que en realidad el Gobierno no tiene la información necesaria para lograrlo.
Los niños están
en el sistema de albergues mientras los padres están en el sistema
penal. Algunos, ya ha sido deportados sin sus hijos. Algunos niños no tienen
edad para saber los apellidos de sus padres o de dónde son. La decisión del
juez obliga a resolverlo antes de 30 días.
La orden ejecutiva de Trump no elimina la necesidad
de la medida cautelar, argumenta el juez. “No se puede discutir que el
Gobierno no estaba preparado para la llegada masiva de niños separados. No
había medidas para asegurar la comunicación entre las agencias
gubernamentales responsables de detener a los padres y las responsables de
alojar a los niños, ni para facilitar la comunicación entre padres e hijos.
No había plan de reunificación, las familias llevan meses separadas”. El
juez considera probado que también fueron separadas familias que entraron a
pedir asilo legalmente a través de los puestos fronterizos, algo que el
fiscal general, Jeff Sessions, prometió expresamente que no pasaría.
Además, el juez destaca que el compromiso del
Gobierno es reunificar a las familias “en el momento de la deportación”. Es
decir, que cuando vayan a ser deportadas serán enviadas a un centro de Texas
(presumiblemente, el que se está acondicionando en Port Isabel), allí se les
reunirá con sus hijos y serán deportados juntos. No cabe duda de que el
Gobierno “no tiene ni planes ni procedimientos en marcha para reunir al
padre con el hijo para nada más que para deportarlos juntos una vez que haya
concluido el caso (judicial) de inmigración del padre”, no antes.
El origen del caso que tiene sobre la mesa el juez
Sabraw es la denuncia de ACLU en nombre de una inmigrante del Congo
identificada como L. En ella se contaba que L. Se presento con su hija S.
S., de seis años, en la garita fronteriza de San Ysidro-Tijuana y pidieron
asilo. Inicialmente, fueron detenidas juntas, pero pocos días después fueron
“separadas a la fuerza”. La niña “gritaba y lloraba, suplicando a los
agentes que no la separaran de su madre”, rezaba el relato de los
demandantes. La niña fue llevada a un albergue en Chicago. La madre tardó
cinco meses en ser liberada, durante los cuales solo pudo oír a su hija por
teléfono.
Poco después, los demandantes sumaron otra mujer al
caso. era una inmigrante brasileña que había cruzado ilegalmente la frontera
con su hijo de 14 años e igualmente habían estado separados ocho meses.
Finalmente, el juez autorizó que el caso se convirtiera en una demanda
colectiva para incluir a todo aquel que se haya visto en circunstancias
similares. Los hechos denunciados por ACLU fueron confirmados el 7 de mayo
por el fiscal general, Jeff Sessions, cuando anunció que la separación de
familias era la política oficial de Estados Unidos.
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