La antropóloga e investigadora Neus Roig
publica 'No llores que vas a ser feliz', una investigación que
denuncia la existencia de una trama organizada para acometer
el robo de niños y niñas en España desde 1936 hasta, al menos,
1996.
Neus Roig, autora de 'No llores que vas a ser
feliz'.- JAIRO VARGAS
Madrid, 26/09/2018
La antropóloga e
investigadora Neus Roig acaba de publicar la obra No
llores que vas a ser feliz (Ático de libros), una
excelente investigación que da fe y hace accesible al gran
público uno de los mayores dramas del siglo XX español: el
robo de bebés recién nacidos a sus madres. El número de
pequeños que desaparecieron de los brazos de sus madres es a
día de hoy imposible de conocer. El juez Garzón habló de
30.000 niños, pero la cifra puede ser aún mayor. La trama
comenzó en 1936 en las cárceles franquistas con los niños de
las mujeres republicanas, pero continuó a lo largo de toda la
dictadura y se prolongó hasta, mínimo, la década de los 90.
"La democracia acabó
con la compraventa de bebés, pero nunca quiso investigar
qué había ocurrido ni quién había robado", explica Roig,
cuyo libro está basado en su tesis doctoral que, por cierto,
estuvo dirigida por tres profesores, entre ellos, Fernando
Martínez López, ahora director general de Memoria
Histórica del Gobierno de Pedro Sánchez.
Teresa descubrió que era un bebé robado
hace aproximadamente diez años.- JAIRO VARGAS
Roig se presenta
en la entrevista con Públicoacompañada de Teresa,
una mujer de 37 años que descubrió hace ahora una década que
fue adoptada de manera ilegal. No hay documentos ni papeles.
Lo único que guarda de su madre biológica es una carta que
presuntamente le había escrito diciendo que la daba en
adopción porque no la quería. Años después, vio cómo esa misma
carta, firmada por otras mujeres, había sido entregada a otras
personas que habían denunciado ser víctimas del robo de bebés.
Se trata de una carta tipo que las religiosas entregaban a las
familias adoptivas.
Habla de tres etapas de una trama de robo de
bebés que se puede analizar en tres fases. Sin embargo, hay un
elemento común: las religiosas.
Yo me centró en
España, pero el robo de bebés no ha ocurrido solo aquí. Por
ejemplo, en Irlanda acaba de salir el escándalo del robo de
pequeños en las
lavanderías del Asilo de las Magdalenas, bajo la custodia
de las Hermanas de la Misericordia. Ahí estaban traficando con
bebés desde 1922 hasta 1996. Por tanto, estamos hablando de
una trama de venta de bebés a nivel mundial auspiciado por
órdenes religiosas en concreto.
Por ejemplo, en
el libro hago referencia a que la orden religiosa de la Madre
Teresa de Calcuta también se dedicó a la venta de niños. Sin
embargo, en India han sido muy rápidos. Han descubierto la
trama y han juzgado. Aquí queremos hacer ver que no ha pasado
nada o que, en todo caso, eran cosas de la Guerra Civil. Y no.
Hay casos de los 80 y de los 90. En plena democracia y se
robaban niños.
Empieza usted la obra defendiendo que estamos
ante un crimen de lesa humanidad
"El robo de bebés fue una trama organizada y,
por tanto, un crimen de lesa humanidad"
Claro, es un crimen de lesa humanidad. La clave
para que sea considerado así es que estamos ante una trama
organizada con apoyo de autoridades del Estado que arranca en
las cárceles franquistas contra las mujeres republicanas y sus
hijos y que prosigue hasta bien entrada la democracia. En el
inicio, en el 36, las autoridades franquistas trataban de
castigar a las republicanas matando a sus hijos o dejando que
se murieran de hambre. Sin embargo, el psiquiatra
Vallejo-Nágera, que llega de la Alemania nazi, piensa que
España se está despoblando y que hacen falta niños. Así que
este Vallejo Najera, que ya había estudiado a Freud, decide
dejar a los niños hasta los tres años con las madres
biológicas. A esa edad, arrebatan los niños de sus madres y se
lo entregan a familias de reconocida catolicidad.
Y para que
estas familias pudieran inscribir a los menores como
naturales, el régimen franquista cambia una Ley en 1941 para
que se permita dar una nueva identidad a un niño hasta esa
edad y eliminar todo rastro anterior. No pasaba nada por
cambiar la identidad de un niño y esa ley no se cambia hasta
la década de los 80, con Felipe González en el poder.
Entonces, ¿está fuera de toda duda que tanto el
dictador como el resto de autoridades políticas conocían el
entramado de robo de bebés?
Sí. Es
evidente que Franco no iba a robar bebés personalmente. Pero
si el Gobierno promulga leyes que facilitan robar niños sin
dejar rastro... pues tienen que saber qué se está haciendo con
los pequeños. Además, en 1953, Franco firma su primer tratado
internacional desde que gana la Guerra... es con el Vaticano y
otorga un poder a la Iglesia católica que la deja por encima
del bien y del mal. Permite que campen a sus anchas, que hagan
lo que quieran.
Ese acuerdo al que hace referencia y también
los firmados con la Santa Sede en 1979 permiten que la Iglesia
mantenga archivos ocultos y cerrados que serían clave para
llegar a la verdad del asunto. ¿Es tarea de la democracia
acabar con esa opacidad?
Debería serlo,
claro. Considero que son crímenes de lesa humanidad porque
además hay un encubrimiento claro. La Iglesia está empezando a
reconocer las violaciones a menores de edad. Pues a lo mejor
estamos ahora ante una trama de la misma envergadura y muy
parecida. El Papa ya ha pedido perdón por los abusos a
menores. Quizá ahora tenga que pedir perdón por el robo de
bebés. Ha sido habitual el tráfico de menores y las órdenes
religiosas tienen las identidades en sus archivos de las
madres y pueden ayudar. Otra cosa, claro, es que quieran.
Carta que algunas de las víctimas de bebés
robados recibieron, presuntamente, de sus madres
biológicas
No debería ser una cuestión de voluntad, ¿no?
Quiero decir, tendría que ser obligatorio su cooperación con
la justicia
Estamos
hablando de convenios y tratados internacionales. En este
caso, de España con la Santa Sede. Tiene que haber voluntad de
estos dos países y.... hay que tener en cuenta las dimensiones
que puede alcanzar esto. Puede afectar a todo el territorio
católico. España ha demostrado su voluntad de acabar con esto
desde los 80, aunque no lo hizo hasta la década de los 90.
Cambió la Ley de adopción, secularizó los hospitales y otorgó
a los menores adoptados el derecho a conocer la identidad de
sus padres biológicos.
De hecho, a
partir de los 90 decrece a pasos agigantados el tráfico de
bebés. Sin embargo, aquí está Teresa con nosotros, que nació
en 1982 y desconoce sus orígenes. La ley le reconoce el
derecho, pero a pesar de haber ido a la Justicia seguimos sin
conocer su verdadera identidad.
Por lo que me cuenta, la democracia española
acabó -tarde- con el robo de bebés, pero nunca quiso
investigar qué había sucedido.
Tal cual. La
Ley de adopción de 1996, como hemos dicho, otorga el derecho a
los adoptados a conocer la identidad de sus padres biológicas.
¿Pero qué pasa antes? La reforma del Código Penal de 1995
tipifica los delitos de fingimiento de parto y falsedad
documental y da un un plazo de prescripción en el tiempo.
Cuando hay
menores que acuden a conocer su verdadera identidad... se dan
cuenta de que no hay documentación. ¿Y qué pasa? Que todo ha
prescrito ya. Todo ha quedado impune. El Estado ha tomado
medidas para que no vuelva a pasar, pero no ha hecho nada por
las personas que siguen buscando su identidad.
Hasta ahora hemos hablado más de esa primera
etapa del robo de bebés que afecta a las madres republicanas.
¿Las otras dos fases cuándo serían?
La primera es
la etapa represiva y se centra en las cárceles republicanas,
efectivamente. La segunda fase iría de 1952 a 1977
aproximadamente y afectaría más a las madres solteras. Es una
fase de represión, pero más ligera. Diría incluso que será
como de 'reeducación'. En el 52 se reabre en España el
Patronato de la Mujer, una institución que cerró la República
durante la Guerra Civil y que entre sus centros más
emblemáticos tenía la Maternidad de Peñagrande. Estuvo abierta
hasta el año 1983 cuando en otro centro se suicidó una niña de
14 años a la que le robaron al hijo. A partir de este suceso,
y algún otro, el Estado interviene y cierra estos centros de
reproducción tan extraños que seguían en España.
A partir del
77 los robos ya no se centran tanto en las madres solteras
como aquellas mujeres desarraigadas del centro en el que van a
dar a luz. Y ya no se trata de represión. Es puro negocio y
buscan objetivos fáciles. Por ejemplo, en esta fase, todas las
madres de Tarragona que han denunciado el robo de niños son
mujeres que no nacieron en la ciudad.
Neus Roig, autora de 'No llores que vas a ser feliz'.-
JAIRO VARGAS
¿Por cuánto dinero se compraban los niños?
Hay quien paga
hasta dos millones de pesetas [12.000 euros actuales] por una
niña en 1968. Estamos hablando de un dineral de la época con
el que te podías comprar una casa en el centro de Madrid. Se
paga más por los niños que pueden ser inscritos como
biológicos que por los adoptivos y se paga más por las niñas
que por los niños.
¿Por qué eran más caras las niñas?
Pues mi teoría
es que muchos de los compradores eran mayores de 50 años que
no habían podido tener descendencia y que buscaban una niña
porque así se aseguraban una chacha que les cuidara de
mayores.
¿No llamaban la atención embarazos de mujeres
de 50 años que no habían tenido descendencia previamente?
Pues mira.
Mirando las estadísticas de nacimientos de Catalunya me
sorprendió descubrir que durante una época había cada año 14
mujeres de más de 50 años que se quedaban embarazadas por
primera vez. ¿Esto no le parecía raro a las instituciones o al
que hacía las estadísticas o yo qué sé? Están ahí los datos.
Si el juez quisiera investigarlo... es muy fácil. Esta
tipología de madre decrece a partir de los años 90, por
ejemplo. En esa década, que por los avances técnicos debería
ser más fácil, ya solo hay uno o dos casos.
¿Y qué debería hacer el Gobierno para acabar
con esta situación en la que hay personas que desconocen su
identidad y madres que siguen buscando a sus hijos?
Pues haciendo
lo que nos dice el Relator de la ONU para la Verdad, la
Justicia y la Reparación: que España admita que esto ocurrió y
se ponga a trabajar para que no prescriban este tipo de
delitos. Hay que tener en cuenta que los bebés no se roban, se
roban los objetos... los bebés desaparecen. Y hay bebés que
siguen desaparecidos a día por lo que esos delitos deberían
ser imputables a día de hoy. Tenemos que ser capaces de
devolver la identidad biológica a esas personas. En Argentina,
que copiaron nuestro modelo de robo de bebés, han conseguido
recuperar la identidad de 179 personas que fueron robadas. Han
demostrado que es posible cuando se trabaja en Equipo. ¿Por
qué España no copia el modelo argentino de lucha contra la
impunidad?
¿El Poder Judicial está haciendo todo lo que
puede?
Bueno, no es
normal que un médico diga ante un juez que tiró un niño a la
basura nada más nacer, como en el caso de Ana, y que el juez
replique que si el médico dice eso es que será así y que
concluya que no hay indicios de adopción ilegal a pesar de que
el cuerpo del pequeño no estaba en la tumba. Estamos hablando
de un bebé que no está registrado y que tampoco está enterrado
y que el juez decide archivar por falta de pruebas.
Hay más casos,
como el de Ángeles, en el que abren la tumba y no hay nada y
le dicen que los restos del niño pues se habrán desintegrado.
Ahora en el cementerio de Cádiz han encontrado de alrededor de
50 tumbas examinadas tres cajas que estaban vacías y otras
tres que directamente no tenían ni caja. Hablamos de seis
bebés que faltan de un total de 50. Es una proporción muy
grande.
En Alicante,
por ejemplo, lograron que se exhumara una tumba de bebé y
dentro encontraron un brazo de adulto que había sido amputado
y el juez decidió archivar diciendo que el bebé estaría en
otra caja.
¿Hay complicidad judicial?
No sé cómo calificarlo. Tendrán directrices de
arriba o yo qué sé. Los jueces lo que hacen es decretar un
archivo provisional y dicen que con las pruebas disponibles a
día de hoy no pueden seguir investigando. Sí que creo que hay
directrices que vienen de arriba porque no es normal que todos
los jueces actúen igual, pero no tengo más información.