José
Gordillo: “Ninguna institución oficial está buscando a los bebés robados”
Los
bebés robados durante medio siglo en España son hoy, en su inmensa
mayoría, adultos con identidad falsa. En el libro Los hombres del saco se
desentraña este monstruoso tráfico de seres humanos en España.
Publicado el 19 julio, 2016 por
Javier Coria

El periodista y
escritor José Luis Gordillo presenta su libro
“Los hombres del saco” (ed. San Pablo), donde se
desgrana la oscura trama de robo de bebés durante la dictadura franquista
y hasta bien entrada la democracia. Trama compuesta por médicos sin
escrúpulos, religiosas, funcionarios e instituciones de un Estado cómplice
que, como en el caso de los 140.000 desaparecidos y las
2.500 fosas comunes por exhumar, no tiene la intención de
reparar este déficit democrático que tanto la ONU, como
Amnistía Internacional, le viene reclamando al gobierno
del PP (y en su día al del PSOE) y su huidizo presidente, Mariano
Rajoy. El libro, prologado por Antonio Ramos Espejo,
se publica dentro de la “Campaña Bebés Robados: Justicia y Verdad”,
que llevan a cabo las asociaciones: “Todos
los niños robados son también mis niños” y “Adelante
Bebés Robados”, ambas pertenecientes a la CeAQUA
y participantes en la Querella argentina, que se ocupa de
los bebés robados entre el periodo de 1939 a 1992. Hablamos con el autor
del libro.
¿Quién está
buscando a los bebés robados?
Desgraciadamente, sólo los están buscando sus familiares, de forma
privada. Ninguna institución pública lo está haciendo, incumpliendo así
los tratados sobre desapariciones forzadas que España ha firmado en el
marco de la defensa de los derechos humanos.
¿Existió una trama
organizada respecto a los bebés robados?
Hay que
tener en cuenta que España es el único país del mundo, junto con
Australia, en que el robo de niños ha sido legal. La abominable ley de
1941, conocida como de desapariciones infantiles, montó el aparato
jurídico y administrativo que ya se había iniciado un año antes mediante
una orden ministerial, y que implicaba al Registro Civil, a instituciones
como el Auxilio Social y a la administración penitenciaria. Negar por
tanto que existió una trama organizada es absurdo, puesto que se publicó
en el Boletín Oficial del Estado. La controversia puede venir, en todo
caso, en dilucidar si esta trama se perpetuó con posterioridad a la década
de los cincuenta implicando también a determinados estamentos sanitarios y
a instituciones religiosas. En mi opinión, es un hilo conductor indudable
la persistencia del Registro Civil en la trama, cambiando siempre los
apellidos, en todo el Estado español y en todas las décadas, fabricando
falsos hijos biológicos ¿Se puede pensar que los registros civiles de toda
España estén medio siglo cambiando arbitrariamente apellidos, al principio
al amparo de una ley y luego sin ella, sin que el poder público sepa nada?
Y además habiendo sido dados a luz muchos de esos falsos hijos biológicos
en centros sanitarios públicos. La implicación del Estado me parece
evidente.
¿Cuántos bebés se
calcula que fueron separados forzosamente de sus padres desde 1939 a 1992,
periodo a la que se acoge la Querella Argentina?
A ciencia cierta
nadie lo sabe, porque si hay registros o se han destruido o permanecen
ocultos. Existen diversas estimaciones, desde las 300.000 adopciones
irregulares para el conjunto del medio siglo a los 30.000 niños sustraídos
sólo a familias republicanas en la primera década y media de la dictadura
franquista. En mi opinión, es difícil que bajen de los cien mil bebés
robados, tirando por lo bajo.
¿Todo se hacía por
dinero o la ideología también influyó?
Las dos
cosas mezcladas de principio a fin; no se puede entender una cosa sin la
otra. Hay que tener en cuenta que en 1940 España era prácticamente una
colonia alemana, los técnicos germanos de la economía autárquica y la
multitud de agentes de la Gestapo que había en nuestro país impusieron un
sistema económico típicamente nazi fundamentado en la autarquía y el
esclavismo. Para que España no tuviera que recurrir al crédito
internacional se implantó un estado de guerra permanente que excluyó del
derecho de gentes a la inmensa mayoría de la población, pudiéndose a
cualquiera incautar sus bienes, hacerlo preso y de ahí directamente pasar
a mano de obra esclava. La Gestapo y Falange confeccionaron un archivo
detallado de enemigos del régimen en el que figuraban un millón y medio de
personas, de tal forma que la explotación de los vencidos se convirtió en
un gran negocio y en la base sobre la que se quería fundamentar la
recuperación económica del país, como satélite del III Reich. En este
contexto, la sustracción de menores a estos “enemigos del régimen” creo
que desde el principio tuvo una componente económica, de ciertos pagos a
cambio de los niños, que se perpetuó después, cuando pasaron de quitarle
los niños a los “rojos” a quitárselos a las madres solteras “pecadoras” y
a las familias pobres para otorgárselos a las que acreditaran “intachable
moral católica”, además de suficiente poder adquisitivo, claro está.
¿Qué papel jugó el
Estado en esta conspiración?
Hay que
tener en cuenta que durante la mayor parte de esta época no existía una
separación clara entre Estado, partido e Iglesia, de tal forma que los
tres formaban un conglomerado de poder, en función de las ideologías del
nacionalsindicalismo primero y del nacionalcatolicismo después. Al
principio la implicación fue muy clara, porque la misma ley de 1941 decía
que los menores a cargo del Auxilio Social pasaban a ser tutelados por el
Estado. Luego, cuando el robo de bebés se hizo saltándose la ley, pero con
la participación o connivencia de poderes públicos, la forma de legalizar
a estos falsos hijos biológicos insisto en que fue la misma: cambiar los
apellidos de los menores en los registros civiles borrando toda huella de
la familia original. Si a esto le unimos que muchos de los profesionales
sanitarios implicados eran funcionarios públicos, que las religiosas
igualmente implicadas ejercían como asistentes sociales en centros
públicos -hospitales o cárceles-, y que las familias adoptivas normalmente
accedían a la red a través de curas o párrocos que las avalaban desde el
punto de vista de su idoneidad moral y social, creo que sin duda estamos
hablando de un crimen de Estado.
¿Y la iglesia? ¿Qué
dice el vaticano?
Más allá
de una condena genérica a estas prácticas, no conozco que haya habido
órdenes directas del Vaticano a la jerarquía española para que abra
completamente los archivos de los obispados a las familias afectadas.
Esto no se podía
haber hecho sin el concurso del estamento médico…
Sin
duda, pero habría que mirar también la filiación de esos médicos, de qué
organización íntimamente relacionada con el nacionalcatolicismo eran
miembros o tenían con ella una estrecha relación.
A buen entendedor…
¿Cuántas personas han tenido procesos por estos delitos?
Tampoco
ha cuantificado nadie esto, pero se calcula que ha habido medio centenar
de imputados. Por ahora, nadie ha sido condenado, y no sólo por falta de
pruebas. Hay que tener en cuenta que a partir de 2012 el Tribunal Supremo
hace suya una controvertida doctrina, la de la prescripción de los delitos
de secuestro a los veinte años de su presunta comisión, y la convierte en
jurisprudencia, según han interpretado la mayor parte de jueces. Antes se
consideraba que el delito de detención ilegal no comenzaba a contar su
periodo de prescripción hasta que la víctima aparecía o era consciente de
su secuestro, y de hecho así lo dice una circular de la Fiscalía del
Estado de 2013. Pero de muy poco sirve una circular frente a
jurisprudencia del Supremo, más allá de un pequeño lavado de cara.
¿Cuántas denuncias
se han presentado y cuántos casos se tienen documentados?
Eso es
otra incógnita. Las asociaciones de afectados calculan que se han
presentado unas 3.000 denuncias, pero que los casos documentados son al
menos el doble. Sin embargo, el colectivo de afectados está tan atomizado
en multitud de organizaciones sin un nexo común claro y las instituciones
oficiales están tan alejadas de la problemática que nadie ha realizado un
recuento fiable. Es extraño decir esto en un Estado de derecho, pero es
así. Esto confirma que esta cuestión de los bebés robados es probablemente
una de las mayores quiebras del Estado de derecho en nuestro país.
¿Es verdad que las imbricaciones de estos
delitos con los aparatos del Estado, puede hacer que hoy en día se estén
falsificando perfiles genéticos para boicotear la búsqueda de parientes?

En la
investigación que he desarrollado para mi libro he comprobado que
determinados laboratorios están realizando un cotejo erróneo de los
perfiles genéticos de forma reiterativa. No he podido demostrar que esta
práctica se esté realizando con intención de falsificación de documentos,
pero sin duda se trata de una manipulación indebida de los datos de estos
perfiles genéticos.
¿Existe una
“omertà” para que no se hable de esto?
Conectemos varios hechos, como la manipulación indebida de perfiles
genéticos que antes mencionaba, la nueva jurisprudencia del Supremo que
permite el archivo de las denuncias por prescripción, la inoperancia de la
oficina de atención a los afectados abierta por el Gobierno, el que
ninguna institución oficial esté buscando a los bebés robados, la negativa
de algunos “arrepentidos” de la trama a testificar por supuestas amenazas
y el hecho también de que nadie ha sido condenado, salvo el juez que
comenzó a destapar este asunto, Baltasar Garzón. Que juzgue el lector si
existe o no en la actualidad una conspiración para tapar lo ocurrido.
¿Es verdad que la
Casa Real se ha negado a recibir a las víctimas?
Es
cierto, y además se ha reproducido en las redes sociales la carta en la
que la Casa Real comunicaba su negativa a recibirles y la justificación
que se daba.
¿Quién escucha hoy
a las víctimas de esta ignominia?
Se están
haciendo escuchar últimamente por los partidos políticos, e incluso el
Parlamento de Canarias ha aprobado por unanimidad una resolución afirmando
que se trata de delitos de lesa humanidad. Pero si se trata de un crimen
contra la humanidad, de principio a fin, incluyendo la normativa para
facilitar la sustracción de menores aprobada en los años cuarenta, desde
luego podrían ser procesados todos los participantes en aquella aberración
que fue la retirada de niños a familias republicanas por considerar que
las ideologías izquierdistas constituían una enfermedad mental a erradicar
de múltiples formas. Ahí la Ley de Amnistía de 1977 no tendría la menor
validez ¿Y qué sería lo siguiente, el esclavismo, los consejos de guerra,
los desaparecidos, las torturas…? El tema de los bebés robados es para
algunos una peligrosa gatera por la que se podría juzgar el conjunto de
crímenes del franquismo, extendidos muchos de ellos hasta bien entrada
nuestra democracia.
Muchas gracias.
El
folclore infantil nos habla de un “hombre del saco” que vaga por las
ciudades y pueblos para llevarse a los niños malos que demoran su vuelta
al hogar. El “asusta niños” tomó carnalidad en nuestro país. Los bebés
robados siguen sin conocer a sus verdaderos padres y hermanos, que los
buscan desesperadamente, porque desde muy diversos ámbitos se está
impidiendo el reencuentro familiar. De nuevo, se cierne sobre las víctimas
una especie de conspiración, el resurgimiento de una organización
delictiva que bloquea el ejercicio de los derechos más básicos y prolonga
indefinidamente su dolor e indefensión. La gran pregunta es por qué ocurre
esto en pleno siglo XXI, y en un país europeo presuntamente democrático
como el nuestro. Este libro se dedica a desentrañar estas claves,
proponiendo también vías para solucionar el drama colectivo y cerrar al
fin una herida que seguirá abierta en canal mientras no se vuelvan a unir
padres e hijos.
NOTA:
Terminada esta entrevista, nos llega la noticia del
enjuiciamiento de un ginecólogo por los asuntos aquí tratados:
“El miércoles 29 de
junio, se hizo público que la titular del Juzgado de Instrucción número 46
de Madrid había dictado un auto de apertura de juicio oral contra el
ginecólogo Eduardo Vela por los presuntos delitos de detención ilegal,
suposición de parto y falsedad documental. Se le acusa de una supuesta
implicación en el robo de Inés Madrigal en 1969 en la clínica San Ramón.
Inés Madrigal es presidenta de la asociación Bebés Robados Región de
Murcia, entidad perteneciente a la CeAqua junto con otras nueve
asociaciones de víctimas por el robo de bebés”.