Salvo UPyD, que
incluye la regularización de esta práctica en su programa
electoral, el resto de los partidos políticos lo rechaza o
está debatiendo al respecto. El Partido Popular no tiene
previsto tratar ahora el asunto y el socialista Pedro
Sánchez rechazó públicamente su legalización. Pero en
Izquierda Unida reconocen estar debatiendo su posición:
“Va a ser un tema de interés en la próxima legislatura”,
asegura Ascensión de las Heras, portavoz del partido en la
Comisión de Igualdad del Congreso. En Podemos hay
opiniones de todo tipo. La dirección no se pronuncia y en
los círculos de feminismo y de Lesbianas, Gays, Bisexuales
y Transexuales hay miembros a favor y en contra. De los 27
países de la Unión Europea, solo siete no tienen regulada
esta práctica: España, Francia, Portugal, Suiza, Alemania,
Italia y Malta. “Pero en algunos, como Reino Unido, la
legislación es tan restrictiva que la hace prácticamente
imposible”, avisa Antonio Vila-Coro, presidente de la
asociación Son Nuestros Hijos, que representa a más de 300
familias que han recurrido a la técnica. De ahí que cuando
una pareja lo hace, suela viajar a Estados Unidos, México,
Rusia, Ucrania, Georgia, Kazajistán, Tailandia o, hasta
hace unos meses, India, que también lo permitía. “En este
país [India] había miles de clínicas que utilizaban a
mujeres pobres como gestantes”, critica Beatriz Gimeno,
feminista y activista que está trabajando en un libro
sobre el tema. “Esta técnica daña los derechos humanos y
explota y mercantiliza el cuerpo de la mujer”. Este es el
punto clave del debate: si permitirlo no supone autorizar
una vulneración de derechos.
Se trata de un debate abierto, con opiniones muy
enfrentadas. “Los que más se oponen son algunos colectivos
feministas y organizaciones religiosas”, señala Aurora
González, representante de la asociación Gestación
Subrogada en España, con 4.000 adscritos. “Es un tema muy
complejo”, opina Yolanda Besteiro, presidenta de Mujeres
Progresistas. “Pero la legalización de los vientres de
alquiler implica una discriminación de clase y de género.
Favorece que la gente con más recursos lo realice y pone
en situación de riesgo a las mujeres más desfavorecidas”.
Realizar esta práctica en EE UU puede suponer un
desembolso de unos 100.000 euros, aunque cualquier
incidencia puede incrementar esa cifra; en otros países
ronda los 50.000 euros. A Igor y Leyre les costó 75.000.
De ese dinero, la gestante obtiene 2.000 al mes. Para esta
pareja, no hay abuso y estarán eternamente agradecidos a
la mujer que les ayudó a concebir a sus hijos.
Microinyección de esperma en un óvulo.
“Cuando nosotros empezamos, no teníamos ni
idea del proceso”, explica Igor, de 41 años y periodista
en la EITB. “Lo único que habíamos oído eran noticias
relacionadas con famosos que lo hacían”. Aunque entre un
70% y un 80% de las personas que recurren a esta técnica
son parejas heterosexuales, tabloides, periódicos y
webs dedicaron páginas y páginas a los hijos de Ricky
Martin o Miguel Bosé, nacidos mediante maternidad
subrogada. “Existen muchos prejuicios”, opina Lansorena.
“Parece que es un procedimiento exclusivo para gente
adinerada, mujeres que no quieren parir para no perder la
línea o para hombres homosexuales famosos. Pero no es
así”.
Javier Cantero, médico de 38 años, es homosexual. Ha sido
dos veces padre soltero, en 2010 y en 2012, gracias a la
maternidad subrogada. Ante la curiosidad de amigos y
conocidos, abrió un blog contando su historia que derivó
en Surrobaby. “Hacemos de intermediarios; asesoramos a los
interesados y les acompañamos en todo el proceso”,
explica. No cobran por ello, sino que reciben una
compensación de la agencia de subrogación de EE UU que se
encarga de buscar una gestante. En el proceso de
subrogación intervienen muchas partes: la gestante; la
pareja; la agencia de subrogación; el psicólogo que evalúa
y acompaña; la clínica de fertilidad donde se realiza el
proceso; y el despacho de abogados que da cobertura legal
a todas las partes. “Nadie te asegura que vayas a tener un
hijo, pero sin duda, el lugar con más garantías es Estados
Unidos”, dice Cantero.
"Se trata de una mercantilización del cuerpo
femenino”, dice Beatriz Gimeno
En ese país, la
legalización de la técnica se consolidó en 1986, y se
calcula que el año pasado nacieron mediante esta práctica
unos 2.000 niños, tres veces más que hace una década. La
mayoría de ellos, en California aunque Texas o Colorado
también la realizan. Pero Michigan, Arkansas o Nueva York
la prohíben o acotan.
En Boise (Idaho) la
gestación subrogada es legal. Tras varios meses de
reflexión, allí fue donde Igor y Leyre decidieron ser
padres. “Nos planteamos hacerlo en India porque era más
barato, pero daban menos garantías legales y las críticas
a las condiciones de las gestantes nos echaron para
atrás”, recuerda la mujer. “En un primer momento, me sentí
triste por no poder ser madre biológica, pero aliviada
porque íbamos a poder tener hijos”.
Igor Lansorena viajó
solo a EE UU para dejar su esperma. Debido a su
enfermedad, Leyre no podía donar sus óvulos por lo que
tuvieron que recurrir a una ovodonación. Así, decenas de
fichas pasaron ante sus ojos. En ellas se describía el
fenotipo de la donante (color de ojos, de pelo o tono de
la piel) y detalles como su formación, su trabajo o sus
inquietudes, aunque estas características no están
determinadas por la genética. Después de la selección de
óvulos, tocaba un paso más difícil: conocer a la gestante.
Aprovechando su viaje, Igor se entrevistó con tres
candidatas. “Desde el primer momento me gustó una: Sam. Me
dio confianza”. A la vuelta a España se la presentó, vía
Skype (red social que permite hacer videoconferencias), a
su mujer.
Para ser gestante en
EE UU hay que cumplir una serie de requisitos. El primero,
tener menos de 38 años; el segundo, haber sido madre; el
tercero, no querer serlo más y, por último, no tener
problemas económicos. “Sabía que con mis hijos había
cumplido mi sueño de ser madre, pero tenía la sensación de
que no me importaría quedarme embarazada de nuevo”, cuenta
Samantha Aschliman desde Idaho por Skype. “Y tomé la
decisión de ayudar a otra pareja. Mi familia y amigos lo
vieron raro al principio, pero tras informarse y al ver lo
emocionada que estaba, me apoyaron”.
Samantha está
casada, es madre de dos hijos y ejerce de profesora de
primaria. Su marido, que también trabaja, le apoyó en su
decisión. Cuando conoció a Igor y a Leyre le parecieron
adecuados. Antes, otra mujer había querido que fuera su
gestante porque no quería perder la figura con un
embarazo. Samantha la rechazó. “Las donantes también
pueden elegir y decidir si se sienten cómodas con las
personas con las que van a realizar el proceso”, explica.
“Lo más duro fue no
poder estar con Samantha durante todo el proceso”, cuenta
Igor. “Tanto a mí como a Leyre, nos hubiera gustado pasar
el ambarazo con ella, apoyándola y acompañándola”. Durante
los nueve meses que duró la gestación, ambas familias
hablaban a menudo por Whatsapp y, una vez a la semana, por
Skype. Tres semanas antes del parto, Igor y Leyre llegaron
a Boise. Acompañaban a Samantha al ginecólogo y daban
paseos por la ciudad con Cody, el marido de Samantha, y
sus hijos, Noble y Eli. En uno de ellos, una mujer se les
acercó y le dio la enhorabuena a la mujer embarazada. “Son
mellizos y ellos son los padres”, contestó con
espontaneidad Samantha. “La mujer la abrazó y nos dio la
enhorabuena a todos: ‘Qué bonito lo que estáis haciendo”,
les dijo.
El 21 de julio
nacieron los mellizos, Miren y Ohian. “A partir de
entonces nos visitaba a menudo y nos traía leche”,
recuerda Leyre. Tres semanas después del parto, se
despidieron de Samantha y su familia y los cuatro
embarcaron en un avión rumbo a España.
“A mis hijos se lo
expliqué todo y les dije simplemente que había estado
cuidando de los mellizos de Igor y Leyre por ellos”, dice
Samantha sin atisbo de duda. Los problemas entre padres de
intención y gestante no suelen ser habituales; Andrew W.
Vorzimer, abogado de Los Ángeles especializado en el tema,
cuenta un centenar de casos problemáticos desde que se
legalizó la técnica en EE UU.
“Hemos tenido mucha
suerte”, dice Leyre. “En 15 meses hemos sido padres,
tenemos dos hijos preciosos y hemos conocido a una familia
a la que estaremos por siempre agradecidos”, añade. En su
cuello brilla una cadena de la que cuelgan un pájaro con
dos polluelos: “Es un regalo de Sam”, dice con una amplia
sonrisa. Siguen teniendo contacto con ella. Se mandan
fotos de los mellizos y hablan cotidianamente. “Ella dice
que es como la tía Sam”, apunta Igor.
A su vuelta a España
se enfrentaron a algunos problemas. Primero, la filiación:
El Registro Civil no inscribía a los menores nacidos
mediante esta técnica hasta que el verano pasado una
sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos se
pronunció al respecto. Después, el reconocimiento por
parte de la Seguridad Social del permiso de maternidad
para Leyre. Se la han denegado, pero ha recurrido ante los
tribunales. “Y esa es otra batalla que ganaremos”, confía.
Mientras los
críticos alertan de diversos problemas morales que plantea
esta forma de reproducción, Leyre la defiende sin atisbo
de duda. “Entiendo las suspicacias que puede despertar,
pero mi experiencia ha sido muy positiva”, dice tajante.
“Defiendo la gestación subrogada como yo la he conocido:
mediante acuerdo libre y con derechos reconocidos. Para
nosotros ha sido lo mejor que nos ha pasado en la vida.
Cifras y datos
El número de niños
españoles nacidos en 2013 por gestación subrogada ronda
los 1.400, según varias agencias de subrogación.
No es legal
en España, según la ley de técnicas de
reproducción humana asistida, aprobada en 2006.
En febrero del año
pasado, una sentencia del Tribunal Supremo
rechazó registrar a un menor nacido mediante gestación
subrogada en Estados Unidos.
En 20 de los
27 países de UE la práctica no está prohibida,
pero algunas normativas son tan restrictivas que no se
puede realizar.
En Estados Unidos es
legal desde hace más de tres décadas. En los últimos 10
años, se ha triplicado el número de niños nacidos con esta
técnica. El coste ronda los 100.000 euros.
Prestaciones
y filiación
En febrero del año
pasado, una sentencia del Tribunal Supremo rechazó
registrar a un menor nacido mediante gestación subrogada
en Estados Unidos. La base de la decisión judicial: que
según el ordenamiento jurídico español la filiación de
los hijos nacidos por gestación de sustitución “será
determinada por el parto”. Es decir, que la gestante
debería figurar como madre.
A partir de ese
momento, los consulados españoles dejaron de registrar
en varios países la relación paternofilial de estos
menores. En junio, el Tribunal Europeo de Derechos
Humanos, pronunciándose sobre un caso similar ocurrido
en Francia, antepuso el interés de los menores y obligó
a inscribir a los niños como hijos de los llamados
“padres y madres de intención”. Desde entonces, el
registro de los hijos de españoles que habían nacido
mediante este proceso volvió a realizarse con
normalidad. Y el ministro de Justicia anunció varias
enmiendas al proyecto de reforma de la Ley del Registro
Civil para reconocer la filiación de estos menores.
Otro escollo legal
al que se enfrentan los padres es la obtención de la
prestación por maternidad o paternidad que, de manera
sistemática, se les niega. “La prestación se da a quien
es padre o madre por parto natural o por adopción”,
señala un portavoz del Ministerio de Empleo. Muchos
jueces, sin embargo, están revisando esta práctica y
concediendo las bajas.
Estos son algunos de los motivos que se aducen: “La
denegación de dicha prestación por maternidad sería
contraria al espíritu de la ley y del ordenamiento
jurídico y repugnaría a la lógica más primaria”. “Es
evidente que el derecho a la no discriminación en
función de la filiación supone un orden público
constitucional”. “El derecho que nos ocupa es la
cobertura prestacional a una situación de intereses
complejos entre los que destaca, como predominante, la
atención del menor durante la etapa inicial de su vida
familiar”.