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TRIBUNALES

Pegar un cachete a un hijo puede ser penado o no según la ley que se aplique

Aragón

La legislación aragonesa permite correctivos si estos se aplican de forma "razonable y moderada" y si respetan la dignidad del menor, algo que se excluyó del Código Civil

diario Heraldo.es   L. C. Zaragoza   10/03/2008

Pegarle un cachete a un hijo es algo indeseable para ambas partes en la mayoría de las ocasiones. Pero, además, tiene unas consecuencias muy distintas en función del caso, los hechos o incluso la comunidad en la que se produzca, ya que algunas tienen su propia legislación al respecto, y no siempre coincide con la nacional, algo que ocurre en Aragón.

Hace apenas unos días, la Audiencia Provincial de Zaragoza revocó la sentencia de un juzgado y absolvió a un padre condenado a 3 meses de cárcel por dar un cachete a su hija y un golpe en los glúteos. Lo hizo porque se consideró que el castigo fue una corrección disciplinaria sin causar daño, no un maltrato. Pero el debate sobre la idoneidad o no del uso del cachete tiene muchas aristas.

Hasta el año 2007, en territorio nacional, y según el Código Civil del Estado en el ámbito de las relaciones familiares, se admitía que el padre podía ejercer sobre el hijo un castigo razonable y moderado, con lo que, en cierto modo, quedaba libre de pena, por ejemplo, un cachete que cumpliera con estas condiciones. Posteriormente, este inciso fue suprimido por la ley de adopción internacional, y se dio a entender a todas luces que no se admitía ningún correctivo físico, al margen de sus características.

Sin embargo, Aragón también legisló en este sentido. En la Ley de Derecho de la Persona, se recoge, dentro del artículo 62, que "la crianza y educación de los hijos comprende para quienes ejercen la autoridad familiar los siguientes deberes y derechos", e incluye, entre otros, "corregirles de forma proporcionada, razonable y moderada, con pleno respeto a su dignidad y sin imponerles nunca sanciones humillantes, ni que atenten contra sus derechos". Es decir, que abre la mano a un cachete, siempre que este sea "proporcionado".

Pero, ¿cómo medir cuándo este tipo de correctivo es proporcionado? Desde luego, es una tarea harto complicada y, además, los expertos no ocultan la dificultad que exige abordar este problema porque ni siquiera los límites están totalmente claros.

Límites difusos

Carlos Sancho, fiscal de menores de Zaragoza, explica que a veces los límites los marcan las consecuencias. "Desde luego, un cachete que deja una señal o que requiere llevar al niño al médico está fuera de toda proporcionalidad. Pero, en cualquier caso, es muy difícil establecer cuándo es un correctivo adecuado", apunta. En su opinión, el primer paso sería unificar criterios. "Tal vez la solución pasaría por modificar la legislación aragonesa para adaptarla a la nacional y que no se pudiera golpear al menor nunca". También apunta a la posibilidad de que, como ha ocurrido con la asignatura de Educación para la Ciudadanía, se pronunciara el Tribunal Supremo.

El Justicia de Aragón, Fernando García Vicente, insiste en que no se puede generalizar. "Todo en la vida tiene unos límites, y uno de ellos es la dignidad de la persona", apunta. Por eso, y mientras insiste en que hay puertas que no se deberían cruzar nunca -como dar una paliza- sí que anima a que cada caso se estudie de forma diferente y a que se llegue a soluciones equilibradas, lo que muchas veces es incompatible con llevar un problema familiar a los juzgados.

Por su parte, José Luis Calvo, portavoz de Prodeni, asociación en defensa de los derechos del menor, coincide en que la diversidad de opiniones existe, pero condena cualquier tipo de castigo físico. "Los hijos no son propiedad de los padres, son sujetos de derecho. Si yo castigo a mi hijo humillándolo, o con violencia, sea cual sea la medida de esta, estoy enseñándole a resolver así sus problemas. Hay muchas otras opciones, como la paga o el tiempo de ocio", dice.