Me siento tranquila porque protegí y amparé a Piedad

Carta de Soledad Perera

Canarias, Febrero 2010

Cicerón: Summa lex, summa iniuria (la aplicación estricta de la ley puede llevar a la mayor injusticia)

Estimados amigos:

Decirles que intentaré ir a ese juicio (el cuarto por la misma causa penal –desobediencia- en tres años…celebrados, suspendidos, o anulados pero a los que he tenido que asistir y sentarme en el banquillo de los acusados) con dignidad y orgullo, no con prepotencia y desafío, actitudes que nunca he practicado porque no me nacen. Mi organismo, mi salud, y todo lo que pueda acarrear una situación límite como ésta están resentidos pero mis principios y criterios los tengo claros, mi conciencia también. Me siento tranquila porque protegí y amparé  a una niña que aprendió a ser feliz a nuestro lado. Que dejó de tener miedo a la oscuridad  y supo lo que era el calor de una familia. Su dicha fue efímera como la vida de las mariposas y su condena impuesta legalmente es ahora la de vagar por laberintos institucionales y, quizás más adelante, repetir el patrón de conducta que las propias instituciones le han reforzado como ejemplo.

En este país, o concretamente en este archipiélago, algunos a la hora de aplicar lo que entendemos por justicia castigan a aquel que respetó los sentimientos, los vínculos, los afectos… la salud, de un niño o una niña, amparándose en derecho como pudo y con la desventaja que, siendo parte legal en el procedimiento, jamás fue escuchado ni citado, como fue mi caso. Todos, absolutamente todos los documentos que se presentaron durante el largo proceso referidos a la pequeña hablaban de su enorme arraigo con esta familia y anunciaban el fracaso y el grave riesgo al que la abocaba un cambio de situación. En todo momento, ante los mandatos de entrega, se presentaron los documentos necesarios, fuesen recursos de reposición, apelación, amparo y los informes médicos y de especialistas además los de la propia Dirección General de Protección al Menor y a la Familia que caminaba a nuestro lado e, incluso, nos adheríamos mutuamente en la defensa del caso. Otra cosa es que todos estos documentos que figuran en el procedimiento civil no se hayan tenido en cuenta antes ni ahora para el tema penal. Tal vez si hubiésemos sido unos tremendos delincuentes se hubiesen apreciado, valorados o tenidos en cuenta.

El ensañamiento que estoy sufriendo, en mi opinión, es un castigo público por no haber cedido de entrada a entregar a la pequeña como si se tratase de un paquete de mensajería y, sobre todo, por acudir en un momento límite, a los medios de comunicación, como hicieron también las Instituciones. La pequeña había entrado en nuestro hogar en la modalidad de preadopción y esto supone la despedida de sus compañeros del centro de menores y la entrada en el seno de una familia, en la gran mayoría de los casos, para siempre. Los peores pronósticos se han cumplido y el tiempo, una vez más, ha sido el mejor testigo y juez implacable.

Todo este calvario empezó en el 2005 y a cuatro años de su comienzo no sólo tengo que sufrir por Piedad imaginándome como se despierta cada día, lo qué se le pasa por la cabeza, como son sus largas noches de soledad repletas de interrogantes, cuántas veces se pregunta  por qué la abandonamos…no sólo a esa tortura estamos condenadas sino, por si es poco, la propia Justicia, ésta que no ha procesado a quien la abandona, castiga a la que la protegió y la hizo feliz e intenta hacerle pasar un sufrimiento irreparable a mi otra hija pequeña, tan feliz siempre como lo fue Piedad.

El Tribunal Supremo, en su conocida y reciente sentencia sobre la niña en preadopción de Toledo, dejó claro lo que significa EL INTERES SUPERIOR DEL MENOR a la hora de su aplicación y contempla cada punto de lo que nosotros defendimos y respetamos que fueron entonces ignorados para Piedad (circunstancias, vínculos, afectos, salud…) pero ya este Interés Superior existía antes y se suponía que era esa su interpretación. Por la arbitrariedad hasta entonces de su aplicación surge la necesidad de especificar cuáles son esos puntos para que no existan lagunas ni haya contradicciones a la hora de su aplicación. También insiste en que dicho interés está  por encima de cualquier otro por muy legítimo que sea.

A pesar de la enorme repercusión, del clamor y de la respuesta positiva de esta sociedad apoyándome a seguir en pie luchando por lo que creo justo, a pesar de esas más de treinta mil firmas recogidas, del pronunciamiento público  hasta hoy de 15 ayuntamientos de Tenerife, a pesar de la modificación de la Ley de Adopción y Acogimiento que se está trabajando en el Senado a partir de casos emblemáticos como el del Niño del Royo y Piedad…a pesar de todo ello y del enorme esfuerzo de Asociaciones en Defensa de los Derechos de los Niños y Niñas como es el caso de PRODENI, algunas instituciones siguen estando ciegas, sordas y mudas.

Estimados amigos NO me siento delincuente y duele mucho que me traten  como tal. Procuraré, una vez más, sentarme en ese banquillo amargo y frío, con dignidad, y ojalá tenga fuerzas para desde ahí seguir defendiendo los derechos de los más desprotegidos y vulnerables, de los niños y niñas que las instituciones les dan la espalda y les vetan los días luminosos y la estabilidad.

Niños y niñas que pasarán su adolescencia cuestionando al adulto que decide por ellos y repitiendo patrones de las personas de referencia que aplauden determinados poderes. Niños que llegarán algún día a ser adultos y, desgraciadamente, en su gran mayoría, tendrán que sentarse en el mismo banquillo que yo y pocos Jueces, pienso que estarán dispuestos a escuchar de qué forma transcurrió su infancia y adolescencia y a cuánto tiempo se concretó en sus vidas una etapa sólida y un afecto estable, digno de sus personas.

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