El
PaísMadrid, 10 de
septiembre 2020
El
viernes pasado Linden Cameron, un adolescente
estadounidense de 13 años, sufría una crisis
nerviosa derivada del síndrome de Asperger que
padece, un trastorno del desarrollo dentro del
espectro autista. Su madre, Golda Barton, llamó al
911, el teléfono de emergencias, confiando en que la
policía de su ciudad, Salt Lake City (Utah), la
ayudara a hospitalizarlo. Pero, en lugar de recibir
apoyo, el joven Linden recibió los balazos de un
agente que se presentó en su casa. Ahora está
ingresado en estado grave con heridas en el
intestino, la vejiga, los hombros y los tobillos.
"Es solo
un crío. Tiene problemas mentales", declaró entre
lágrimas la madre a una televisión local. "¿Por qué
no lo agarraron y ya está?". La madre asegura que su
hijo no iba armado y la policía, de la que ella dice
que no apenas le ha dado explicaciones de lo
sucedido, afirma que no encontró arma alguna en el
lugar de los hechos, recoge The
Washington Post.
"No
importan las circunstancias, lo sucedido el viernes
es una tragedia y espero que se lleve con celeridad
y de manera transparente por el bien de todos los
implicados", aseguró en un comunicado el alcalde de
Salt Lake City, el demócrata Erin Mendenhall.
La madre
de Lindon describe a su hijo como un amante de los
videojuegos, los quads y los longboards (un
tipo de patineta), y señala que a menudo sufre
crisis de ansiedad cuando ella se ausenta. "Llama
una a la policía y lo que espera es que aparezcan y
encaucen la situación usando la mínima fuerza
posible", ha apuntado en referencia a su llamada al
911. "Les dije: 'no va armado; no lleva nada;
simplemente se le va la cabeza, y empieza a chillar
y a gritar". "Es un niño. Intenta llamar la atención
y no sabe poner medida", ha añadido.
Según el
relato de Golda Barton, cuando la policía llegó a su
casa le pidieron a ella que saliera. Desde fuera
escuchó a los agentes instar a su hijo a que se
pusiera en el suelo. Después, sonaron los disparos.
Un portavoz de la policía señaló esa misma noche que
los agentes sospechaban que el joven iba armado.
"¿Por qué no usaron una pistola taser? ¿o
una pelota de goma?", se pregunta la madre. El caso
está siendo investigado ahora de manera
independiente.
El
abordaje policial de las personas con trastornos
mentales en EE UU ha suscitado críticas a lo largo
del país. El caso con más repercusión más reciente
es el de Daniel Prude, un hombre de 41 años que el
pasado 23 de marzo sufría una crisis nerviosa. Su
hermano llamó a la policía de Rochester (Nueva York)
y, cuando los agentes se presentaron, encapucharon a
Daniel. Murió al cabo de unos días por las secuelas
de la falta de oxígeno que sufrió durante su
arresto. Un
vídeo publicado a principios de este mes muestra
que la víctima no iba armada y que además obedeció a
la policía.