PRODENI

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DOS OPINIONES EN LATINOAMÉRICA SOBRE LA TRASCENDENCIA DEL INFORME DEL COMITÉ DE DERECHOS DEL NIÑO DE LA ONU SOBRE PEDERASTIA EN LA IGLESIA CATÓLICA:

1) Del cardenal arzobispo de Lima, Juan Luís Cipriani


2) De Xavier Díez de Urdanivia, columnista del diario Zócalo Saltillo, de Cohauila (México)

 



 


1) Catholic.net

La Iglesia hoy | sección

El cardenal arzobispo de Lima, Juan Luis Cipriani, se refirió este sábado a las observaciones conclusivas del Comité de las Naciones Unidas para los Derechos del Niño referidas a la Santa Sede y afirmó que en los últimos 15 años la Iglesia ha estado respondiendo a estos temas de manera clara.

En el programa 'Diálogo de Fe', el purpurado peruano aseguró que “hemos hecho todo lo que podemos y la Iglesia seguirá haciendo todo lo que puede en defensa de los niños, lo demuestra y lo explica de una manera clara. Pero al frente no tienen un deseo de protección a los niños, creo que prima un deseo de daño a la Iglesia”. “El día que vea que hay una verdadera lucha contra el aborto y una defensa de la mujer gestante, entonces diré: Mira, se está viendo una sinceridad”, añadió.

Cabe resaltar que hace pocos días el Observador permanente de la Santa Sede antes las Naciones Unidas en Ginebra, el arzobispo Silvano Tomasi, comentó sobre las observaciones conclusivas del Comité: “La primera reacción es de sorpresa, porque el aspecto negativo del documento que han presentado da la impresión de que estaba ya preparado antes de la reunión del Comité con la delegación de la Santa Sede, que dio en detalle respuestas precisas sobre varios puntos que no han sido reportadas en este documento final, o al menos no parece que se hayan tomado en seria consideración”.

Asimismo, el portavoz de la Santa Sede, padre Federico Lombardi, afirmó que el informe de la ONU ha sido inspirado por organizaciones no gubernamentales con prejuicios negativos hacia el Vaticano y sus posiciones: “La manera con que ha sido presentado, las objeciones y la insistencia sobre varios casos en particular dejan pensar que se ha dado mucha atención a la visión de organizaciones no gubernamentales, a priori hostiles contra la Iglesia Católica, la Santa Sede y sus posiciones”.

De esta manera, el cardenal Cipriani comentó que la ONU debe repasar la agenda que tiene y también defender el derecho de los no nacidos.

“Señores, ustedes en su plan de acción promueven el aborto, que es el asesinato del más débil, el que está en el vientre de su madre. Usted, como institución, en su programa de educación y promoción de la mujer tiene el asesinar a los niños con 20 excusas, me gustaría que me explique. El cinismo que se está apoderando de la agenda mundial es inmenso”, refirió.

“Queda claro que es una lucha ideológica. Las Naciones Unidas dice: No me interesa el mensaje de la fe, no me interesa tu perdón ni tu visión de las cosas, me interesa la mía. Yo creo en el aborto, creo que la mujer es dueña de su cuerpo y puede hacer lo que quiere, incluso matar a la criatura”, prosiguió.

El arzobispo de Lima reiteró también que la Iglesia ha desarrollado un protocolo muy claro de cómo actuar cuando hay algún abuso contra un menor.

Y concluyó señalando que “no pretendo atacar a las Naciones Unidas pero sí despertar a nuestros fieles católicos: No nos dejemos engañar fácilmente por unos ataques bajos. Luchemos para que la vida se respete desde el primer instante, que las madres gestantes sean protegidas y que los niños siempre tengan la protección de la sociedad”. “La Iglesia siempre estará del lado de los más débiles y los más desprotegidos, como lo ha estado siempre”, insistió.


2) ZÓCALO SALTILLO

Cohauila (México)

10 de febrero de 2014

A Contrapelo
Xavier Díez de Urdanivia
 

La pederastia clerical

En un hecho inusitado y con enérgica severidad, la ONU, a través de su Comité de los Derechos del Niño, ha emitido una recomendación, nada más y nada menos, que a la Santa Sede.

La conmina a que retire “inmediatamente” del sacerdocio a todos aquellos curas que han cometido abusos sexuales contra menores o que se sospecha que puedan haberlos cometido y denunciarlos ante las autoridades civiles, porque hasta ahora “ha adoptado políticas y prácticas” que han hecho que continuasen esos abusos contra decenas de miles de niños.

Inusitado e inédito, además de señero, diría yo, porque significa un “¡Ya basta!” de la comunidad global, no sólo a la execrable práctica de la pederastia, sino al más grave y arraigado recurso del encubrimiento, bajo el pretexto de no incurrir en el “pecado de escándalo”.

Duros, durísimos términos -y merecidos, hay que decir- los empleados por la comisión: “La comisión está profundamente preocupada por el hecho de que la Santa Sede no haya reconocido la importancia de los crímenes cometidos, no haya adoptado medidas necesarias para gestionar los casos de abuso sexual contra menores y proteger a los niños y haya adoptado políticas y prácticas que han llevado a la continuación de los abusos y a la impunidad de los culpables”.

Aquel “dejad que los niños se acerquen a mí”, a los hechos me remito, ha sido pervertido en grado mayúsculo, y “tanto peca el que mata la vaca como quien le tiene la pata”, dice el refrán, y habría que agregar que más aún quien, sabiéndolo, encubre el
hecho.

La recomendación -como no podría ser de otra manera- impele al Vaticano a dar preferencia al remedio y la prevención de tan condenable práctica, antes que cualquier otro criterio de conducta, y creo que tiene razón, incluso a la luz del Evangelio: «Es imposible que no vengan escándalos; pero, ¡ay de aquel por quien vienen! Más le vale que le pongan al cuello una piedra de molino y sea arrojado al mar, que escandalizar a uno de estos pequeños” (Lucas 17, 1-6).

Al margen de las cuestiones religiosas, el tema moral cuenta y cuenta más todavía una cuestión que tiene que ver con el deber social de congruencia dentro del “cuerpo místico”.

Si la Santa Sede juega el doble papel de cabeza eclesiástica del catolicismo –“lo que es de Dios”- y ha optado también por jugar en las cosas del mundo -“lo que es del César”- en su carácter de “Estado Vaticano”, tendría que ser puntero en las cosas de la dignidad igualitaria de los seres humanos.

Es el caso, según lo deja claro la recomendación del comité de la ONU, que la Santa Sede no es parte -sí, repito, no es parte- de la Convención sobre los Derechos de los Niños.

Por eso, el comité le recomienda “en orden de fortalecer en el futuro los derechos de los niños”, ratificar esa esencial convención en materia de derechos humanos.

A decir verdad, es una incongruencia predicar sin dar ejemplo, y peor todavía, practicar lo contrario a la prédica
evangélica.

Horrible cuestión es ésta, que afecta no sólo a los católicos, sino también a quienes no lo son, porque nadie puede hacer oídos sordos al muy serio problema que la pedofilia representa, especialmente cuando se practica sistemáticamente por personas que, dada su condición, deben responder de manera muy significativa y escrupulosa a la confianza depositada en ellas.

El Vaticano, en Roma y en todo el mundo, tiene el deber de responder en este caso a su misión evangélica y a su papel de estado inserto en la comunidad mundial, que él mismo escogió.

Claro es que, también en nuestras tierras, existe el deber -ineludible e inexcusable- de cumplir con la prédica que con hechos se acredita -no con discursos y sermones- para honrar efectivamente el Evangelio, la palabra de Dios.