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El Papa plantea que los delitos cometidos por curas
pederastas no prescriban nunca
Ahora, la ley vaticana por la que se rigen los
sacerdotes de todo el mundo establece que los delitos de abuso sexual
prescriben a los 25 años de la mayoría de edad de la víctima
Roma interviene a la Iglesia chilena, en la que al
menos un tercio de los obispos han sido acusados de encubrimiento de abusos
y cuyo encuentro en el Vaticano se celebra desde este martes
Las decisiones que se tomen en Chile y sobre Chile
decidirán el futuro de los más de 3.000 casos de pederastia que aún no han
sido juzgados en Roma
Jesús Bastante
14/05/2018

El expárroco chileno Fernando Karadima, considerado culpable de abusos por
la justicia civil y la canónica / EFE
"El Papa se está jugando su credibilidad y, en
definitiva, el futuro de las reformas". Así define un arzobispo de la Curia
vaticana el encuentro que desde este martes reúne en Roma a la totalidad de
la cúpula de la Iglesia chilena con Francisco, para abordar las "heridas
devastadoras" de las denuncias de abusos sexuales por parte de clérigos
en el país, y el encubrimiento sistemático de los obispos.
Al menos un tercio de los prelados que se encuentran
con Bergoglio, incluidos el actual nuncio y el cardenal Errázuriz –uno de
los miembros del C9, el grupo de cardenales que asesora a Francisco en su
proceso de reforma de la Curia–, han sido denunciados por las víctimas de
mirar hacia otro lado y no mover un músculo para frenar la lacra de los
abusos. Un Errázuriz al que, por cierto, el Papa tuvo que llamar
personalmente para conminarle a acudir a una reunión a la que, en principio,
había decidido no asistir. De hecho, ha sido el último de los 33 obispos
chilenos en llegar a Roma.
Se necesitan medidas, urgentes y duraderas, para
frenar la pérdida de credibilidad en la Iglesia chilena por los abusos
sexuales. Una mancha que se extiende por todo el mundo –Australia, España,
Alemania, Ecuador, Perú, Italia, Irlanda, Estados Unidos– y que impregna a
toda la institución, que sufre una de las peores crisis que se recuerdan.
El Papa es consciente de que de la resolución del
escándalo en Chile depende, en buena medida, el futuro de la institución y
de las reformas que desde hace cinco años viene implementando en el interior
de la Iglesia. La "tolerancia cero" frente a los abusos que Francisco
planteó desde el primer momento ha comenzado a dar frutos, pero los
escándalos continúan sepultando cualquier mejora.
Miles de casos detenidos en Doctrina de la Fe
Así, en la Congregación para la Doctrina de la Fe (el
órgano que vigila el cumplimiento de la doctrina de la Iglesia) siguen sin
aclararse más de 3.000 casos de abusos y encubrimiento. Los
papeles se amontonan en los tribunales vaticanos que, pese a los cambios
en la normativa para endurecer las penas para los sacerdotes pederastas y
religiosos (sobre todo obispos) encubridores, siguen sin contar con los
medios necesarios para acelerar los procesos y que éstos no acaben
prescribiendo.
Una de las medidas que se plantean en el encuentro de
esta semana, y que el Papa lleva pensando con su círculo de confianza desde
hace meses, es la modificación del Código de Derecho Canónico (el que rige
para los religiosos de todo el mundo y que tiene
leyes y tribunales como los sistemas judiciales civiles) para lograr que
todos los delitos relacionados con abusos a menores, abusos sexuales y
encubrimiento no prescriban jamás. Una decisión que, de producirse,
supondría una auténtica revolución, porque no se limitaría a Chile, sino que
se universalizaría para toda la Iglesia, en todo el mundo.
En estos momentos, y tras las reformas de Francisco,
la prescripción canónica de los abusos ha pasado de los 15 a los 25 años
desde que la víctima supera la mayoría de edad. Un límite mucho mayor al que
se da en nuestro país, donde los delitos por abusos a menores dejan de ser
perseguidos penalmente entre 5 y 10 años después de que la víctima cumpla
los 18.
Por ejemplo, durante el proceso del llamado 'clan de
los Romanones', y pese a los indicios del juez de instrucción, solo pudo
juzgarse a uno de los 12 inicialmente imputados, por la única razón de que
los presuntos delitos habían prescrito. Los inicialmente investigados
pasaron automáticamente a ser testigos de la defensa del padre Román,
quien finalmente fue declarado no culpable.
Junto a la imprescriptibilidad, Francisco pretende
dotar a los tribunales diocesanos y a la propia Doctrina de la Fe de más
personal y, sobre todo, cambiar la formación y los controles de los futuros
sacerdotes, para evitar, de un lado, la entrada a los seminarios de posibles
abusadores; del otro, concienciar, en el interior de la Iglesia, de la
importancia de este tema. Porque uno de los grandes problemas para acabar
con los abusos a menores en la Iglesia católica está en minimizar los casos,
y tratar de resolverlos desde dentro, lo que ha provocado un 'muro de
silencio' que ha de derribarse.
En lo tocante al encubrimiento, Bergoglio quiere
cambiar el proceso de selección de obispos, que hasta la fecha depende de
los escrutinios interiores y los informes de los nuncios. En
el caso de Chile, desde hace décadas este procedimiento se ha demostrado
fallido. De hecho, dos de los máximos responsables –en opinión de las
víctimas– de la cadena de encubrimientos en la Iglesia chilena fueron el
cardenal Sodano (quien fuera Secretario de Estado con Juan Pablo II y
anteriormente nuncio en el Chile de Pinochet), y el actual nuncio, Ivo
Scapolo, cuyos días en el país andino están contados.
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