Público
https://www.publico.es/sociedad/entrevista-mar-daza-bonachela-abuso-sexual-hijos-forma-maltrato-extendida-piensa.html
Entrevista a Mar Daza Bonachela
"El abuso sexual a los hijos es otra forma de maltrato
mucho más extendida de lo que se piensa"
La jurista y victimóloga María del Mar Daza Bonachela
denuncia la "impunidad generalizada" que existe sobre los abusadores y agresores
sexuales de niños y niñas. La paternidad para ellos no es un obstáculo; "es una
oportunidad". Y la proporción de condenas, "ínfima".

La jurista y victimóloga feminista María del Mar Daza Bonachela.
madrid
26/08/2019
Nuria Coronado Sopeña
Hay una cifra que causa terror pero que está oculta. Es la de
quienes con menos de 15 años han sufrido abuso sexual en España. “Se estima que
sea un 11% del total de la población en esa edad. Es decir 756.630 criaturas”,
según apunta Mar Daza Bonachela, doctora en Derecho y autora de Escuchar
a las Víctimas. Una tortura hecha tabú social y que para hacer entender su
dimensión, equivale a decir que toda la ciudad de Sevilla (con 688.711
habitantes según el INE 2018) o casi toda Valencia (que son 791 413) es abusada
de esta manera.
Si de esas estadísticas hacemos una extrapolación de las
víctimas agredidas por el padre la cuenta que sale es de un 4%. “Es decir 30.265
menores de 15 años, a quienes esta sociedad condena a la desprotección y la
revictimización. Con seguridad más de 10.000 padres abusadores impunes y
blindados por el SAP” [Síndrome de Alienación Parental], sostiene esta experta.
Haciendo una metáfora sería como decir que toda Valdepeñas (que tiene una
población de 30277 habitantes) es agredida así.
Algo más que estómago es lo que hay que tener cuando tu
pasión, que es tu trabajo te obliga a toparte cada día con cifras que son el
reflejo más duro de una sociedad patriarcal. Lo que en el caso de la granadina Mar
Daza Bonachela tiene para poder sobrellevar tanto dolor es el sentido de la
responsabilidad feminista de dejar un mundo mejor que el que se ha encontrado.
Por eso esta jurista-criminóloga, que estuvo en el
Servicio de Asistencia a la Víctima de Andalucía en Granada (1999-2009) y ahora
es abogada, consultora y formadora, es una referente perfecta con la que hablar
sobre el porqué miramos hacia otro lado y guardamos silencio social ante esta
realidad. “El abuso sexual de los padres a sus hijas e hijos es otra forma de
maltrato, peculiar, pero mucho más extendida de lo que se piensa. Aún con todas
las limitaciones de las estadísticas existentes, está claro que las cifras
son espeluznantes, y la impunidad generalizada”, explica a Público.
Basta acudir a los datos del INE para
darnos cuenta de ello, expone. “Hay 6.878.457 menores de 15 años. Si hacemos una
estimación tremendamente optimista, bajando hasta el 5%, habrían sufrido abuso
sexual a lo largo de su infancia como mínimo unas/os 343.922 niñas/os. Dividimos
entre 15 para aproximarnos a la cifra de menores de 15 años que lo hayan podido
sufrir en un año y el resultado es de casi 30.000, cada año, que corresponden a
otros tantos o pocos menos abusadores”, remarca la también colaboradora de
Feminicio.net.
De esos datos Daza destaca que se denuncian menos de un
15% de los casos. “Según el Anuario estadístico de criminalidad del Ministerio
del Interior en 2017 se denunciaron 4.540 delitos sexuales contra menores de
edad, pero la mayor parte se archivan sin investigar”. Y ahí no lo deja.
Tira de la Memoria de la Fiscalía
General del Estado de 2018 y el Avance estadístico de 2019 para mostrar que
el ministerio público informa de que “las causas penales abiertas por abuso
sexual infantil han pasado de 664 en 2015; a 795 en 2016, 935 en 2017 y 1.185
en 2018”.
¿Cuántas de esas causas abiertas acaban en condena?
Pues no sabemos, porque no existen estadísticas sobre
violencia sexual como las que el Consejo General del Poder Judicial elabora
sobre violencia de género en la relación de pareja/expareja íntima, pero parecen
ser muy pocas. El abusador sexual es oportunista: abusa donde y cuando puede
y con quien está a su alcance, “fabrica” la oportunidad y busca la
impunidad. Si tiene niñas o niños a su alcance y condiciones idóneas para no ser
descubierto sufrirán abuso; la paternidad para él no es un obstáculo, es una
oportunidad.
¿Y qué pasa con las causas penales cuando el
sospechoso de abuso es el padre?
Pues que la proporción de condenas es ínfima, hay condena
solo cuando dejó una evidencia física indiscutible: a la niña embarazada, o la
reventó al violarla; está por ver si le condenan cuando la niña se colgó de un
tendedero para que no la violara.
La realidad de las víctimas es una, y la verdad judicial otra
completamente distinta, a miles de años luz. A la justicia no llega la realidad
de las víctimas, porque el sistema aún tolera y silencia la violencia,
especialmente la sexual que afecta a la infancia, los más vulnerables. El juez
federal argentino Carlos Rozanski lo explica muy bien en su libro: Abuso
Sexual Infantil ¿Denunciar o Silenciar? ¿Cómo es posible esto? A base de
hipocresía social, institucional y legal.
En Granada, desde la Plataforma 8M-25N contra la
Violencia de Género hicimos un comunicado a raíz del caso Infancia Libre -Abuso
paterno, silencio social- explicando la realidad de las víctimas que
nosotras conocemos. De momento, en algo más de dos meses las firmas no llegan a
700 personas. Porque la gente no entiende lo que pasa con el maltrato y el abuso
infantil, no lo concibe, porque realmente es inconcebible que en sistemas
jurídicos democráticos y supuestamente avanzados pase esto.
¿Las niñas sufren más los abusos que los niños?
En un curso sobre violencia sexual desde una perspectiva
jurídica feminista que imparto con Feminicidio.net. constaté esta realidad e
hice cálculos aproximados sobre esta desigualdad. Fue con un estudio en
universitarios de Baleares realizado por la Fundación Rana en el que la
prevalencia del abuso sexual fue del 11,87%: un 15,4% en las mujeres (51
víctimas así en una muestra de 331) y un 4% en los hombres (6 víctimas en una
muestra de 149). En todo caso son muchísimas niñas y niños.
Y cuando esto pasa, ¿por qué no se respetan los
derechos de la infancia a ser escuchados y nos encontramos con que en muchos
casos se les dan la vuelta hablando del SAP?
Porque vivimos en una sociedad patriarcal en la que,
aunque nos creamos otra cosa, quienes tienen el poder económico, político,
social… mandan, los pater familias en la cúspide. Es más cómodo seguir
silenciando el maltrato y el abuso sexual infantil como se ha hecho siempre, y
quien hace la ley hace la trampa.
En esto consisten el supuesto SAP y sus reformulaciones: coartada de
maltratadores y abusadores, como dije antes (que no paran de intentar meter
en las leyes).
"El Síndrome de Alienación Parental es una
coartada de maltratadores y abusadores. Y es una completa aberración desde el
punto de vista jurídico"
Pero el SAP/AP desde el punto de vista jurídico es una completa
aberración; funciona de hecho como si fuese una presunción iuris et de iure (las
que la ley establece y no admiten prueba en contrario) que impide tomar en
consideración el testimonio de las víctimas, que hace no creerlas,
interpreta como síntomas de alienación cualquier explicación que las víctimas
den para explicar el rechazo, presumiendo que es causado por una campaña
denigratoria o lavado de cerebro que realiza el progenitor custodio
(habitualmente la madre), ya sea de forma consciente o inconsciente. Y eso no
hay que probarlo; según los proSAP la prueba es el rechazo del menor y
cualquier cosa que haga o diga para explicarse lo confirma. El padre
rechazado salió del foco; da igual lo que haya hecho y lo que haga.
Es decir que el Derecho Penal es incapaz de resolver
esto…
Así es, y menos con populismo punitivo, elevar penas
no resuelve nada, al contrario. Cuanto mayores sean las penas más inhibición
a denunciar o retractaciones por parte de las víctimas si el victimario es
familiar cercano, y más difícil conseguir una condena. Llevemos el cálculo a la
mínima que hemos hecho (30.000 niñas/os menores de 15 años víctimas de abuso
sexual infantil al año) a la parte del perpetrador. Bajando al mínimo suponemos
que cada abusador lo sea de dos o tres criaturas: ¿10.000 o 15.000 presos nuevos
cada año? Eso no lo soporta un sistema cuya población
penitenciaria total en España en 2019 es de 58.971 reclusos. Si pensáramos
de forma realista y no hipócrita bajaríamos las penas de cárcel y aumentaríamos
la protección a las víctimas con medidas de alejamiento de ellas tanto tiempo
como ellas lo requieran, con control del victimario, y con prevención mediante
la educación, educación, educación y más educación: educación feminista y en
derechos humanos, para interiorizarlos todas y todos desde pequeños.
Solo cuando hay lesiones físicas evidentes la justicia
se implica. ¿Es falta de formación o de algo más?

Mar Daza.
Es falta de formación, desinterés hacia la infancia, inercia… Y
son intereses de mucha gente. De los maltratadores y abusadores denunciados o
susceptibles de serlo, de sus grupos y organizaciones, sus allegados (sus
entornos), y los profesionales que viven de defenderlos. Sobre esto último, y el
papel de la Association of Family and Conciliation Courts, la AFCC,
norteamericana, escribió un muy interesante artículo Michael Volpe en
2015: Making divorce pay explicando cómo se construye y cómo funciona este
negocio hipócrita en el peor de los casos e ignorante en el mejor (cuando la
defensa no es malintencionada).
Es muy llamativo cómo los proSAP/AP claman sin cesar
contra las denuncias falsas y los derechos de los pobres y amantísimos papás
alienados, pero jamás contra el maltrato, el abuso sexual o el feminicido, y
solo hablan de maltrato infantil o de infanticidio cuando lo perpetran mujeres,
para alegar que son más violentas que los hombres, pese a que la evidencia habla
de todo lo contrario.
Pero las criaturas se encuentran en un riesgo extremo
¿cómo se puede permitir esto?
Porque vivimos en una sociedad hipócrita que dice querer
mucho a los niños, pero no les protege. A la que se le llena la boca hablando de
libertad pero no quiere educar personas libres, sino mano de obra barata y
consumidores acríticos que no cuestionen los mandatos del capital, que dispone
al final cómo son las cosas.
¿Qué mecanismo de odio tiene un maltratador para
llegar a esto?
Es un mecanismo de minusvaloración, cosificación y
neutralización de sus víctimas, de desplazamiento de la responsabilidad y de
autojustificación de las propias acciones, de autoafirmación (a costa de y por
encima de). El maltratador es una persona emocionalmente inmadura, dependiente e
irresponsable, y machista. El mundo no funciona según piensa que debería
funcionar conforme a sus esquemas, y no tiene otros, porque aquellos, los del
machismo conforme a los cuales él es quien manda en su casa y su familia –sus
posesiones–, los tiene muy interiorizados, es rígido.Cuando su relación con su
mujer, su exmujer o sus hijos no va bien, no son como él quiere que sean, no
hacen lo que él quiere que hagan (esto es, su santa voluntad o, hablando mal, lo
que a él le “sale de los cojones” –así son sus argumentos habituales–), cuando
ellos se escapan de su control, en lugar de revisarse y pedir ayuda para cambiar
él, que le haría mucha falta, imputa toda la responsabilidad del fracaso a los
demás, y les castiga como forma de afirmar una autoridad de la que carece. No es
solo odio, es más complejo.
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