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"El acoso sexual que mi hija sufrió por whatsapp fue la gota que
colmó el vaso para que se suicidara"
Mónica cuenta por primera vez la historia de su hija
Raquel, que se suicidó en 2013, cuando tenía 15 años, un día después de
denunciar ante la Policía que un chico la chantajeaba para que le enviara
fotos desnuda
La joven desconfiaba de la justicia, que años después
condenó al hombre a una multa por coacciones, tras haber sido obligada a ver
a su padre, al que denunciaron por abusos sexuales: "Sufrimos muchos años de
maltrato judicial"
"Yo intenté calmarla porque ella tenía mucho pánico a
que publicara sus fotos en su instituto...y estaba aterrorizada", cuenta su
tía Rosa, que habló con ella dos días antes
Marta Borraz
21/11/2018
Una mujer en una foto de recurso DAVID
CONDE
A Mónica no se le pasó en ningún momento por la
cabeza, pero echa la vista atrás y recuerda aquellos días anclados a un mal
presentimiento. No habían pasado ni 24 horas desde que había acudido con su
hija Raquel, de 15 años, a denunciar a la comisaría de Policía de un barrio
al norte de Madrid los
mensajes amenazantes que llevaba recibiendo en su teléfono móvil desde hacía
unos 15 días. Era sábado, 19 de abril de 2013, y Mónica salió de casa
para ir a buscar a una amiga a la boca de metro. No tardó ni diez minutos,
pero cuando regresó, vio a los bomberos y un tumulto de gente junto a su
portal y se esperó lo peor.
"Mi hija se suicidó tras una vida muy dura que la
convirtió en una niña vulnerable, pero el acoso sexual que sufrió por
whatsapp la empujó y fue la gota que colmó el vaso", cuenta esta mujer a
eldiario.es. Más de cinco años después, ha encontrado fuerzas para hablar
públicamente de los días más dolorosos de su vida con ayuda de Amnistía
Internacional, que este jueves lanza el informe sobre violencia sexual Ya
es hora de que me creas con motivo del Día Internacional de la
Eliminación de la Violencia contra la Mujer, que se celebra el próximo 25 de
noviembre.
Un par de días antes de su suicidio, Raquel le había
contado a su madre que desde hacía un tiempo hablaba con un chico por
whatsapp, de 25 años, que estaba intentando chantajearla para que le enviara
fotos desnuda. Según consta en el informe realizado por la Policía Judicial
días después del suicidio de la joven, en dichas conversaciones el hombre
"le exige que le mande fotografías de ella desnuda bajo la amenaza de 'hackear'
su teléfono dado que le está 'controlando' el mismo manifestando también que
ya tiene fotos de ella desnuda y que si no le manda más las pondrá en 'malas
manos' aún a sabiendas de que Raquel era menor de edad".
"Las fotos k salgas sin ropa solo 2 y no te molesto
nunca más te lo juro", le escribía el hombre, según aparece en el informe
pericial realizado por el grupo de informática forense de la Policía
Científica. Mónica supo después, por medio de las amigas de su hija, que
Raquel llevaba recibiendo este tipo de mensajes desde hacía casi dos meses,
lo que la sumió en una situación de angustia y miedo. "Yo ya llevaba días
viéndola mal, no comía, apenas dormía y estaba muy nerviosa. De hecho, pocos
días antes de que se suicidara, la llevé al médico en un par de ocasiones y
la mandaron a casa".
2.000 euros de multa
Raquel también habló con su tía Rosa antes de acabar
con su vida. "Lo hizo después de contárselo a mi hermana. Yo intenté
calmarla porque ella tenía mucho pánico a que publicara sus fotos en su
instituto...y estaba aterrorizada. Le decía que era ilegal y denunciable,
pero estaba convencida de que lo iba a hacer y no había manera de
convencerla", explica Rosa, que hace hincapié en que su sobrina no quería
denunciar, entre otras cosas porque iba a tener que reconocer que a otro
chico sí le había enviado una foto desnuda. De hecho, según consta en la
denuncia, sospechaba que este otro joven, al que conoció en un chat de
Internet, le había pasado la foto a su amigo, que la utilizó para
chantajearla.
El caso llegó finalmente a instancias judiciales.
Aunque Rosa explica que su propia defensa decidió no presentar denuncia por
incitación al suicidio al pensar que no iba a prosperar, cuatro años después
de los hechos, el Juzgado de lo Penal nº 9 de Madrid condenó al hombre que
había acosado a Raquel a 2.000 euros de multa como autor de un delito de
coacciones, tal y como especifica la sentencia fechada el 4 de septiembre de
2017. Además de la larga espera que vivió Mónica para que la vista judicial
fuera fijada, el fallo fue producto de un acuerdo, según cuenta ella misma,
ante el miedo de que la otra parte desplegara en la vista los antecedentes
personales de la chica. "Mi abogada me dijo que lo iban a hacer y mi entorno
me recomendó llegar al acuerdo".
La madre de Raquel reconoce que su hija no había
tenido una vida nada fácil. Sufría múltiples secuelas, entre ellas
trastornos de la conducta alimentaria, producto del abuso sexual que, según
denunció su madre, sufrió por parte de su padre cuando era una niña. "Con
tres años empezó a verbalizarlo. Yo ya estaba separada de él porque había
ejercido violencia de género contra mí, de hecho, fue condenado cuando
todavía no existían los Juzgados de Violencia sobre la Mujer. Raquel, su
hermano y yo acabamos en una casa de acogida y ellos tenían que cumplir con
las visitas, hasta que denuncié el abuso. Sin embargo, la denuncia fue
archivada", cuenta Mónica.
"Menuda era la niña..."
Durante varios años, ambos hermanos estuvieron viendo
a su padre en un Punto de Encuentro Familiar (PEF), donde se cumplía el
régimen de visitas, pero "mostraban muchísima oposición, no querían ir con
él", recuerda la madre. De hecho, un informe del equipo psicosocial del
Juzgado de Familia nº 25 de Madrid, fechado en marzo de 2010, atestigua que
los niños se negaban a responder a las preguntas de los peritos que les iban
a explorar alegando que "han dicho 50 veces que no quieren ver a su padre y
nadie les hace caso, por lo que no piensan hablar más veces". Desde
entonces, ni Raquel ni su hermano volvieron a tener ningún tipo de contacto
con su progenitor.
"Sufrimos muchos años de maltrato judicial por parte
del sistema. A Raquel esto le condicionó muchísimo y, de hecho, desconfiaba
totalmente de que la Policía le fuera a proteger con el caso del chantaje,
por eso no quería denunciar", cuenta su madre, que señala entre otras
secuelas del abuso la forma en que la joven construyó la idea sobre la
sexualidad. "La niña chateaba y conocía a chicos con los que hablaba, pero
fuera como fuera no justifica que la acosaran. Ya he oído bastantes veces
que ella se lo había buscado...¿Qué más da cómo fuera la niña?", se pregunta
Mónica.
A algo parecido da vueltas Rosa cuando piensa en la
historia de su sobrina Raquel –"menuda era la niña", asegura que dijo la
abogada del hombre que la acosó–. Su corta vida, dice, estuvo marcada por la
violencia machista y la lucha judicial en busca de protección que acabó por
hacer creer a la joven que "contar la verdad una y otra vez no solo no
servía de nada, sino que además tenía consecuencias nefastas para ella",
cuenta su tía. Rosa está convencida de que hubo varios culpables de la
vulnerabilidad de Raquel "de la que se aprovechó un depredador sexual" y
apunta y dispara directamente a "una sociedad patriarcal que, entre otras
cosas, culpabiliza a la víctima" –"menuda era la niña...", repite–, algo que
"Raquel seguramente sabía que ocurriría si esas fotos hubieran salido a la
luz".
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