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Tribuna Abierta

El clericalismo que no salva

La defensa inconsistente que algunos clérigos tratan de hacer, pensando que no se debe acudir a los tribunales civiles o a los medios y aludiendo que "los trapos sucios se lavan en casa", ya no tiene alcance a estas alturas del siglo XXI

Daniel (nombre ficticio) - Víctima de abusos en la diócesis de Granada

21/10/2018

La archidiócesis de Washington publica una lista de curas acusados de abusos de menores

EFE

Ante los atroces crímenes contra la moral, la dignidad, la libertad y la indemnidad sexual de los menores de edad, a los cuales sacerdotes y religiosos les robaron la infancia y el sueño a sus padres de verlos crecer felices y sanos como niños normales, parece ser que la Iglesia Católica trata de responder.

Según informa la página web de la Conferencia Episcopal, el pasado 12 de septiembre el Papa Francisco convocaba a los presidentes de las Conferencias Episcopales para hablar de los casos de abusos en una reunión de carácter privado que tendrá lugar en el Vaticano entre el 21 y el 24 de febrero de 2019.

El Comité Ejecutivo aprobó la creación de una Comisión para preparar los materiales de trabajo que presentará el presidente de la Conferencia Episcopal Española, cardenal Ricardo Blázquez Pérez, en este encuentro. Bajo la presidencia del obispo de Astorga, Mons. Juan Antonio Menéndez Fernández, canonista, comenzará sus trabajos esta misma semana.

Web de la Conferencia Episcopal

Lo curioso de esta situación es que no se cuenta con las víctimas para elaborar los nuevos protocolos o para que aporten datos que pueden ser relevantes de cara al trato que se les da a las mismas por parte de la Iglesia católica cuando se denuncian abusos sexuales a manos de sacerdotes. Cuando muchos e importantes clérigos españoles siguen convencidos de que el modo correcto de resolver estos graves delitos es mediante la confesión y en la oscuridad del confesionario, se entiende que no sea necesario contar con la aportación de las víctimas.

La Comisión que preparará los protocolos y documentación que Ricardo Blázquez presentará en el Vaticano, tendrá, en primera instancia, un cariz fundamentalmente jurídico. Estará compuesta por juristas de la Junta Episcopal de Asuntos Jurídicos; del Servicio Jurídico Civil; del Tribunal de la Rota de la Nunciatura Apostólica; del Servicio Jurídico de CONFER; y de la Vicesecretaría para Asuntos Generales.

Web de la Conferencia Episcopal

Parece ser que tampoco se cuenta esta vez con psicólogos y psiquiatras expertos en abordaje del trauma de los abusos y sus derivados como el trastorno de estrés postraumático. Prescindir de estos profesionales a la hora de elaborar materiales de referencia para que los protocolos sean efectivos, es como prescindir de nutricionistas en la elaboración de un menú para perder peso. Un sin sentido total y absoluto.

La explicación de todo esto, en un tiempo en el cual muchos escritores cristianos hablan de la existencia de un cierto lobby gay sacerdotal y episcopal, parece reafirmar que a día de hoy donde el progreso y las interdisciplinariedad se imponen, el clericalismo que durante años hemos vivido en España quiere persistir. El papel de los laicos aún no está muy afinado, pues sino no se entendería que tras los escándalos económicos que se han producido en el Vaticano y en diferentes países, no se contrate a una gestoría profesional que se haga cargos de los medios materiales y se viva una ejemplaridad de transparencia en cuanto a bienes materiales de la Iglesia Católica. Pensar que todo el que no hable a favor de la Iglesia es un hereje o no ama suficientemente a la Esposa de Cristo, es desconocer la realidad de la familia, donde existiendo mucho amor entre sus miembros, los problemas se resuelven, también judicialmente cuando componen delitos y delitos graves, al igual que se acuden a profesionales externos para sanar problemas de salud de los miembros de la familia.

La defensa inconsistente que algunos clérigos tratan de hacer, pensando que no se debe acudir a los tribunales civiles o a los medios de comunicación y aludiendo para ello que "los problemas de la familia se resuelven en la familia" o "los trapos sucios se lavan en casa", ya no tiene alcance a estas alturas del siglo XXI. Cuando un padre, un tío o un abuelo abusa de un menor en el seno de la familia, debe ser puesto en conocimiento de las autoridades civiles cuanto antes, y no tratar de resolverlo en el hogar familiar. Por protección al menor en primer lugar y por un deber de justicia innato a la condición humana. La justicia civil entonces, impondrá sus penas, y en el seno de la familia, se castigará de forma ejemplar por el daño causado al núcleo familiar y a la víctima en cuestión.

¿Qué pedimos los católicos a la sociedad? Que se nos respete en nuestra libertad para creer, celebrar y elegir nuestra educación en principio y valores. ¿Qué aportamos como valor diferencial a la sociedad? Nuestras obras de caridad, nuestros colegios, hospitales, comedores sociales, fundaciones y ONG'S. Todo eso ya es bien sabido, y casi como una monserga, aparece de forma repetitiva en las declaraciones para marcar la X en favor de la Iglesia en la declaración de la renta, pero, ¿nuestra ejemplaridad para abordar un tema tan delicado como los abusos sexuales a menores? ¿nuestro avance para hablar de feminismo y empoderamiento de la mujer tras años de represión? ¿nuestra implicación en la lucha contra un capitalismo salvaje que destruye la esencia del hombre e impone un liberalismo económico que no entiende de hombres sino de números y rentabilidad? No. Ante esto no tenemos palabras ni somos ejemplares. De este modo, pudiera parecer que pedimos a la sociedad que respete y se sienta atraída por un estilo, una formas y un dogmatismo clerical que encajan más en el nacional catolicismo, tan añorado por muchos, que en la etapa de avance, progreso y descubrimiento que nos toca vivir.

¿Le pediríamos a alguien que viviera ahora alumbrado por las luz de las velas? Resulta ridículo, ¿verdad? La corriente eléctrica ya llega a casi todas las partes del planeta tierra y el acceso a la misma, esta facilitado y normalizado.

No llevar la bandera de la ejemplaridad en la lucha contra los abusos sexuales en 2018 es tan decadente como vivir a día de hoy alumbrado por velas sin saber que existe la red eléctrica y las bombillas. Por desgracia, así vivimos este tema en la Iglesia Católica. El representante de la Santa Sede ante la ONU, el arzobispo Silvano Tomasi, informó en 2009, en una declaración ante el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, que según las estadísticas internas del Vaticano entre el 1,5 y el 5% del clero católico estaba involucrado en casos de abusos sexuales a menores. En 2018, considerando los nuevos casos destapados y aquellos que se ocultaron durante años, el porcentaje asciende al 8%.

El caso de abusos sexuales de Granada, donde 9 sacerdotes y dos laicos estaban implicados en forma de red organizada, y donde declararon como víctimas 4 jóvenes, ha sido la baza principal de la Santa Sede y de la Conferencia Episcopal Española para transmitir que dichas denuncias no siempre son ciertas. La realidad del asunto es una manipulación total y efectiva por parte de la Santa Sede y de la Conferencia Episcopal Española.

La falta de pruebas para condenar al principal sacerdote imputado no es sinónimo de la falta de verdad en la denuncia. Verdad que fue confirmada, como en el caso Gaztelueta, por equipos de la policía judicial expertos en análisis de testimonio, que otorgan a las víctimas un testimonio verosímil y coherente y en los curas agresores un testimonio deshonesto cuando declaran en sede judicial.

A día de hoy, en el caso de Granada, donde los sacerdotes por imperativo del Código de Derecho Canónico deberían ser juzgados y reducidos al estado laical, se dedican a seguir manteniendo contacto con menores y personas con discapacidad intelectual en diferentes centros y parroquias de la provincia granadina.

En el caso de Astorga, durante un año se ha retirado al sacerdote violador a un monasterio y se la impedido que celebre Misa en público.

En el caso Gaztelueta, el colegio ha creado una página web, sesgada y plagada de datos que tratan de desprestigiar a la víctima y su familia, para realzar la figura y el buen nombre del profesor que presuntamente cometió los abusos sexuales sobre la joven víctima.

Con todo esto, ¿Qué se consigue?

-Que las víctimas permanezcan en silencio y no se atrevan jamás a denunciar los abusos sufridos a manos de sacerdotes católicos.

-Qué la Iglesia Católica en España, sigue apareciendo como una institución opaca, retrógrada, que tiene su propio foro interno donde defiende a sus sacerdotes aunque sepa que han cometido delitos como los abusos a menores.

-Que se intente dar una imagen de progreso y avance por parte de la Iglesia Católica, creando nuevos protocolos de actuación ante la pederastia en el seno de la Iglesia, donde, como meros sepulcros blanqueados, se planteen iniciativas superficiales y de cara a la galería, sin escuchar a las víctimas y sin buscar referencias científicas de las heridas emocionales que suponen los abusos sexuales para los menores y su entorno. 

-Un descrédito monumental ante la sociedad, que conocedora de la realidad de los abusos a menores por parte del clero, observa la falacia de la creación de unos protocolos que no se basan en la evidencia y la prevención, sino en el "apagar fuegos", aumentando de este modo y confirmando, que la Iglesia Católica sigue anclada en siglos pasados y desconoce la realidad del avance, la prevención y el progreso también en materias de abusos.

-Que las víctimas de abusos sexuales por parte del clero, al menos en España, se sientan abandonadas, ridiculizadas y revictimizadas, por ver como sus denuncias han tratado de ocultarse reiteradas veces, dejándolas en cajones secretos y sin recibir ni la información, ni el apoyo, ni la justicia necesaria por parte de la Iglesia, y todo ello, con un olor a naftalina de aquellos que proponen "nuevos protocolos" haciendo lo mismo de siempre y poniendo al frente a los mismos de siempre.

Hay empresas que cuando observan los fracasos en productividad y rendimiento, se replantean estrategias y renacen con más fuerza. Otras, aunque observen el fracaso "quieren morir matando" porque se sienten más seguras sin cambiar, y alargan su agonía hasta destrozar los pilares básicos sobre los que se fundó la empresa… Por suerte, parece que en la barca de Pedro hay muchas voces sensatas que ya observan los fracasos y empiezan a cambiar, el problema, es que los que llevan el timón, no se den cuenta y estrellen esta barca contra el espigón de la soberbia y las rocas de la prepotencia. "La Iglesia no se destruirá jamás, ni con todas las batallas, ni con todos los ataques que pueda sufrir" repiten algunos para aliviar el malestar de conciencia ante su inmovilidad, pero ¿Qué es la Iglesia sin las personas? Muros de piedra, que al final, acaban derrumbándose por la erosión.