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El documental que desmonta la "tolerancia cero" del Papa Francisco con los curas
pederastas españoles
Examen de conciencia crea un relato común entre los
casos más conocidos de pederastia de nuestro país a través de duros
testimonios y entrevistas con algunos de los agresores
"Son los que más violadores de niños tienen
empleados, su reputación está hecha jirones en todo el mundo. Y el Papa
Francisco es parte del problema"
Mónica Zas Marcos
05/02/2019

Examen de conciencia, de Netflix
"Me llega a pillar hace unos años en la calle, y yo
estaría en la cárcel y usted, perdone que se lo diga, estaría muerto". Es la
primera vez que Emiliano Álvarez se enfrenta a su presunto depredador sexual
y exprofesor del seminario de La Bañeza (León), 40 años después del infierno
que le hizo vivir en aquel internado.
Le muestra en su piel las marcas de las secuelas, que
se cuentan por los orificios que dejó la heroína, las cicatrices de los tres
intentos de suicidio y su color amarillento por la hepatitis B. Frente a
él, el padre José Manuel Ramos hace un aspaviento como quien escucha las
atrocidades de un tercero en las noticias. Como si él no hubiera forzado
cada noche entre 1976 y 1978 a este hombre, por entonces niño, y a muchos de
sus compañeros.
Exigir un perdón y ponerle la cara colorada durante
dos minutos a su abusador es el mayor acto de justicia que ha conseguido
Emiliano. Hacerlo frente a las cámaras del director Albert Solé, es su
ofrenda a otros que aún no se han atrevido a denunciar los crímenes sexuales
que la Iglesia católica sigue barriendo debajo de la alfombra.
Quizá el documental Examen
de conciencia (Netflix) aporte poca
información nueva respecto a los casos que ya se conocen por la prensa, pero
su virtud es otra. Crea un relato común partiendo de casos particulares, con
agresores de todo tipo y víctimas concretas. Porque tan malo es centrar un
problema estructural en ciertas personas, como crear una masa homogénea de
violadores y abusados que se disimula bajo una bruma de generalidad.
La víctima que funciona como hilo conductor es Miguel
Hurtado, único nombre que no había aparecido hasta ahora en los
periódicos. "Era muy creyente, incluso pensé en entrar al sacerdocio. Cuando
fui abusado, mi mundo se desmoronó, mi sistema de creencias colapsó y me
quedé sin referentes", explica el psicólogo infantil y activista en el
filme. Su meta: encontrar el valor para sacar a la luz el nombre del cura
que le violó hace
veinte años en la abadía de Montserrat.
Hurtado se reúne con el periodista de El Periódico
que desveló el caso del colegio de los Maristas de Barcelona, saldado con 43
denuncias policiales contra 12 curas pero sin pronunciamiento oficial por la
Santa Sede, para elevar las responsabilidades. Era la prioridad del director
Albert Solé al realizar este Spotlight español:
que el mensaje tranquilizador del Papa Francisco se demuestre como el cambio
"cosmético" que es realmente y que están colando desde el Vaticano.
"El Papa Francisco hizo algo bueno, que fue reconocer
que hay un problema. Pero él forma parte del problema", dice Pete Saunders,
víctima y activista que trabajó en la comisión que creó el obispo de Roma en
2014 para investigar los casos de pederastia en la Iglesia. "Cuando empecé a
hacer preguntas que no tenían respuesta, se dieron cuenta de que yo era
problemático", dice el británico, que fue apartado inmediatamente de lo que
él describe como meros "actos de relaciones públicas".
La "tolerancia cero" que ha abanderado el último
Papa, y cuyo mantra han comprado muchos católicos, ha resultado no ser más
que una estrategia de marketing. "Son los que más violadores de niños tienen
empleados, su reputación está hecha jirones en todo el mundo", opina
Saunders. Sin ir más lejos, no fue hasta finales del año pasado cuando el
Papa Franciso apartó de su círculo a dos cardenales involucrados en
casos de abusos sexuales.
"Pon una peli porno, y eso hacía"
Las víctimas de pederastia tardan una media de 21
años en reconocer el trauma. Con la legislación española, la práctica
totalidad de los delitos han quedado impunes. Una clara diferencia en el
trato a la víctima que se adivina comparando los datos con otros países como
Alemania. Mientras que allí la edad para denunciar prescribe a los 35 años
para los delitos leves y a los 50 para los graves, aquí es de 23 y 38 años
respectivamente.
Al amparo de esto, Examen
de conciencia consigue poner rostro a tres agresores que reaccionan
siguiendo un mismo patrón: el de la memoria selectiva. Arnaldo Farré, el
mayor depredador de los maristas, lo hace siendo grabado por una de sus
víctimas, J. (que durante el documental prefiere mantener su anonimato).
"Hacía cualquier cosa que te pudieras imaginar. Pon
una peli porno, y eso hacía", desde "felaciones, masturbaciones, correrse
encima… y en las colonias ya ni te digo. Conmigo en una casa del pantano
hizo lo que quiso, era un puto oso. Recuerdo su sudor constante cayendo
encima de mí", dice en su testimonio. Farré, además, tenía la confianza
absoluta de las familias de sus víctimas, pues a ojos de los padres era el
cura moderno y proactivo que organizaba las actividades para los niños.
"¿Qué sentías cuando me llenabas de esperma?", le
pregunta J. al sacerdote muchos años después grabándole en su casa con un
boli espía. "Aquí también me traías", le dice, ante lo que el religioso solo
responde que "no, no, nada, no lo sé. Era como si lo hiciéramos de crío a
crío". Un blindaje similar al que demuestra José Manuel Ramos frente a
Emiliano. "Han pasado muchos años", y parecen ser suficientes para expiar
las conciencias de los agresores, pero no así la memoria de sus víctimas.
"Sinceramente, nunca me he considerado pederasta. Me
he considerado una persona que tiene una debilidad en algunos momentos. He
adquirido este comportamiento. El ser es una cosa y el actuar es otra. Yo actuaba como
un pederasta", admite con una frialdad insólita Joaquín Benítez,cura
que todavía hoy se encuentra en libertad pese a haber reconocido que
abusó de niños durante décadas mientras otros maristas le imitaban y
encubrían.
Benítez ya protagoniza su propio documental enShootball,
pero en esta ocasión es solo uno de los numerosos ejemplos del adulto que
impone su ley del silencio a los menores bajo el paraguas de la opaca
Iglesia católica. No existe un registro en la Conferencia Episcopal sobre
los casos ni el número de pederastas "más allá de lo que se recoge de los
medios", admite su portavoz en el documental.
Un poco más adelante, reconoce que el porcentaje de
sacerdotes abusadores en España puede ser del 7%, el mismo que en EEUU,
Irlanda o Australia. Quizá más. Siendo así, estaríamos hablando como mínimo
de 1.200 curas acostumbrados a forzar y vejar sexualmente a menores.
"Espero que a partir de ahora los que duerman mal por
la noche y tengan miedo sean los depredadores sexuales que debajo de una
sotana han arruinado la vida a tantos niños", pide Miguel Hurtado, que
termina revelando el rostro de su agresor al final deExamen
de conciencia. Él ha hecho el esfuerzo, pero la bola, además de en el
tejado del Vaticano, está sobre la Moncloa, que
necesita encontrar una solución que garantice justicia para las víctimas
en lugar de perpetuar la impunidad de los pederastas.
Examen de conciencia, de Netflix
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