«Se me fue la cabeza». Eso repitió en varias
ocasiones el fraile franciscano Jose
Quintela Arias, de 57 años, que atendía
el santuario de O Cebreiro, y que desde primeras
horas de la tarde de ayer está en prisión
acusado de abusos sexuales y prostitución. El
acusado reconoce que
mantuvo varias relaciones sexuales con una joven
de 17 años, «pero siempre fueron
consentidas», según insistió en su larga
declaración en el Juzgado de Instrucción de
Becerreá.
El fiscal cree que también es autor de un delito
de prostitución por entender que pagó a la menor
por esas relaciones sexuales. Sin embargo, el
fraile admitió que dio dinero a la
muchacha, pero no para tener sexo con él,
sino para ayudarla a ella y a algún miembro de su
familia.
Los agentes de la Guardia Civil que investigan el
caso también consideraban que el fraile pudo haber
sido autor de un delito de apropiación indebida y
que el dinero que daba a la joven
proviniese de los cepillos del santuario
de O Cebreiro, donde se recauda tanto dinero que
hay épocas en las que acude a recogerlo un furgón
blindado. Pero esa imputación solo se producirá si
se concreten las investigaciones.
La Guardia Civil intervino al sospechar que el
fraile podría mantener relaciones sexuales en
contra de la voluntad de algunas personas que, en
un caso no alcanzarían la mayoría de edad. Todo
comenzó cuando una vecina se enteró casualmente de
una proposición que supuestamente Quintela le
hacía a través de WhatsApp a una joven de 15 años.
La vecina que estaba al lado de la muchacha
identificó al remitente del mensaje y, alarmada,
le arrebató el móvil a la menor y siguió ella la
conversación con el fraile. Ahí comenzó la
preocupación de los padres de la zona.
En la investigación, los agentes descubrieron que
el fraile supuestamente mantenía relaciones con
una muchacha, que ahora tiene 17 años. Él no lo
negó. Y tenía difícil hacerlo porque los
agentes hallaron fotos de contenido sexual
de los dos. Los investigadores revisaron
el iPad del fraile, pero supuestamente había
borrado fotos que podrían ser comprometidas. Pero
se olvidó de las del teléfono móvil.
Las supuestas relaciones sexuales las mantuvo
incluso en la sacristía del santuario, según
consta en el atestado. Y habría usado también una
casa que tiene en San Xoán do Río, en Trives (Ourense).
Los investigadores, que localizaron su nombre en
los registros de pensiones ourensanas, reflejan
que el fraile le pidió en una ocasión a la joven
que fuese con él a Trives a ayudarle a limpiar la
casa. Esa noche durmieron juntos.
La
investigación también se centró en un
discapacitado de 20 años de edad, familiar de la
joven. No se descarta que al menos en una ocasión
hubiese quedado con el fraile y la chica para
participar en un encuentro. El joven aseguró que
sí había participado, pero ofreció versiones
contradictorias.
«Los
peregrinos suelen llorar y a veces me contagian»
La noticia
de la detención del fraile y su encarcelamiento
causó un gran revuelo en la zona de Pedrafita en
la que el padre José es muy conocido.
En un reportaje de La Voz en el 2011 sobre O
Cebreiro, el fraile Quintela afirmaba: «Los
peregrinos suelen llorar mucho, y a veces me
contagian y también lo hago yo». El
próximo octubre cumpliría cinco años en O
Cebreiro, donde era considerado solidario y
colaborador con los vecinos.
Profesó su voto en la congregación franciscana
hace unos 38 años. Nació en la provincia de
Ourense, pero comenzó sus estudios en Los
Escolapios de Monforte. Luego se fue a Salamanca
para hacer delineación. En un curso de teatro
conoció la vida de San Francisco de Asís y quedó
enganchado. De hecho, al poco tiempo fue a un
retiro a los franciscanos de Ponteareas, donde
guardan un buen recuerdo de él. Como fraile estuvo
ocho años en Santiago, nueve en Marruecos y otros
tantos en Ourense. En octubre del 2010 lo
destinaron a O Cebreiro donde había otros dos
monjes. Al jubilarse el párroco, el Obispado
encargó a los franciscanos el cuidado del
santuario y de otras doce parroquias.
El Obispado aparta al religioso, y la congregación
dice que incurrió en una «grave ofensa»
El Obispado de Lugo anunció ayer que «prohíbe de
manera cautelar» la presencia de «un hermano
franciscano de la comunidad de O Cebreiro» en las
parroquias de dicha unidad pastoral, «así como
cualquier otro tipo de colaboración pastoral en el
territorio diocesano». Cuando esta información fue
distribuida los responsables de la diócesis
lucenses no sabían aún cuál iba a ser la decisión
del juez de Becerreá. El Obispado recordó que el
fraile no es sacerdote ni tiene encomendados
oficios eclesiásticos, aunque era la cabeza
visible del santuario de O Cebreiro. La comunidad
a la que pertenece mostró su «hondo pesar por la
grave situación y el más profundo rechazo hacia
los presuntos delitos que han sido objeto de
denuncia; pesar y rechazo que son, si cabe, más
intensos por la condición religiosa del imputado,
que añade a la grave ofensa a las víctimas, la
ofensa a Dios y a sus hermanos de fraternidad».
José Quintela, que fue detenido el lunes, dijo que
estaba «profundamente arrepentido»
de lo que había hecho: «No sé lo que estaba
haciendo». Reconoció que había entregado
cantidades de dinero a la muchacha, pero dijo que
era para ayudarla a ella y a su familia. En una
ocasión le dio 200 euros para que comprase unas
gafas a su hermano y también le pagó por unas
limpiezas en un cementerio. Al parecer, en algún
momento de la investigación la joven llegó a
manifestar que recibió en ocasiones entre 200 y
300 euros, coincidiendo con encuentros con el
religioso que, supuestamente, le daría dichas
cantidades antes y después de quedar. El religioso
lo negó. En las fotos que le incautaron hay
algunas en las que supuestamente aparece con
billetes de euro.