En 1999 el Gobierno de
Irlanda impulsó una investigación sobre el abuso infantil en
instituciones para niños, en su gran mayoría de órdenes religiosas, que
diez años después concluyó que los abusos sexuales eran “endémicos” en
estas instituciones, tras sacar a la luz miles de casos de pederastia.
El Informe CICA (Comisión para la investigación del abuso infantil, por
sus siglas en inglés) reveló que la Iglesia católica irlandesa era
conocedora del abuso al que eran sometidos algunos de los 35.000 niños y
niñas que entre la década de los cincuenta y los ochenta residían en
centros de sus instituciones. Las entrevistas recogidas en el informe
sacaron a la luz las prácticas pederastas, así como maltrato físico y
emocional por parte de religiosos que la Iglesia encubrió para proteger
a sus miembros.
El encargado de
liderar esta comisión para investigar el abuso infantil en Irlanda,
pionera en el mundo y que
ha servido como modelo para otras que se están iniciando en otros países
como España, fue el juez Sean Ryan (Dubín, 1948), que
posteriormente, en 2014, fue designado por el Gobierno como presidente
del Tribunal de Apelaciones irlandés, cargo que desempeñó hasta 2018. El
exjuez se muestra en contra de que este tipo de delitos prescriban y
asegura que la compensación a las víctimas “nunca será suficiente”, ya
que los abusos sexuales dejan “cicatrices para toda la vida”. Además,
afea a la Iglesia católica que durante décadas haya “acallado” estos
delitos trasladando a los agresores a otras diócesis en las que
siguieron cometiendo abusos.
Ryan se encuentra
estos días en Pamplona para participar este miércoles en la segunda
jornada de
'Foru - Ciclo Internacional de Justicia, Derechos Humanos y Democracia',
organizado por el Departamento de Políticas Migratorias y Justicia del
Gobierno de Navarra. Junto con el teólogo español vinculado a la
Teología de la Liberación Juan José Tamayo y la educadora Paula Merelo,
autora del libro 'Adultos vulnerados en la Iglesia', analizará los
abusos sexuales en el seno de la Iglesia católica.
¿Cree en la
Iglesia habiendo visto lo que ha visto?
Creo que la Iglesia
católica es una institución demasiado grande como para hacer un juicio
sobre ella. Hay partes de la Iglesia católica de las que me fiaría. Hay
otras de las que tendría dudas. He dedicado mi vida a la ley. Tengo un
trabajo que hacer: el trabajo consiste en llevar a cabo una
investigación, analizar las pruebas, ojear los documentos, mirar a la
gente y llegar a una conclusión. Tiendo a adoptar una postura un poco
desapasionada, imparcial. En ese sentido, veo la Iglesia católica como
miraría a cualquier otra gran organización. Se podría preguntar también,
por ejemplo, si alguien se fía de Irlanda, de España, de Reino Unido.
Con algunas partes, no hay ningún problema; con otras lo hay. Es difícil
responder a esa pregunta con una sola afirmación.
¿Considera que
el celibato es un factor de riesgo de que se cometan abusos sexuales?
Muchas personas han
tildado el celibato de problema. ¿Fomenta los abusos sexuales? No, no
creo que lo haga, pero sí creo que crea problemas. La sexualidad acarrea
sus problemas, y la gente tiene que lidiar con la sexualidad y sus
problemas. Pero el mecanismo, la psicología, lo que hace que alguien
abuse de un niño no creo que tenga que ver con que sea célibe. Pero no
hay duda de que el celibato genera problemas.
¿Qué clase de
problemas?
Genera una presión
para las personas que son célibes. ¿Aceptan su sexualidad? ¿No la
aceptan? ¿Es posible reprimirla? No soy experto en este ámbito, de modo
que me aproximo al asunto desde el punto de vista de alguien externo, no
de un psicólogo ni de un experto. No puedo enumerar los problemas
específicos que genera, pero hay expertos y miembros del clero célibe
que han descrito ciertas dificultades relacionadas con el intento de
reprimir la sexualidad o con la imposibilidad de aceptarla. Por tanto,
considero que es un problema, y hay sacerdotes y célibes que han hablado
y escrito sobre ello y han llegado a describirlo.
Ni los
anglicanos ni los protestantes viven en celibato. ¿Supone eso alguna
diferencia en lo que tiene que ver con los abusos sexuales?
Hay casos de abusos
sexuales cometidos por gente que no es célibe, gente que está casada,
gente que no pertenece a la Iglesia católica, gente que no pertenece a
ninguna iglesia. No puedo decir que haya una conexión entre el celibato
y los abusos sexuales. Puede que la haya, pero no, no creo que se haya
establecido esa conexión.
A tenor de lo
que ha vivido con las víctimas, ¿cree que dejan de creer después de ser
víctimas de abusos sexuales?
Sí. Hay quienes se
quejan y sienten la angustia de haber perdido la fe por las cosas que
les han pasado, por haber sido víctimas de abusos. No tienen por qué ser
siempre abusos sexuales, sino que también pueden ser maltrato físico,
abandono, maltrato emocional… Pero sí es algo de lo que se quejan
algunas víctimas.
¿Cree posible
que en el futuro salgan a la luz escándalos similares en otras
comunidades, como, por ejemplo, la islámica?
Son especulaciones,
pero creo que son situaciones concretas las que pueden dar lugar a la
tentación, a la distorsión, al abuso. No veo razón para pensar que con
otras religiones o situaciones haya de ser diferente. Si se dan las
condiciones, si se da la oportunidad concreta para el abuso, si no hay
la supervisión adecuada, si la gente no tiene la posibilidad de
quejarse, si no hay inspecciones… Dicho de otra manera, no hay razón
para pensar que, si se dan esas condiciones, haya de ser diferente. Eso
no significa que vayamos a encontrarnos con una serie de problemas en la
comunidad islámica.
En España, hay
quienes abogan por una reforma legal que evite que este tipo de delitos
prescriba con el tiempo. ¿Comparte esa opinión?
La comparto. Creo que
es parte de una pregunta mucho más amplia acerca de los delitos. En
Irlanda ya extendimos el periodo de tiempo del que dispone la gente para
presentar denuncias y hacer demandas. En Irlanda los delitos no
prescriben. Pero es obvio que cuanto más tiempo haya transcurrido desde
el delito, más difícil va a ser investigarlo, más difícil va a ser
demostrarlo. Surgen muchas dificultades. Hay argumentos para defender
una postura y la opuesta, a favor y en contra de que prescriban. Pero
las circunstancias transforman los casos. Y, sin duda, hay casos en los
que las víctimas se ven sometidas a una revictimización cuando se les
deniega el acceso a la justicia. Hay quienes estaban tan afectados por
lo ocurrido que, por una u otra razón, no pudieron revelar su caso en el
momento. Básicamente, estoy en contra de que los delitos prescriban.
¿Es más
difícil sacar adelante un caso cuando los victimarios son ya mayores?
Siempre es más
difícil. Cuanto más tiempo haya transcurrido desde que sucedió, más
difícil se vuelve. Y no importa qué clase de caso sea: asesinato, robo…
Los recuerdos se desvanecen. Y, además, la memoria se desvanece. No soy
experto en este ámbito, pero sé ciertas cosas por mi experiencia. La
memoria no funciona como una cinta de vídeo. Cuando una persona se ve
sometida a una experiencia traumática, que genera una reacción
emocional, hay ciertos aspectos que sobresalen y otros que no. Así, por
ejemplo, sucede en ocasiones que hay quien recuerda que estaba
conduciendo una furgoneta cuando en realidad iba en un coche. Desde el
punto de vista de la defensa, es una incongruencia muy relevante, porque
sirve para invalidar los recuerdos que tenga esa persona. Estos
episodios son más frecuentes cuando ha transcurrido más tiempo desde los
hechos. Y lo hace todo más difícil. En ocasiones, además, puede resultar
muy perturbador para la víctima.
¿Hay dinero
suficiente para compensar a un niño al que se le ha despojado de su
infancia con abusos?
Muchos de estos
delitos dejan en las víctimas cicatrices para toda la vida. La
compensación nunca va a ser suficiente. No se puede conseguir eso con
dinero. Pero sí es cierto que el dinero es lo único de lo que se puede
valer la sociedad para compensar, para intentar hacer un desagravio. El
dinero sirve para confirmar de manera práctica la injusticia. Pero no,
el dinero no es suficiente para compensar a una víctima.
Cuando alguien queda
paralítico por un accidente causado por una negligencia, el dinero no le
va a devolver lo que tenía: su vida ya ha cambiado. Pero el dinero sí
puede marcar la diferencia, porque ayuda a la víctima a sortear algunas
de las dificultades prácticas con las que se va a topar. En casos de
abusos sexuales y maltrato físico y emocional, sirve para reflejar el
reconocimiento. El dinero sirve para reflejar el reconocimiento de lo
ocurrido por parte de la sociedad.
Las disculpas
escritas por abogados suelen ser así: 'Si alguien fue víctima de
abusos en nuestra institución, lo sentimos profundamente'. Es
condicional, está diseñada para parecer una disculpa y sonar
como una disculpa, pero no es una disculpa
El Papa pidió
perdón. ¿Es suficiente o debería ir más allá?
En nuestro informe
hemos analizado las disculpas en profundidad. La disculpa llega de
formas muy diferentes. Las escritas por los abogados, por ejemplo,
suelen ser así: “Si alguien fue víctima de abusos en nuestra
institución, lo sentimos profundamente”. La palabras más importante de
todas esas es el ‘si’. Es completamente condicional. Esa aseveración
está diseñada para parecer una disculpa y sonar como una disculpa, pero
no es una disculpa. ¿Qué es una verdadera disculpa? “Lo siento. He
obrado mal. Sé que he hecho las cosas mal contigo. Lo siento. Admito que
ha sucedido. Soy responsable de lo que ocurrió”. Eso ya se parece más a
una disculpa. “Lo admitimos. Hicimos cosas que no están bien. Aceptamos
que algunos miembros de la institución cometieron abusos terribles.
Pedimos disculpas. Y nos comprometemos a recopilar todos los registros
que tengamos para demostrar que estas cosas efectivamente sucedieron y
para ayudarte a entender cómo lo hicieron”. Eso sería una disculpa, y
todo lo que se aleje de esos parámetros, no.
En más de una ocasión
he puesto este ejemplo para ilustrarlo. “Si he afrentado a alguien en
Kazajistán, lo lamento profundamente y pido disculpas”. Y no, no he
estado nunca en Kazjistán, pero… No tiene sentido. Y yo soy jurista y no
quiero criticar a mis compañeros de profesión, no estoy criticando lo
que soy, pero no es ese su trabajo. Estas fórmulas están diseñadas para
que no tengan ningún efecto, mientras que pedir perdón es algo mucho más
importante.
En Estados Unidos ya
se ha planteado una pregunta muy importante: si algo va mal en una
operación quirúrgica, ¿deberían los cirujanos explicarlo y disculparse?
Algunos estados consideran que una disculpa no tiene consecuencias
legales, no se puede usar en un juicio. Hay un artículo muy interesante
sobre este asunto, ‘My Lawyer Told Me To Say Sorry’ —‘El abogado me dijo
que pidiera perdón’, que se puede leer en inglés en
este enlace—, que ya dice prácticamente todo con el título. ¿Quién
va a aceptar una disculpa de ese estilo? Yo soy más de, si has hecho
algo mal, lo afrontas y te disculpas. Y no digo que sea sencillo.
Ha estudiado
en profundidad casos irlandeses. ¿Cree que los de otros países con
tradiciones católicas similares, como España, son diferentes?
Lo dudo. ¿Qué sé de
otros casos? Bueno, he leído sobre otros casos. Estoy al tanto de la
gran investigación de Australia, de la gran investigación del Reino
Unido, de la gran investigación de Irlanda del Norte. Participé en un
congreso en Alemania sobre la investigación que habían puesto en marcha.
Es prácticamente lo mismo ocurra donde ocurra, aunque sí existen unos
matices y unas circunstancias particulares. En Canadá, por ejemplo, los
casos están ligados a las escuelas indígenas. Allí se denuncia el robo
del patrimonio y de la identidad. Ese es un caso particular. En
República Democrática Alemana, en vez de religioso, los abusos los
cometieron las personas que estaban a cargo de los jóvenes internados en
los centros de detención.
Si hay un
patrón de denuncias, hay que investigarlo. Hay que investigar
cada una de las denuncias que haya de abusos sexuales sufridos
por niños
En España, la
Iglesia defiende que los abusos los cometen las personas, no las
instituciones, y sostiene que también se producen abusos en el seno de
la familia. ¿Cree que es cierto?
No sé si es cierto. Sé
que hay quienes cometen abusos en la familia. Los niños sufren abusos en
todo tipo de situaciones. Pero volvamos a las organizaciones. Sí, las
personas cometen delitos, no hay duda de eso, pero luego hay otros
individuos que pasan por alto esos delitos, que los acallan o impiden
que salgan a la luz. En el caso que nos ocupa, también se traslada a los
agresores de un sitio a otro. Es un clásico: un sacerdote al que
trasladan de una diócesis a otra y comete abusos en un sitio y en el
otro. Hay que fijarse, por tanto, en la organización, en la supervisión,
en la cultura que dicta que es mejor ocultar la información antes que
destapar un escándalo que socavará la confianza en la Iglesia.
Por tanto, no
tiene tanto que ver con el delito sino con lo que se hace una vez se
tiene constancia de que se ha cometido un delito.
Tiene que ver con
ambas cosas. Obviamente, se ha de reprobar a la persona que comete los
abusos, porque ha abusado de un niño. Pero la responsabilidad no se
acaba ahí. Se ha de mirar a la organización, sí, pero también al
ecosistema en el que se desenvuelven estos actores. Hemos lidiado, por
ejemplo, con las ‘industrial schools’ —unos centros en los que se
internaba a hijos de familias vulnerables, así como a huérfanos y
abandonados—, en las que entraban con unos 10 años y estaban hasta los
16. Estaban bajo la supervisión de personas sin ninguna clase de
formación. La oportunidad para cometer abusos estaba ahí. Y había muy
poca conciencia de la necesidad de supervisar a esas personas. Luego,
cuando salieron los casos a la luz, los directores encontraron la manera
de no prestarles atención o desviarla trasladando a quienes habían
cometido los delitos a otro lugar. Así que los culpables son los
individuos, pero también esas estructuras y esos sistemas. Se pueden
encontrar culpables en muchas instancias.
¿Ha cooperado
la Iglesia lo suficiente a la hora de esclarecer los casos?
No lo sé. Yo sé hasta
donde he investigado. Creo que se ha de fomentar una cultura de
concienciación. Da igual cuál sea la religión, da igual si es en clubes
deportivos, en un equipo de natación, de fútbol o de lo que sea; lo
importante es ser consciente de que puede haber casos de abuso. Debe
haber también una cultura de la denuncia. Así que, sea cual sea el
grupo, si no hay suficiente control y quienes lo integran piensan que la
reputación de la institución es más importante que sacar a la luz lo que
ha sucedido y aceptarlo, hay ahí un caldo de cultivo para que haya
problemas.
Usted dirigió
una comisión que llegó a la conclusión de que los abusos sexuales eran
endémicos en algunas instancias de la Iglesia católica irlandesa. ¿Cree
que esa conclusión es extrapolable a todo el mundo católico?
Concluimos que era
endémico en las instituciones que investigamos; esto es, en las
‘industrial schools’ y en los centros reformatorios. Y concluimos que
era endémico, porque era constante y la gente era consciente de que
existía. Y las víctimas denunciaron los abusos y nos los describieron.
¿Cree que se
habría de llevar a cabo una investigación similar en todos los países
con tradición católica?
No diría que hay que
investigar por el mero hecho de que sea una organización o institución
católica. No creo que se pueda decir eso con ningún fundamento. Lo que
sí defiendo es que si hay un patrón de denuncias, hay que investigarlo.
Hay que investigar cada una de las denuncias que haya de abusos sexuales
sufridos por niños. En el plano individual, considero que concierne a la
Policía. En un plano institucional, ya tiene que ver con la
organización, con la supervisión, con la regulación. Ahí ya hay varios
hilos de los que tirar. Pero no por el mero hecho de que sea la Iglesia
católica.