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El papa Francisco, acorralado por los escándalos de abuso sexual
tras la condena al número tres del Vaticano
El Papa habla de "remordimiento" y "nunca más", pero
la cultura clerical se resiste al cambio y ejerce de gran obstáculo
La caída de Pell llega sólo días después de que el
Papa apartara a otra figura de alto perfil por abuso sexual a menores. El
pontífice fue acusado de no investigar ni tomar medidas hasta que un hombre
habló públicamente de los abusos
Harriet Sherwood
27/02/2019

El papa Francisco durante la audiencia semanal
general del pasado miércoles en el Vaticano.
El papa Francisco probablemente esperaba que la
cumbre sin precedentes que se realizó la semana pasada en Roma con obispos y
figuras de la Iglesia marcara un punto de inflexión en su papado respecto a
la cuestión de los abusos sexuales. El mundo vería que el Vaticano
finalmente se hacía cargo de un tema que ha causado mucho daño a la Iglesia
en los últimos 20 años.
Esas esperanzas han sufrido un golpe devastador con
la noticia de que el cardenal George
Pell, que hasta hace poco era el número tres del Vaticano, se
enfrenta a una pena de prisión por el abuso sexual de dos menores en los
años noventa.
La condena penal al cardenal australiano impactará en
la Iglesia a nivel mundial. La noticia lleva estas "abominaciones" contra
los niños –en palabras del propio Francisco– directamente al corazón del
Vaticano, donde hasta diciembre el cardenal caído en desgracia era un
influyente miembro del C9, el círculo íntimo de consejeros pontificios.
Es probable que este tema aumente aún más la
hemorragia de parroquianos desilusionados que abandonan las iglesias
católicas en Occidente. A la vez, envía el potente mensaje a la élite
eclesiástica de que nadie es tan importante ni poderoso como para quedar
impune. Más de uno estará temblando de miedo bajo la sotana al ver
a Pell camino a la cárcel.
La caída de Pell llega sólo días después de que el
Papa apartara a otra figura de alto perfil, después de ser declarado
culpable por una audiencia del Vaticano por abuso sexual a menores. Theodore
McCarrick, excardenal y arzobispo de Washington, fue expulsado de la Iglesia
tras años de rumores sobre su conducta depredadora para con los
seminaristas. El pontífice fue acusado de no investigar ni tomar medidas
hasta que el verano pasado un hombre habló públicamente de los abusos.
En Francia, se espera la semana próxima el veredicto
del juicio contra
el cardenal Philippe Barbarin, arzobispo de Lyon, acusado junto a otras
cinco personas de encubrir abusos sexuales. El mes pasado, el Vaticano
anunció que Gustavo Zanchetta, exobispo argentino designado en 2017 a un
alto cargo en la Santa Sede, estaba siendo investigado por acusaciones de
abuso sexual.
El pasado junio, Francisco aceptó la dimisión
de tres obispos chilenos por su gestión de varios casos de abuso,
incluido uno al que el Papa había defendido fervientemente unos meses antes.
En julio, Philip
Wilson dimitió como arzobispo de Adelaida tras ser condenado por abuso
infantil, aunque acabó siendo absuelto en la apelación. En agosto, un
informe de un gran jurado reveló la escala de los abusos
sexuales y su encubrimiento en Pensilvania.
Después de una desastrosa visita papal a Irlanda, un
país fervientemente católico donde el legado de los abusos sexuales ha
diezmado algunas congregaciones, una investigación
llevada a cabo en Alemania descubrió que más de 1.600 clérigos estaban
implicados en el abuso de 3.677 niños en un período de 60 años. Y
"seguramente es sólo la punta del iceberg". Más
de la mitad de los altos cargos de la Iglesia en los Países Bajos han
sido acusados de encubrir abusos sexuales entre 1945 y 2010, y así permitir
que los criminales siguieran cometiendo más abusos.
En Reino Unido, una investigación independiente sobre
abusos sexuales a niños recogió el testimonio gráfico de exalumnos de
escuelas católicas. En diciembre, el cardenal Vincent Nichols, el clérigo
con más antigüedad de Inglaterra y Gales, negó en un contrainterrogatorio
haber encubierto abusos. Este mes, se supo que el representante papal en
Gran Bretaña no había respondido a las peticiones de información que le
había solicitado la investigación.
Los analistas señalan que los escándalos que han
salido a la luz hasta ahora se enfocan en los abusos sexuales a menores en
países occidentales. Poco se sabe aún sobre la "esclavitud sexual" –de nuevo
en palabras del propio Papa– y el abuso sufrido por monjas y hermanas de
órdenes religiosas. Y poco ha salido a la luz sobre los abusos y la
explotación llevada a cabo por clérigos del hemisferio sur, donde la Iglesia
Católica ha crecido exponencialmente. Los analistas afirman que todo eso aún
está por llegar.
Es difícil ver cómo podría el papa Francisco eludir
el impacto de este escándalo mundial, especialmente desde la caída de Pell,
a pesar de que una y otra vez hable de vergüenza, remordimiento, tolerancia
cero y "nunca más". Él mismo ha identificado la "cultura clerical" como un
importante obstáculo. Cambiar una cultura tan dominante en todos los niveles
de la Iglesia es crucial pero extremadamente difícil. Y, como siempre,
Francisco se enfrentará a la fuerte resistencia de aquellos que tienen mucho
que perder.
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