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El rodillo antiabortista de El Salvador se ceba con Imelda Cortez
Una joven, violada
por su padrastro desde que era niña, aguarda en una cárcel el comienzo
de un juicio ocho veces pospuesto, presuntamente por haber intentado
matar a su bebé
Jacobo García
México 14
NOV 2018

Imelda Cortez, el lunes durante el
juicio. En vídeo, se aplaza el juicio contra Imelda Cortés por la ausencia
de la fiscalía. FOTO:
EFE | VÍDEO: EFE
El juicio contra Imelda Cortez que debía comenzar el lunes
en El Salvador no solo se ha convertido en un símbolo de la lucha de las
mujeres del país centroamericano contra
una legislación sobre el aborto más dura que la de Afganistán o Yemen,
sino también contra la lenta tortura del Estado y su burocracia que ha
aplazado nuevamente el juicio.
Este lunes volvió a suspenderse por octava vez la vista
previa contra Imelda, de 20 años, quien lleva más de un año y medio en
prisión provisionalacusada
de intento de homicidio. A pesar de que el padrastro fue el violador y
el bebé goza de buena salud.
Esta vez fue una gripe. La fiscal alegó que se
encontraba mal lo que obligó a suspender nuevamente el juicio hasta el 17
de diciembre. La fiscal ni siquiera se molestó en enviar un justificante
médico simplemente llamó al juzgado una hora antes del inicio, previsto
para las 9.00 horas de la mañana, y anunció que estaba enferma. Este nuevo
retraso supone que Imelda Cortez tendrá que pasar 35 días más en una de
las cárceles más peligrosas del mundo hasta que conozca su situación
jurídica.
Será otro mes entre rejas, en el marco de un calvario
que comenzó hace una década cuando siendo una niña de 10 años su madre
comenzó a vivir con Pablo de Dolores Henríquez, quien por entonces tenía
cerca de 60 años.
Poco después de que se mudara con ellos su padrastro
comenzó a violarla y siguió forzándola durante muchos años hasta que la
dejó embarazada. El resultado fue que Imelda Cortez dio a luz donde pudo.
Tenía 18 años y eligió una letrina de su miserable casa de chapa y palos
para sacar el bebé de su interior cuando pensaba que era, en realidad, una
crisis de colon. El bebé nació sano, pero ella empezó a desangrarse cuando
el cordón umbilical se cortó de forma fortuita. Cuando su madre la
encontró en el suelo, al borde del desvanecimiento, la llevó a un
hospital.
Fue ahí donde los médicos creyeron que había intentado
cometer un aborto y llamaron a la policía que la detuvo en el momento. En
la única entrevista que ha concedido desde la prisión, Imelda contó a la
revista Factum una
de esas historias que pasan a la historia de los horrores. “[Mi
padrastro] no quería que yo tuviera novio porque quería que yo fuera solo
para él. Yo le dije que no iba a dejar de andar con mi novio. Entonces
vino él y me dijo: "Si no dejas de andar con él, yo me voy a encargar de
eso", contó a la publicación salvadoreña hace un año.
Que el violador era su padrastro se supo después gracias
a las pruebas de ADN que se efectuaron y que la Fiscalía trató de impedir
a toda costa. Esa misma Fiscalía piensa que Imelda trató de cortar el
cordón umbilical y matar al bebé nada más nacer y por tanto la acusa de
intento de homicidio agravado contra su hija, que hoy tiene un año y seis
meses. El mismo tiempo que ella lleva en prisión. De ser encontrada
culpable, Imelda sería condenada a 20 años de cárcel.

Organizaciones
de mujeres se manifiestan en apoyo a Imelda Córtez este lunes EFE
Mientras Imelda Cortez estaba en el hospital, su
padrastro la fue a visitar para amenazarla. La mataría a ella, a su madre
y sus hermanos si denunciaba los abusos. Un paciente que estaba cerca lo
escuchó y avisó a una enfermera que a su vez dio parte a la policía. “Hay
indiferencia y desdén de las instituciones cuando se trata de mujer, presa
y pobre. No les importa que pase otro mes más detenida”, explica desde El
Salvador a este periódico Bertha de León, abogada de la joven, nada más
conocerse un nuevo aplazamiento.
En numerosas ocasiones, instituciones como la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos han exigido a El Salvador que cambie su
legislaciónpara
dejar de ser uno de los cinco países del mundo donde está perseguido
cualquier tipo de aborto y donde las mujeres con complicaciones del
embarazo, que sufren abortos espontáneos o emergencias obstétricas, son
frecuentemente acusadas de homicidio. “Decenas de mujeres cada año son
injustamente acusadas bajo un sistema plagado de prejuicios y estereotipos
sobre su rol como mujer o como madre en la sociedad", señala a EL PAÍS
Marcela Martino del Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (Cejil).
"Son mujeres que llegan con la salud al límite de la muerte pero que son
esposadas a la cama y trasladadas a centros penales en ese instante”,
añade.
Según datos de la Organización de Naciones Unidas, si
bien muchos países contemplan el aborto en su legislación bajo ciertas
circunstancias, hay cinco Estados que no lo avalan en ningún contexto,
tres de ellos en Centroamérica (El Salvador, Nicaragua y Honduras).
Según Cejil actualmente hay encarceladas 27 mujeres como
Imelda y organizaciones como la oficina de Derechos Humanos de Naciones
Unidas insiste en un cambio legislativo que frene el alto número de
embarazos de adolescentes. Con seis millones de habitantes, el año pasado
hubo en El Salvador 19.000 embarazos de mujeres entre los 10 y los 19
años.
Antes de 1998, en El Salvador se permitía abortar cuando
el embarazo era el resultado de una violación, si se trataba de un bebé
con malformaciones o si la madre corría riesgo de muerte. Un nuevo código
penal y la posterior reforma a la Constitución complicaron la situación de
miles de mujeres. Hace dos años, el gobernante Frente Farabundo Martí para
la Liberación Nacional (FMLN) propuso al Congreso la despenalización del
aborto en los tres supuestos. No obstante, la presión social y la fuerza
de los grupos conservadores han frenado una iniciativa que tiene pocas
probabilidades de avanzar dado que la derecha, que se opone a la reforma,
tiene la mayoría de los escaños del Congreso.
Mientras tanto Imelda Cortez y cientos de mujeres
salvadoreñas seguirán esperando un cambio legal que revierta la ecuación y
no convierta en victimario a quienes son víctimas de pobreza y agresiones
sexuales jamás denunciadas. |