"En países*
donde tienen extendidos programas de prevención del abuso sexual a
través de la formación de niños y niñas, se ha demostrado que las
probabilidades de sufrir abusos llegan a reducirse hasta la
mitad" (estudio Ojos que no quieren ver).
*Son habas contadas. |

https://www.eldiario.es/sociedad/infancia-familia-construye-silencio-sexuales_0_846216174.html
La familia, el tabú del sexo y el mito de la infancia
feliz: así se construye el silencio social sobre la violencia sexual a
menores
En esta cuarta entrega de la serie No digas
nada apuntamos a algunas causas que nos impiden socialmente ser capaces de
reconocer la dimensión del abuso sexual infantil, a
pesar de las cifras disponibles
Entre los pilares sociales que contribuyen a su
invisibilidad, coinciden las expertas, está la concepción de la familia,
donde se dan muchos de estos abusos, el tabú del sexo o el mito de que en la
infancia no puede pasar nada malo
"Nos cuestionamos cómo es posible que esto ocurra,
que no lo detectemos. Genera inseguridades que son muy difíciles de aceptar
porque rompe con grandes mitos", explica la psicóloga Noemí Pereda
Marta Borraz
19/12/2018

Unos niños ajenos a la información. PexelNo nos lo queremos creer. Es la conclusión a la que llegan las
expertas y expertos cuando hablan del abuso sexual en la infancia, un tipo de
violencia sobre la que las estadísticas disponibles revelan un grado de
prevalencia mayor del que solemos imaginar. Cada tres horas, se
presenta en España una denuncia por agresión o abuso sexual contra un niño o
niña, una cifra que, sin embargo, representa la punta del iceberg. Ante las
cifras, explica la ONG Save the Children en su informe Ojos
que no quieren ver, las preguntas más comunes no suelen ser "¿Cómo es
posible? o ¿Qué ha fallado?, si no: ¿Esa cifra es correcta? ¿No es un poco
exagerada? Y es que la causa final que lo permite es que simplemente nadie
quiere creer".
Son varios los pilares sociales y las creencias
instaladas que, unidas al horror intrínseco que provoca el hecho en sí
mismo, contribuyen a invisibilizar el abuso hacia los menores. "Rompe con
grandes mitos que nos hemos dado y que necesitamos socialmente", explica la
psicóloga especializada en el tema y profesora de Victimología en la
Universidad de Barcelona (UB) Noemí Pereda. "Es algo que no queremos
reconocer. Nos cuestionamos cómo es posible que esto ocurra, que no lo
detectemos, que un adulto que tiene un vínculo emocional sea capaz de
esto... Genera inseguridades que son muy difíciles de aceptar porque rompe
con grandes mitos". Entre ellos, el de la infancia feliz y el de la familia.
"Pensamos que a los niños y niñas nunca les puede
pasar nada malo, pero la realidad es que también pueden sufrir violencia y
tienen que ser protegidos", prosigue Pereda. Relacionado con ello, y según
enumera Save the Children en su estudio, existen varios prejuicios y
estereotipos que refuerzan la invisibilidad de este tipo de delitos, entre
ellos, que los abusos sexuales a menores no son comunes y pasan en contadas
ocasiones. "La errónea percepción social de que los abusos no son una
realidad habitual sino una excepcionalidad hace que la detección sea
complicada", narra la organización.
A ello se une el hecho de que, aunque suele pensarse
que la violencia sexual es perpetrada por agresores desconocidos, la
literatura científica disponible evidencia que se da mayoritariamente por
parte de hombres del entorno del niño o niña, que se convierte en una figura
de referencia y con quién el menor establece un vínculo de confianza. Muchos
de ellos, en concreto, en el ámbito familiar: padres, tíos, abuelos, parejas
de sus madres... Esto complica todavía más llegar a ser conscientes de esta
realidad, puesto que cuestiona uno de los pilares sociales más férreos, el
de la familia.
Dicotomía entre público y privado
Por un lado, se encuentra la concepción de la familia
como lugar y espacio seguro, en el que hay protección, cuidado y amor. "La
familia no es solo un pilar sociológico, también lo es psicológico. No vemos
el abuso sexual a la infancia porque nos da miedo y pánico. La gente
necesita creer que la familia es un entorno en el que estar a salvo. Es una
cuestión de seguridad básica y no pensarlo así nos dejaría a la intemperie",
explica Pepa Horno, psicóloga especializada en la prevención de la violencia
contra la infancia. "A ello, súmale la concepción sociológica de la
familia", matiza.
A esto último se refiere Estrela Gómez, mediadora
social y coordinadora de la Asociación Galega contra o Maltrato a Menores (Agamme),
que señala cómo, cuando la violencia se produce en el seno de la familia,
los obstáculos se multiplican. "La persona que lo revela y rompe ese pacto
de silencio impuesto sabe que está provocando una ruptura de la familia tal
y como ha sido concebida hasta el momento". Así lo manifestaba Nadia
González, que
fue abusada por parte de su padre de los siete a las 12 años: "Durante
mucho tiempo no dije nada por la culpa de que mis padres se separaran, el
miedo a romper la familia".
Por otro lado, interpreta Gómez desde el punto de
vista más sociológico, está la idea tradicional de la familia, la llamada
"familia natural y nuclear", que "se supone que debe dar sustento y en la
que se deben desarrollar" los niños y niñas. En el momento en que un menor
revela que está sufriendo abuso por parte de un familiar, "esa familia, que
es la que recibe aceptación social, se rompe". Por ello, ante ese riesgo,
"el pacto de silencio sigue funcionando. Esto ayuda a que no veamos el abuso
sexual infantil. No es algo consciente y pensado, es estructural".
Ahí, prosigue la
coordinadora de Agamme , entra el juego la dicotomía entre lo que
consideramos público y privado: "Algo así nunca puede ser algo privado
porque en el momento que hay una vulneración de los Derechos Humanos ya no
lo es, pero aunque en el discurso social sostengamos esto, muy en el fondo
seguimos pensando que lo que pasa en casa, se queda en casa".
De sexo no se habla
Por último, se erige el tabú del sexo, sobre todo en
la infancia, como otro de los pilares sociales que contribuyen a construir
el silencio en torno a esta realidad. "¿Por qué a una niña le cuesta más
contar que le han tocado la vagina que revelar que le han dado un bofetón en
la cara?", se pregunta Pepa Horno. "Porque no se habla de ello con
naturalidad. Si la educación afectivos sexual fuera plena, sería diferente.
Sin embargo, todavía no hemos logrado romper una determinada concepción del
sexo, una concepción tradicional que lo vincula a algo oscuro, dañino y
sucio de lo que no se puede hablar".
Esto dificulta que "se pueda hablar de temas sexuales
abiertamente en una familia o que se pueda manifestar cualquier tipo de
preocupación respecto a cosas que están sucediendo en este ámbito", remarca
Gómez. Ante ello, todas las expertas reivindican una educación sexual tanto
en los colegios como en las familias como mecanismo de prevención de la
violencia sexual. "En países donde tienen extendidos programas de prevención
del abuso sexual a través de la formación de niños y niñas, se ha demostrado
que las probabilidades de sufrir abusos llegan a reducirse hasta la mitad",
concluye el estudio Ojos que no quieren ver.
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