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La pedofilia sale de la 'deep web' y se hace fuerte en las
redes sociales durante el confinamiento
Según la Guardia Civil,
hacia finales de abril el tráfico de imágenes y vídeos pedófilos se había
incrementado en más de un 500% en las redes sociales durante el estado de
alarma. Los expertos llaman a una mayor cooperación internacional y a que
las plataformas digitales asuman responsabilidad por el contenido que
alberguen.
Marisa Kohan
Madrid, 12 de mayo 2020

Menor con la mano extendida contra el abuso sexual / EFE
Hace
unos pocos días un usuario de twitter se hacía eco de las denuncias que
habían surgido en Argentina contra una cuenta de esta red social que
distribuía imágenes de menores abusados sexualmente. Durante más de 10 horas
las denuncia de diversos usuarios contra dicho perfil lo convirtieron en
trending topic, hasta que finalmente cerró la cuenta. Acto seguido abrió
otra usando un nombre casi idéntico y así sucesivamente. "Vi
tres segundos de un vídeo, me quede petrificado y fue lo que tardé en
reaccionar. Era una criatura de no más de 4 años, practicando una
felación a un adulto. Es muy jodido ver algo así y encima en Twitter, no
en las profundidades de la deep web", compartió en un tuit.
Las cuentas que usan las redes sociales para distribuir este
tipo de materiales delictivos se han multiplicado de forma exponencial desde
el inicio de un confinamiento que dejó a millones de menores encerrados
entre cuatro paredes y conectados a dispositivos online como nunca en la
historia había sucedido. Y con muchos progenitores embarcados en el
teletrabajo, la supervisión en muchos casos, está siendo mínima. Un
coctel explosivo del que ya habían advertido diversos expertos desde el
inicio de la pandemia.
Estos temores se han visto confirmados en los últimos datos
hechos públicos por la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia
Civil, que a fínales de abril comprobaba que la circulación de imágenes y
vídeos de contenido pedófilo se ha disparado en las redes sociales desde
el inicio del confinamiento. El informe afirma que el incremento en del
tráfico de este material delictivo se produjo en diversas plataformas, como
las llamadas person to person (P2P por sus siglas en inglés) en donde
aumentó un 24% en los días más duros del confinamiento con respecto a los
valores de principios de año; y también en la la dark web (internet
oscura donde no rastrean los motores de búsqueda y a la que se accede a
través de navegadores especiales), un espacio donde se incrementó un 42,8%
la compartición de estos contenidos durante el estado de alarma.
Sin embargo donde el aumento desbordó todas las expectativas
fue en las redes sociales como Facebook o Instagram y programas de
mensajería como Whatsapp o Telegram, en donde entre el inicio del
confinamiento a mediados de marzo hasta finales de abril se incrementó en un
507%.
Es decir, estas redes pasaron de albergar 105 mensajes e
imágenes de pedofilia al día a principios de enero a 640 diarios a
finales del mes pasado.
"Este confinamiento es Disneyland para los pedófilos y las
redes sociales son el medio ideal: un sitio donde se permite el anonimato
y donde existen serios problemas para denunciar", explica a Público Marcelino
Madrigal, activista contra la pedofilia y experto en seguridad en redes
sociales.
"Estos pedófilos están en las redes como estamos cualquiera
de nosotros: para contactar entre ellos, pero también porque allí es
donde están los críos", afirma Madrigal. Y explica que van cambiando de
red dependiendo cuál sea la preferida de los menores. "En este momento se
mueven más por Instagram y Tik Tok, pero también en Facebook y en Twitter"
que es donde hacen muchos de sus contactos entre pares y donde acuerdan
hacer los intercambios de imágenes.
La idea de que todos estos pedófilos se esconden en la
profundidad de la deep web está comenzando a cambiar y según algunos
expertos en infancia, el nivel de permisividad de algunos usuarios,
especialmente de los jóvenes que buscan clicks y likes, están haciendo que
estos contenidos se distribuyan aún más.
Existen diversas palabras y hashtags con los que se
reconocen, y las redes están plagadas de mensajes en los que abiertamente
ofrecen o reclaman "Videos xxx de niños" o "fotos de niños desnudos" y de
personas que responden pidiendo contactar por Whatsapp o Telegram para
realizar el intercambio, mientras estos mensajes e incluso las
fototrafías y los vídeos se quedan en las redes sociales durante años si
nadie las denuncia explícitamente. "Todo esto ocurre de forma
descarada", añade Madrigal.
Un drama viejo con un nuevo empuje
Ya antes de la pandemia diversas voces advertían de las
alarmantes cifras y de la agresividad de las prácticas de estos abusadores
de menores. La Internet
Watch Foundation (IWF), un organismo que vela para que los contenidos
que circulan en internet sean adecuados, eliminó sólo el año pasado un
total de 132.700 páginas web en las que se mostraban abusos sexual hacia
menores. Un 47% de las víctimas eran menores de 10 años de edad y el 92%
de las imágenes compartidas eran de niñas. Esta organización afirma que
elimina una imagen o un vídeo de un menor sufriendo abusos sexuales cada
cinco minutos.
Según estimaciones de INTERPOL, hacia finales de 2019 la
población masculina en Internet interesada sexualmente en preadolescentes
podría haberse incrementado en 1.8 millones en comparación a un año antes y
en 2018, las compañías tecnológicas globales reportaron más de 45
millones de de fotos y vídeos online de niños y niñas siendo abusados
sexualmente.
El problema ahora se agudiza por la cantidad de menores
conectados constantemente a diversas plataformas a lo largo del día. Unicef
calcula que alrededor de 1.500 millones de niños y niñas en todo el mundo
se han visto afectados por el cierre de colegios y que una gran mayoría
de ellos continúan sus estudios y su socializan a través de plataformas
online. Esto multiplica el riesgo de exponerse a la explotación online y al
acoso. Además, el confinamiento y la distancia social ha potenciado algunas
prácticas de los adolescentes, como el sexting (compartir material sexual a
través de las redes sociales), lo que incrementa las posibilidades de que
sufran sextorsión (una forma de explotación sexual que incluye el chantaje).
"Uno de los temas que han comenzado a preocupar es el
incremento del material autoproducido, es decir, el que niños y niñas
producen en sus habitaciones en los que sus padres piensan que están
seguros, pero que pueden estar siendo atacados o presionados para que
envíen fotos, vídeos o incluso para streamings online de contenido
sexual", explica Almudena Olaguíbel, experta en políticas de infancia de
UNICEF España.
Según esta experta, muchas de las redes, como Tik Tok están
siendo utilizadas por niñas muy jóvenes lo que está incrementando el riesgo
a ser captadas por pederastas. Según un cálculo conservador de diversos
expertos y que lleva varios años sin actualizarse, en todo momento en
Internet hay al menos 750.000 pedófilos intentando contactar con menores
para obtener material sexual, aunque esta cifra puede haberse incrementado
con los abusadores confinados en casa. "Esta pandemia está haciendo más
accesible a los propios niños y está manteniendo a estos abusadores más
tiempo en casa e intercambiando archivos con mucha más facilidad", advierte
Olaguíbel.
La dificultad de perseguir el crimen
Perseguir este tipo de delitos no es sencillo. No se trata
de un problema nacional, sino de ámbito global y las legislaciones y las
prácticas empresariales van muy por detrás de la agilidad y la colaboración
necesarias para atajarlo. En España, tanto Policía Nacional como Guardia
Civil tienen unidades específicas que investigan y rastrean este tipo de
delitos y la colaboración internacional se realiza con diversas
instituciones, como la Interpol, que posee un departamento contra los
delitos sexuales de menores en Internet.
Otra de las colaboraciones se hace con el Centro Nacional
para Niños Desaparecidos y Explotados de Estados Unidos (NCMEC por sus
siglas en Inglés), que es la institución a la que muchas de las redes
sociales globales están obligadas a enviar sus informes sobre este tipo de
delitos. Esta entidad sin ánimo de lucro, que recibe fondos oficiales y
también de empresas como Facebook y Google, es la que facilita a terceros
países con los que tenga convenios firmados los datos recogidos de la redes
sociales globales. Es decir, los datos manejados por la Guardia Civil
que atestiguan un importante incremento de este tipo de delitos provienen
principalmente de esta fuente.
Lo que muchos expertos echan en falta, es una colaboración
más directa de las grandes plataformas sociales, como Facebook, Twitter,
Instagram, etc con la justicia y las fuerzas de seguridad nacionales, a
las que estas empresas no tiene obligación de facilitar información sobre
este tipo de actuaciones llevadas a cabo en sus redes sociales, incluso, si
detectasen que se trata de un español quien ha cometido dichos delitos.
"Estas redes no colaboran. Si la Policía española les pide
algún dato a esas plataformas, para conseguirlo tienen que hacer una
comisión rogatoria a Estados Unidos y dedicar dinero y un tiempo
infinito. Un juez de aquí se tiene que comunicar con un juez de Estados
Unidos para que le de un dato y esto no es muy operativo y no ocurre",
explica Madrigal.
Nuestra legislación también parece laxa con este tipo de
delitos. Si bien nuestro código Penal castiga "el mero uso o adquisición de
pornografía infantil" y sanciona a quién acceda a ella "a sabiendas", las
penas que se imponen suelen no ser disuasorias.
"El ciberacoso sexual infantil está regulado en en nuestro
Código Penal y prevé penas de prisión o multa. Lo que vemos en la practica
es que cuando en el Código Penal está la disyuntiva de penar con cárcel o
multar, el juez casi siempre se decantan por esta segunda opción. Y como
la multa va en función de la economía del reo, muchas veces queda en una
pena ínfima que tiene un efecto disuasorio escaso o nulo", afirma Manuela
Torres, experta en delitos contra la libertad e indemnidad sexual y
vicepresidente de la Asociación de Mujeres Juristas Themis. Esta jurista, es
partidaria de que en la ley contra las violencias sexuales, cuya tramitación
se aprobó el pasado 8 de marzo, se incorpore un cláusula por la que se
elimine del Código Penal la posibilidad de multar por estos delitos.
Torres también es partidaria de incluir en la legislación la
posibilidad de sancionar a las personas jurídicas, lo que incluiría a las
plataformas de redes sociales como forma de exigirles una responsabilidad
civil subsidiaria en este tipo de delitos.
Pero las soluciones no son sencillas. Tal como recuerda
Madrigal estamos aplicando soluciones locales a un problema global.
Uno de los temas clave es que los países tienen distintas legislaciones y en
muchos de ellos grabar, publicar o transmitir materiales pedófilos no es
delito.
Según un reciente informe
de The WePROTECT Global Alliance, en el que participa Unicef, en el
mundo hay 139 países en los que el acoso sexual a menores está regulado y
prohibido y otros 130 que no lo tienen recogido en su legislación por
lo que la filmación, tenencia o distribución de abusos sexuales a menores no
está prohibida porque no se considera un delito. Armonizar una lucha global
contra este tipo de prácticas en esta circunstancia se hace realmente
difícil.
"Lo que hay que hacer es arreglar estos procedimientos y que
las empresas sean responsables. Porque las redes sociales son un medio, no
un gestor de contenido tal como lo entiende Estados Unidos, por lo tanto
tienen que ser responsables del contenido que se publica. Hay más de 40.000
imágenes de abusos de menores. Es como si yo tuviera un bar y alguien se
dedicara a trapichear con droga. Si entra la policía, me cierra el bar",
concluye Madrigal. |